Opinión

La derecha en Córdoba huele a caspa y acoso

Era noviembre 2020. Un alcalde, que también padre, como se refirió a sí mismo, salía indignado y congratulado por la retirada de la campaña municipal por el 25N. El lema de la campaña fue 'De mayor no quiero ser como mi papá'. Ante la oleada de hombres ofendiditos 'Not All Men', entre ellos nuestro alcalde y el PSOE, fue retirada del espacio público.

Septiembre de 2021. Tras la campaña de rezos organizada por grupúsculos ultracatólicos frente a una clínica donde se practica la interrupción voluntaria del embarazo, se inicia una contienda entre los grupos políticos del Ayuntamiento. El choque dialéctico acaba con la portavoz de Vox rezando un avemaría en sesión plenaria, Partido Popular y Ciudadanos votando junto a la ultraderecha para no impedir el acoso hacia las mujeres que acuden a la clínica ejercitando un derecho que no está exento de obstáculos y trabas, como para acabar teniendo que aguantar griterío, performance sobre bebés muertos y acoso de un grupo de beatas amparadas en el pretexto mesiánico de quien cree ser una enviada del divino.

Enero de 2022. Una campaña ultracatólica se instala en las marquesinas de nuestra querida ciudad. La llamada a los rezos prosigue, esta vez usando mobiliario urbano público bajo el beneplácito del gobierno de nuestra ciudad. Para el gobierno de PP y Ciudadanos la llamada al acoso hacia las mujeres cumple todas las normativas.

¿Qué hacer cuando el acoso es norma permitida? Algunos dirían que protesta y desobediencia. Otras grafitearían de morado cada marquesina de nuestra ciudad. La protesta suele oler a spray en la oscuridad, por eso hay quien prefiere una ciudad con fuerte olor a protesta que a la casposidad rancia que impera. Cuando la falta de contrapoder popular es una realidad, los gobiernos responden con un desagradecido olor a impunidad. La derecha enarbola Córdoba como ejemplo de sus postulados más reaccionarios, sin ningún pudor. Impregnan el buen nombre de nuestra ciudad de ese tufo a pasado del que se niegan a desprenderse. ¡Cómo se van a desprender de ese olor tan identitario!

Cuando uno está tan acostumbrado a su propio olor deja de sentir lo que rápidamente percibe el ajeno. Por eso para este gobierno es imposible percibirlo. Subyuga sus políticas a sus aliados en la ciudad, como el obispo Demetrio, que instiga a apoyar esas campañas de acoso o a criminalizar a las mujeres que abortan comparando la interrupción del embarazo con el asesinato de José Bretón a sus hijos. Y por qué no, aprovechar para becar a mujeres que deciden no abortar. Cómo Bellido va a ordenar retirar una campaña impulsada por sus socios de gobierno del Cabildo. Qué olor más putrefacto.

La metáfora se completa cuando imaginamos una de esas bombas, fétidas en este caso, caer y explosionar como las que se ven en Internet y alzan una gran columna de humo que lo oscurece todo, un hedor conservador muy desagradable que es imposible combatir con las mascarillas ffp2.

La derecha cordobesa tiene clara sus alianzas, y tiene claro para quiénes gobiernan y cómo hacerlo. Sentirse parte de la ciudad, ser cordobés/a, debería ser el orgullo de ver a tu ciudad y su gente levantándose ante las normas que dan cancha al acoso de sus compañeras y vecinas. Ventilemos nuestra casa común. El olor a caspa que llevamos aguantando es insoportable. Que huela ya a protesta.