Opinión

Mucho ruido, demasiado ruido

En las últimas semanas han ocurrido muchas cosas de las que podría y querría haber escrito en esta columna centrada en ciencia pero la falta de tiempo y muchos asuntos con fecha de entrega no me han permitido dedicarme a ello. Hoy, escuchando la canción 'Ruido', de Joaquín Sabina, se me ha ocurrido hacer un breve repaso en esta columna porque verdaderamente hay muchos asuntos en los que el ruido ensordecedor en el que nos encontramos no nos permite pensar o preocuparnos de lo importante. Y no me refiero solo al estruendoso ruido político que, de tan cansino, se ha convertido en un suave ruido de fondo. 

Dentro de unos días se va a celebrar en Madrid otra nueva cumbre del clima. Por cumbres y eventos que no sea. Otra cosa será si se proponen medidas y luego si se cumplen, pero que no se diga que no se hicieron cumbres cuando llegue el desastre. A la cumbre asistirá Greta Thunberg que se ha convertido en el símbolo de una generación que exige que mantengamos un planeta habitable. Aparte de que se haya convertido en un símbolo y de que sus gestos pueden ser matizables, lo que me llama la atención de la campaña contra Greta es precisamente eso, que es una campaña contra ella. Muchos medios, plataformas, asociaciones, lobbies y demás se han ido despertando conforme Greta ganaba importancia y credibilidad.

A nadie le importaba una niña que se coloca delante de un parlamento en un país del norte europeo pero sí que parece importar que una niña se dirija a los representantes de los países en la ONU y diga que no se está haciendo nada para salvar el planeta. A nadie se le escapa que la niña no va a ir a esos lugares tan importantes sola, pero ya se encargan algunos de hacer ver una posible mano negra moviendo los hilos sobre sus hombros. No comparto algunos gestos de Greta y su entorno, por ejemplo el de tener que viajar en un barco que habrá dejado una huella inmensa de CO2 en lugar de tomar un avión de línea que va a volar vaya ella dentro o no. Pero de seguro que si ella tomase ese avión se le criticaría por usarlo ya que el ruido que se ha generado a su alrededor tiene el objetivo de acallar el mensaje y de que se hable del símbolo y no de lo que está denunciando. Me recuerda al dicho aquel que dice “Cuando el sabio señala a la luna, el tonto mira al dedo”. Y alguien quiere que miremos al dedo y no a lo que está señalando. Y lo que está señalando es que nuestro planeta puede volverse muy agresivo contra la forma de vivir del ser humano. Ruído y más que ruido. 

Cambiando de tema, hay otro ruido abrumador que nos mantiene dando vueltas a dos o tres temas generados por los políticos sin pararnos a pensar en lo fundamental. Y lo fundamental es que los políticos a los que votamos y revotamos últimamente se postulan para trabajar para llegar a acuerdos que solucionen la miríada de problemas que una sociedad compleja tiene que solventar, pero no hacen nada de eso. Mientras ellos se dedican a jugar al “y tu más” y a señalarse con el dedo, los problemas siguen en el cajón, esperando a que alguien los rescate del barullo político. Y uno de esos temas que considero importantes es la ciencia en España que languidece desde años esperando que alguien se acuerde que sin conocimiento no hay invención, que sin investigación no hay avances, que sin avances seremos dependientes de los de otros y que sin financiación no hay ni conocimiento, ni investigación, ni inventos ni nada de nada.

Mientras, esperamos que alguien ponga algo de orden al enorme ruido burocrático que se ha creado en torno a la justificación de los proyectos de investigación, como si los millones que se escapan de las arcas públicas saliesen de los cada vez más silenciosos laboratorios. Pero claro, entre el ruido de papeles y más papeles, nadie escucha las quejas de los investigadores. 

Lejos del ruido mediático y de los ruidos políticos se desarrolló la vida de una enorme mujer que hace unos días nos dejó. Me refiero a Margarita Salas Falgueras, una enorme científica que pasó su vida entre frascos, tubos, soluciones, ensayos y 'papers'. Les recomiendo busquen en la hemeroteca entrevistas y artículos sobre su vida y aprendan lo que significa dedicar una vida a la ciencia comenzando, como hizo ella, en un mundo de hombres. El ruido machista de la época intentó acallar la voluntad de esa mujer, pero no pudo y gracias a su tenacidad sus descubrimientos han conseguido que se desarrollen técnicas importantes para el diagnóstico de enfermedades, para el avance de la ciencia y para el de la humanidad. Sus trabajos sobre la vida de un microscópico e insignificante virus que infecta bacterias acabaron descubriendo herramientas que hoy sirven para mejorar la vida de las personas.

Me viene a la mente un discurso de la ya olvidada Sarah Palin en las elecciones estadounidenses. En ese discurso se mofaba de los investigadores que trabajaban con la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) y se preguntaba de qué servía financiar sus investigaciones. No sé qué pensaría entonces de que se investigase un virus de bacterias, aunque hoy en día se está pensando en ellos para tratar infecciones bacterianas ahora que hemos conseguido que las bacterias se vuelvan cada vez más resistentes. Pero claro, como buena política, Palin hablaba mucho, aunque poco sabía lo que decía y menos de algo que requiere conocimiento, tiempo, dedicación e inteligencia. Así no me extraña que muchos dirigentes políticos acaben apoyando terapias no basadas en la evidencia; entre el ruido que generan y el ensimismamiento con sus propios discursos no se enteran absolutamente de nada. 

Margarita Salas nos dejó un gran legado y una vida digna de ser contada y recordada. Espero que entre el ruido de placas de calles que se cuelgan y descuelgan para recordar u olvidar estruendos de un pasado no muy lejano, a alguien se le ocurra dignificar las ciudades con los nombres de aquéllos que verdaderamente hicieron algo por los ciudadanos y se acuerden de las científicas y los científicos de nuestro país que con poco han conseguido hacer mucho, aunque muchos de ellos lejos de la patria, lejos del desesperante ruido de la dejadez y la desidia administrativas y empresariales de nuestro país por la ciencia y la innovación.