Opinión

Esto no ha acabado. ¡Hay que vacunarse!

Es lamentable asistir a la cantidad de personas que están llenando las redes e incluso algunos medios de comunicación con mensajes contra la vacunación. Sus argumentos son básicamente los de siempre: que la vacuna no sirve, que se ha realizado muy rápidamente, que nos va a producir daño e incluso la muerte o, lo que más me gusta, que es un método de la conspiración mundial (sí, esa, la de siempre) para acabar con la mitad de la población. Los grandes y poderosos del planeta cargándose a la mitad de sus clientes. Sin lugar a duda, una estrategia interesante para dominar el mundo. Creo que eso no se aprende en ninguna escuela de negocios.

Esta forma que tienen algunos de enfrentarse a la vacunación no es nueva, ya ocurrió en el principio, desde que Edward Jenner comenzó su terapia para tratar una enfermedad enormemente mortal como la viruela, allá por 1796. Edward Jenner comenzó todo observando, anotando y discurriendo sobre por qué las personas que trabajaban ordeñando vacas no contraían la viruela humana pero sí tenían pústulas de viruela vacuna, mucho menos grave para los humanos. Además, estas personas eran inmunes a la viruela humana tanto que podían estar en la misma casa de un infectado con viruela y no contraerla. Jenner llegó a la conclusión de que la viruela vacuna confería resistencia frente a la viruela humana e intentó comprobarlo. Para ello inoculó a un niño con el exudado de las pústulas de la viruela vacuna para comprobar si se producía protección y, tras pasar unos días con unos efectos 'secundarios' intolerables en la época en la que estamos, el niño presentó resistencia a la viruela de las vacas y también a la humana.

La técnica que perfeccionó Jenner ya era conocida como variolación y se utilizaba en China e India siglos antes. Consistía en inocular con el exudado de las pústulas de quienes ya tenían viruela en personas sanas para conferirles protección pagando un pequeño pago en forma de enfermedad leve. Jenner mejoró el sistema utilizando un patógeno con menor agresividad para lograr protección pero sin someter a la persona vacunada al patógeno humano activo. Gracias a esta técnica y a personas como Francisco Javier de Balmis y Berenguer, la técnica se distribuyó por todo el mundo. En una época en la que la conservación de los exudados era prácticamente imposible  Balmis inició una expedición para llevar la vacuna hasta Sudamérica, Filipinas e incluso China. Seguro que muchos pueden considerar el método utilizado como una brutalidad, pero no había frigoríficos en los barcos de la época. Balmis utilizó parejas de huérfanos a los que iba inoculando la vacuna para que se produjesen las pústulas características e ir pasando éstas de una pareja a otra durante la singladura. Balmis dio la vuelta al mundo repartiendo la vacuna allá por donde pasaba en una expedición alabada por el propio Jenner y por el explorador Alexander von Humboldt.

Es entendible que en aquellos tiempos los ciudadanos fuesen reticentes a esa nueva técnica que pretendía contagiarles una infección que les protegería frente a otra aún peor. Los conocimientos científicos de la época estaban reservados a una élite muy minoritaria pero hoy en día la información es gratuita, de calidad y al alcance de todos. Así que eso ocurra aún hoy en día cuando la vacuna ha conseguido eliminar la atroz enfermedad de la viruela y casi la poliomielitis, evitar atroces enfermedades como las paperas, rubeola, sarampión, meningitis y tantas otras, disminuyendo la mortandad infantil y aumentando la esperanza de vida a niveles insospechados, es bastante inasumible.

Por eso me revuelvo contra tanto movimiento mediático asociado con personas conocidas del mundo del espectáculo que no tienen ningún reparo en decir en sus redes que no se van a vacunar, que no quieren ser conejillos de indias o que esto es un montaje. Si a eso sumamos una serie de supuestos médicos y científicos por la verdad que no hacen más que difundir falsedad tras falsedad junto con su enorme cohorte de seguidores e imitadores, tenemos delante una enorme campaña de información deficiente, manipulada, falsa y malintencionada que puede provocar muchas muertes al evitar que muchos ciudadanos se vacunen.

Esta gente va afirmando por todos lados que la COVID-19 no existe, que la mortandad no es tan grande (debe parecerles poco unos 2 millones de fallecidos en tan solo un año) y que la vacunación es todo un montaje de las de siempre, las farmacéuticas. Supongo que también meterán en el mismo saco a los fabricantes de jeringuillas y a los de congeladores, o a los de la venta a domicilio o cualquiera que le vaya bien durante en esta pandemia haciendo su trabajo. Total, toda empresa que mejore con la pandemia es sospechosa. Absurdo, ¿no?

Me ha llegado hasta un tweet en el que se dice sin rubor que la primera dosis lleva placebo y que la segunda lleva el veneno que nos matará. Claro, como tras la primera dosis no muere nadie (aunque ya han intentado matar en una noticia falsa a Araceli, la abuelita de 96 años que se vacunó hace una semana), debe ser que para mantener su historia necesitan matar a alguien. Pero no se preocupen, que si nadie muere tras la segunda dosis ya se inventarán que esto mata dentro de uno, dos, cinco o cien años. Bueno, sí, tras 100 años seguro que todos, vacunados o no habremos muerto, ¿no creen?

Y ahora en serio. ¿De verdad pueden creer ustedes que las vacunas llevan chips para controlarnos, que reaccionan con el 5G, que provocan algo tan complejo como el autismo o que van a diezmar la población así como así? No estamos en el siglo XVIII. Las vacunas han demostrado su capacidad y su eficacia y aunque esta última sea 'nueva', la ciencia en la que se basa comenzó a estudiarse hace 30 años y no es más que el resultado de aplicar los conocimientos biológicos y el desarrollo científico a la mejora de las técnicas. Sí, en ciertas enfermedades se tardan años para encontrar una vacuna eficaz. No es menos cierto que esas enfermedades tienen un seguimiento más lento por afectar menos a la población y que hasta obtener todos los resultados suficientes son necesarios varios años. Con las vacunas contra el SARS-CoV-2 se conocía la técnica, se ha obtenido la información genética del virus rápidamente y estamos en una situación de pandemia que permite disponer de datos sobre su eficacia en poco tiempo. ¿Tiene esto algo de malo o simplemente hay que desconfiar porque se ha hecho rápido? Tal vez deberíamos ir acostumbrándonos a que la tecnología mejore muchos procedimientos.

Creo que hace 30 años nadie creería que íbamos a llevar un ordenador en el bolsillo con el que podríamos llamar a cualquier lugar del mundo, gestionar el banco, pagar unas copas, conversar con muchos amigos a la vez, leer las noticias o ver películas o retransmisiones en directo. O que podríamos mandar una muestra de nuestras células y conocer la información genética que contienen. Hace poco menos de 30 años tuve que viajar a Madrid para aprender a aislar ARNm, sí, ese mismo, el de la vacuna. Se tardaba dos días en aislarlo, hoy lo aislamos en el laboratorio en unos 30 minutos.

Ya ven, ya lo decía Ricardo de la Vega en la letra de la zarzuela de Tomás Bretón, 'La verbena de la Paloma': "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, una brutalidad, una bestialidad, una barbaridad, una brutalidad". Y todo ello pese a negacionistas, obstruccionistas y antivacunas.

No se dejen arrastrar por todos ellos o sus seguidores, usen su sentido común, reflexionen sobre lo que está ocurriendo y dejen que cientos de miles de científicos y sanitarios les ayuden a ganar la batalla contra las enfermedades.

#Estodependedenosotros.