Opinión

La investigación en nutrición no se puede convertir en dietas

Hace unos días me hacía eco de una noticia referente a un estudio sobre nutrición en el que participaban dos jóvenes científicos cordobeses: Elena Gutiérrez Casado y José Alberto López Domínguez. El titular de la noticia decía que estos científicos cordobeses habían constatado que una dieta alta en grasas podía alargar la vida. Incluso se llegó a publicar que estos investigadores habían encontrado una dieta que frenaba el envejecimiento. Los titulares me llamaron mucho la atención ya que hacían creer que atiborrarse de grasas era bueno para la salud y para la longevidad así que me hice con el estudio en cuestión publicado en una excelente revista, Cell Metabolism. Y así pude comprobar que los titulares de la prensa distaban mucho de la realidad; el estudio, desarrollado en ratones, hablaba de dieta cetogénica, rica en grasa, pero, a la vez sin carbohidratos, por lo que el titular exageraba. Y el problema está en que la mayoría de los estudios que se realizan sobre nutrición en modelos animales, especialmente roedores (ratas o ratones) son llevados a la prensa con titulares demasiado excesivos y luego, pueden ser convertidos en dietas que, en su mayoría, son peligrosas para la salud.

El Dr. José Alberto López Domínguez es un brillante investigador que desarrolló su tesis doctoral en el laboratorio de Biología Celular de la Universidad de Córdoba bajo la dirección del Dr. José Manuel Villalba Montoro y ahora se encuentra investigando en el Buck Institute for Research on Aging en San Francisco, California, Estados Unidos. La Graduada Elena Gutiérrez Casado se encuentra actualmente realizando su tesis doctoral en el laboratorio de Biología Celular de la UCO. Ambos son excelentes investigadores y demuestran la estupenda formación que los graduados españoles reciben en nuestras Universidades, aunque muchos se empeñen en decir lo contrario. Lo sé porque he tenido la oportunidad de trabajar con ambos y comprobar lo excelente investigadores que son; de no ser así, no estarían trabajando donde están. En el caso de José Alberto, en el extranjero porque en España las oportunidades para ellos son más bien escasas.

Nuestro trabajo en común demostró que el origen de la grasa (soja, pescado o cerdo) influía en el metabolismo celular y en la esperanza de vida en el caso de animales sometidos a restricción calórica. Descubrimos que los componentes de las grasas eran importantes para la actividad celular y el envejecimiento y, en especial, en el caso de la manteca de cerdo que era rica en ácido oleico; el mismo ácido que se encuentra en gran cantidad en el aceite de oliva. En su momento, ese estudio también tuvo repercusión publicándose que la manteca de cerdo tenía propiedades antiedad. Por eso, el mayor problema de la difusión mediática de estos estudios es la distorsión en el mensaje que sufren cuando son comunicados a la población. Y esa distorsión es la que luego es reverberada por las redes sociales tergiversándose y convirtiéndose en mensajes propagandísticos que, en manos de desaprensivos, acaban en dietas totalmente insalubres, desequilibradas y muy peligrosas.

Los estudios realizados en animales no pueden ser extrapolados a la población humana por muy diversas razones. 1) Los ratones son sometidos a dietas homogéneas en su calidad y cantidad mientras que los humanos no nos alimentamos todos los días, durante meses, de la misma forma. 2) Estos estudios están encaminados a conocer los mecanismos moleculares relacionados con los nutrientes y la respuesta de las células y los órganos a ellos. 3) Las conclusiones solo pueden ser relacionadas con seguridad con los grupos animales que se usan como control o con otros grupos experimentales y no directamente con otros animales o con los seres humanos. Pero pese a conocer estas limitaciones la difusión en los medios tiende a magnificar el mensaje haciendo pensar que el estudio tiene una enorme relevancia casi inmediata en la salud de los ciudadanos.

Para conocer el efecto de la nutrición en los seres humanos se realizan otros estudios de carácter más clínico y controlado que intentan controlar la nutrición durante periodos cortos de tiempo por la dificultad inherente a la actividad humana. Otros estudios utilizan grandes grupos de población en los que mediante encuestas y seguimientos se llegan a conclusiones más bien generalistas sobre el impacto que una determinada dieta tiene en enfermedades crónicas como la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes, la sarcopenia (o pérdida de músculo), la fragilidad, o incluso el envejecimiento. La limitación de estos estudios se encuentra en que no se aplicar las conclusiones sobre las dietas a poblaciones tan diferentes como personas que viven en el sur de España con habitantes de Noruega o de Colombia o de China. No se pueden homogenizar por la simple razón de que el estilo de vida de diferentes lugares del planeta incluye tantos factores aparte de la dieta que imposibilitan llegar a conclusiones tajantes. Además, dentro de la propia dieta, el efecto del tipo de grasa, la cantidad de vegetales frescos, la forma de cocinar, la proporción de nutrientes varía mucho de países cálidos como el nuestro o países más fríos como los escandinavos o bálticos. Eso lleva a mensajes tan preocupantes como el lanzado por la Organización Mundial de la Salud en 2015 en el que se informaba de que el consumo de carne roja y carne procesada podía producir cáncer y otras enfermedades y aumentar la probabilidad de muerte por cualquier causa. El problema de este informe estaba en que como carne procesada se incluía tanto a perros calientes como al jamón o la carne seca o salsas a base de carne; o lo que es lo mismo, un conjunto muy heterogéneo de alimentos incluidos en el conjunto de carnes procesadas. No obstante, casos tan generales como la epidemia de obesidad que sufrimos sí que permiten lanzar mensajes de preocupación a la población para que revisen su estilo de vida y su nutrición.

Por tanto, la investigación en animales como la investigación en humanos relacionada con la nutrición tienen sus limitaciones a la hora de transformar los resultados en recomendaciones dietéticas. Así que no se dejen engañar por dietas desequilibradas, milagrosas, paleolíticas, acuosas, curalotodo, o preventotodo. No sirven y pueden causar muchos problemas. Desconfíen de los mensajes tremendistas o milagrosos de los medios y hagan lo más sensato: aliméntense de la manera más variada y equilibrada posible consumiendo todo tipo de nutrientes ya que todos son necesarios y especialmente verduras frescas y de temporada y mantengan una actividad física moderada y constante. Todos los estudios realizados hasta la fecha apuntan a que de esta manera tendremos muchos boletos para disfrutar de una vida larga y con pocos problemas de salud porque la combinación de diferentes nutrientes de diferente origen y la actividad física estimula los mecanismos celulares que mantienen a los órganos en un estado lo más óptimo posible. O, como se atribuye a Hipócrates: "Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina".