Opinión

Y a partir de ahora, ¿qué?

Estamos a unos días de la nueva normalidad. Esperemos que no la estropeemos. Por lo que vamos oyendo la aceptación de la nueva normalidad va entre el fastidio de tener que llevar mascarilla en ciertos sitios a la necesidad de que los bares y playas se llenen de turistas venidos de los cuatro confines del mundo. Teniendo en cuenta que en algunos países vecinos como Gran Bretaña el número de casos confirmados nuevos diarios actualmente es de unos 1.500 a 2.000 o que en EEUU es de 20.000 casos nuevos diarios, esa necesidad imperiosa la considero un poco peligrosa. Pero debe ser que soy yo, que veo exceso de precaución por un lado y laxitud por el otro y que no entiendo de economía.

Mientras muchos comienzan a calentar motores para saltar de provincia o de autonomía en cuanto se encienda la luz verde, otros todavía andan buscando culpables entretenidos en determinadas fechas llamativas y centrando sus miradas inquisitivas en un solo evento, al mismo tiempo que obvian los miles de desplazamientos y de eventos masivos que transcurrieron en todo el territorio nacional en las mismas fechas de principios de marzo. Debe ser que así estamos algo más entretenidos en estos días tan tranquilos esperando poder tomarnos un espeto de sardinas rodeados del suave murmullo de las olas rompiendo en la playa y buscando los cuatro metros cuadrados donde pusimos la sombrilla. 

Y esto pasa en un mundo donde las noticias científicas son vapuleadas cual saco de arena por los medios de comunicación. Entre los titulares bastante engañosos hasta las noticias bomba que luego se desinflan en cuanto pasan unos días, la ciencia se ensucia con el amarillismo más absoluto. 

Una de las cuestiones predilectas del público y de los medios que llenan nuestras horas con sus comentaristas es el famoso origen del virus y desde cuándo estaba sin que nadie le hiciera caso. Por mucho que se intenta explicar desde un punto de vista científico, a muchos no les convencen las explicaciones. Yo voy a utilizar una especie de cuento para ver si consigo aclarar algo. 

Supongamos que yo estudio unos parásitos de las garrapatas. Algo muy exótico pero inútil para mucha gente. Pero resulta que esos parásitos acaban afectando a unos gatos (o cualquier otro animal al que le pillemos tanto cariño como para llevarlo a casa, no se me enfaden los amigos de los gatos). A esto se le llama zoonosis y no es nada raro en el mundo animal. En esos gatos los parásitos no hacen nada importante, así que la infección es invisible para el ser humano. Pero un día un humano se encariña con un gatito que parece estar algo débil y deshidratado, y lo lleva a su casa. Lo lava, lo alimenta, lo cuida y el gatito mejora. Un día, jugando lame a su nuevo amo y éste, unos segundos después se toca la boca sin percatarse de que acaba de meter el parásito en su cuerpo. Lamentablemente para el amo humano, el parásito no está feliz en el nuevo organismo y, aunque se había adaptado a los mamíferos felinos, en el ser humano se muestra algo más agresivo. 

El buen samaritano pasa unos días sin saber que tiene el parásito dentro proliferando según su naturaleza. Al poco, comienza a tener un leve picor de garganta, tose, estornuda, pero no le da importancia, es un simple catarro de otoño (aún no había mencionado la época, pero pongamos que es otoño). Mientras, esta persona va estrechando la mano a los amigos y dando besos y abrazos a conocidos y conocidas. Sin que nadie lo note, los descendientes del parásito van pasando de huésped en huésped. Y con el tiempo, (unos días o un par de semanas), una enfermedad ocasionada por un nuevo organismo, desconocido para el ser humano, aparece y genera un gran problema de salud pública porque a algunos enfermos les causa una gran inflamación pulmonar y digestiva y acaba con su vida en poco tiempo. Con el tiempo, la letalidad de la nueva enfermedad es muy alta y provoca una alarma sanitaria mundial. 

Cuando comienzan a aparecer los primeros casos de esa nueva y desconocida enfermedad humana, los científicos aíslan al nuevo parásito, lo estudian, y acaban encontrando su similitud con el parásito natural de las garrapatas. Estos científicos intentan desvelar cómo el organismo llegó a infectar y a ser tan agresivo para el ser humano y acaban encontrando la clave en el paso por el gatito que, como sus otros hermanos y primos, se infectó en el campo pero al que el parásito no le afectaba. Los gatos se habían convertido en un organismo transmisor, en un reservorio natural. 

Esta historia que les he contado no es ningún cuento para niños, es muy habitual en las zoonosis. Casos de virus que han pasado de unos organismos a otros hasta llegar al ser humano hay muchos. Excepto para algunos seres humanos que estudian estas cosas, para los demás lo que les pase a los otros animales en su ambiente les importa bien poco. No es así cuando un virus llega y acaba con tu criadero de animales de granja, eso ya sí que nos importa. Pero el mecanismo es siempre el mismo: patógenos que van pasando de los reservorios naturales (en este caso la garrapata o el gato) hasta organismos que sufren las consecuencias de su alta patogenicidad (en este caso, nosotros). Esto ha ocurrido antes con el virus Hendra, el Ébola (que también mata a Gorilas y Chimpancés y del que no se conoce el reservorio natural), el HIV, la rabia, el Machupo, el Zika y tantos otros. 

Pese a que todo esto se ha explicado ya en muchos lugares y en muchos videos y tertulias televisivas, seguimos sin entenderlo. Muchos siguen buscando los culpables humanos de que suframos esto sin entender que la naturaleza es así. En la historia que les he contado podríamos suponer que yo fuese un experto en estos parásitos de las garrapatas. Hasta este momento nadie daba un céntimo por los estudios ya que a nadie les interesa las garrapatas. Pero una vez se identifica al parásito, yo me pongo manos a la obra para estudiarlo y saber cómo ha podido pasar al ser humano. Sin embargo, muchas personas (incluso algunas con gran poder), desconocedoras de cómo funciona la naturaleza, o simplemente creyentes de la superioridad del ser humano más allá de su propia naturaleza animal, acaban pensando que el origen está en mi laboratorio bien porque lo estaba manipulando al patógeno o bien porque se me ha escapado. No tienen pruebas, pero no las necesitan, ya están convencidos. ¿Les suena la historia?

Pero hay más en esta historia. Los datos que nos van llegando indican que el SARS-CoV-2 podría estar ya infectando entre los humanos a principios de agosto. Para otros muchos, dentro de su ignorancia, es una muestra de ocultación. Se olvidan que descubrir, caracterizar, identificar una nueva enfermedad que se parece mucho a otras enfermedades respiratorias y, además, causada por un virus desconocido es muy difícil. Tanto es así que incluso en España, a sabiendas que la Covid-19 ya había sido caracterizada, se sabe que muchos casos confundidos con gripe de principios de año fueron verdaderamente casos de Covid-19. Pero eso tampoco importa. Seguimos cerrados en encontrar algo que culpabilice a alguien. No llegamos a comprender que la naturaleza es así y que ahí fuera, escondidos o simplemente viviendo en su ambiente adecuado, hay muchos patógenos que podrían producirnos graves enfermedades pero que no lo han hecho porque aún no nos hemos cruzado con ellos. 

Tan soberbios somos en nuestra consideración de superioridad sobre la naturaleza que hasta nos ponemos en peligro conscientemente. Muchos animales y plantas acumulan sustancias venenosas para evitar que otros organismos se los coman o los ataquen. Sin embargo, el ser humano considera que tomar veneno de sapo o extractos de plantas para supuestamente curarse o volar con la imaginación metiendo un chute a las neuronas es guay, alucinante, chachi y cosas por el estilo. ¿Qué quieren que les diga? No tenemos ni idea de lo que es en verdad la naturaleza. Ni idea.  

Así que contestando a la pregunta que les hago en esta columna les digo que ahora tengan cuidado, tomen precauciones y eviten las acciones que pueden ponerlos en peligro. Eviten aglomeraciones, lleven mascarillas cuando sean necesarias (en medio del parque, en su coche ustedes solos o con su familia o en calles donde no hay nadie no hacen falta, de verdad), lávense las manos y lleven sustancias desinfectantes por si acaso. Y si sienten algunos síntomas, aunque solo sea un leve malestar general, no salgan de casa, llamen al médico y eviten contagiar a los demás, aunque sea de una simple gripe o de un resfriado. Y exijamos a los sistemas de salud que estén preparados, que ya no pueden decir que no sabían. La gripe volverá como hace todos los años y es muy probable que la Covid-19 venga camuflada con ella. Seamos sensatos, aunque nos cueste. Esto no se ha acabado. 

#Estodependedenosotros