Opinión

En mi familia todos estamos ya vacunados

El pasado jueves mi hija pequeña recibió su segunda dosis de la vacuna contra la COVID-19 y ya puedo decir que todos en la familia estamos vacunados contra esta enfermedad. Dentro de unos días, cuando su sistema inmunológico responda a la segunda dosis se habrán creado suficientes células memoria como para que el virus no pueda producirle síntomas graves. Para eso están las vacunas y por eso todos nos las hemos puesto.

Según los datos de la Junta de Andalucía de este mismo jueves, en nuestra comunidad un 76,8% de los habitantes tienen ya la pauta completa (el 87,3% de la población vacunable, mayor de 12 años) y el 79,9% al menos una dosis por lo que la cobertura aumentará algo más en pocos días. 

En España la situación es más o menos similar a la andaluza, llegando a un 75,2% de personas vacunadas con la pauta completa. Los grupos de edad más avanzada presentan una cobertura cercana al 100%. 

Tal es la eficacia de la campaña de vacunación que incluso el Gobierno ha tenido que frenar la llegada de más vacunas, porque los servicios de salud autonómicos almacenan más de siete millones de dosis y la vacunación se ha ralentizado. 

Si me permiten decirlo, la campaña de vacunación en nuestro país es todo un éxito. En menos de 10 meses, una gran cantidad de la población, y esencialmente los grupos de riesgo por edad, está ya protegida por las vacunas, pero aún queda gente que no quiere vacunarse y que sigue insistiendo en engañar y atemorizar a quienes aún quedan por vacunarse. 

Los grupos antivacunas mienten y ponen en peligro a los demás

Uno de los mensajes atemorizadores que los grupúsculos antivacunas lanzan, esencialmente por las redes sociales, es que las vacunas son experimentales. No voy a insistir en los años de trabajo que suponen diseñar, probar, perfilar y comprobar una vacuna o algún medicamento antes de que puedan llegar a ser probados en personas. Pero eso les da igual. 

Estos grupos se están quedando sin argumentos, aunque algunos han sido aireados por famosos algo venidos a menos. Uno de los más divertidos para mí fue el de una señora, según ellos prestigiosa científica, aunque no se conozca en el mundo de la ciencia, que pronosticó que en tres meses el 30% de los vacunados íbamos a comenzar a morir. Han pasado más de tres meses desde que comenzaron las pruebas clínicas y desde que comenzaron las vacunaciones masivas en el mundo y no, no ha ocurrido. Vaya, ¡qué fallo!

¿Creen que han reconocido que se equivocaron? No, ni por asomo. Simplemente han cambiado el tiempo y ahora ocurrirá entre los tres meses y los cinco años. Yo les pronostico que más o menos en 100 años, todos los vacunados habrán muerto. Y lo digo con una base científica bastante consistente, se llama longevidad máxima.

Todas estas apocalípticas afirmaciones van acompañadas de palabras que disfrazan la información para que parezca que dicen algo coherente pero que verdaderamente no tienen sentido. No, las vacunas ni producen modificación genética, ni muerte celular por anticuerpos, ni tormenta de citoquinas, ni destrucción de los pulmones, ni esterilidad, ni tienen grafeno ni 'chis' ni nada de la cantidad de cosas que se han llegado a decir. No, todo eso ha sido demostrado científicamente como falso (aparte, ha demostrado una ignorancia supina de quienes diseminan semejantes mentiras). 

Es tal el nivel de arrogancia de esta gente que muchos de los principales negacionistas y antivacunas a nivel mundial se han atrevido a escribir un panfleto en inglés y publicarlo en una plataforma on line para hacerlo pasar como artículo científico (no voy a poner el enlace por decencia). Sus seguidores no han tardado en difundirlo entre ellos haciéndolo pasar por un estudio de prestigio, pero no es más que un documento lleno de elucubraciones y especulaciones sin base. Eso sí, su objetivo es paralizar la vacunación masiva llamando la atención de todos los entes reguladores mundiales. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen.   

La población no vacunada: Grupo control 

A pesar del éxito de la vacunación, todavía quedan muchas personas que se dejan llevar por el miedo, la desinformación y la ignorancia y aún son reacios a vacunarse. El problema es que no se están dando cuenta de que ahora ellos, los no vacunados voluntariamente, se han convertido en el grupo control de esa experimentación que ellos dicen que se está haciendo con las vacunas. Ellos son los que están sufriendo más la infección por el virus, los que desarrollan síntomas más graves y que incluso mueren. Uno de los casos más llamativos ha sido el del expiloto de motociclismo Jorge Lis, que murió por COVID-19 arrepentido de no haber confiado en las vacunas. 

Basta con ver la evolución de las curvas de contagio y de defunciones para darnos cuenta de que las vacunas han reducido enormemente la capacidad letal del virus. Los datos publicados por worldmeters, nos muestran cómo las olas precedentes han ido acompañadas de un incremento paralelo de las defunciones. Sin embargo, a partir de abril de este año, las olas de contagios no han supuesto un incremento excesivo en las defunciones pese a que la variante delta, más infecciosa que las precedentes se ha acabado imponiendo. 

En la quinta ola que acabamos de pasar, pese a alcanzar niveles de contagio superiores a la tercera y similares a la cuarta, la mortandad ha sido mucho menor. Este mismo efecto lo podemos ver en otros países como Reino Unido, Israel, Alemania y resto de Europa. Sin embargo, no ocurre lo mismo en países donde aún la cobertura con las vacunas es insuficiente.

El factor más relevante que explica esta reducción de la gravedad de la infección es el incremento en la población protegida por la vacuna. Está claro que a mayor cobertura, menor mortandad. ¿Hacen falta más evidencias? 

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Figura: evolución de los contagios (arriba) y defunciones (abajo) en España a lo largo de la pandemia (Fuente: worldmeters). 

Todos estos casos son los que están demostrando la eficacia de las vacunas. Y todos ellos demuestran el gran peligro que supone seguir a los movimientos antivacunas en su campaña contra la ciencia y el sentido común. 

Estos movimientos se basan mucho en los casos particulares. Así que usaré un caso particular. Yo tengo una trayectoria universitaria en la que realicé una tesis sobre monocitos, una estancia en al servicio de inmunología del hospital Reina Sofía en la que estudié células NK y otra en el University College de Londres donde estudié los neutrófilos, todas ellas células que forman parte del sistema inmunológico. Desde el curso 2008/09 imparto la asignatura de Inmunología en la Universidad Pablo de Olavide. Con todo lo que conozco al respecto de cómo funciona este sistema, ¿creen ustedes que pondría en peligro a mis hijas, mi esposa, mi madre, y al resto de mi familia con la vacuna? ¿Me pondría en peligro yo mismo? ¿De verdad creen que centenares de miles de científicos expertos en este tipo de células, en virus y en vacunas pondrían en riesgo sus vidas y las de sus familias con las vacunas?

No se dejen engañar, los que están sembrando miedo son los que les están mintiendo. Vacúnense y protéjanse y hagan lo mismo con su familia. Las vacunas son lo más efectivo que tenemos entre el virus y nuestra supervivencia.

#Yomevacunoseguro.