Opinión

La falsa seguridad de los casos asintomático

En estos días estamos siendo bombardeados por la información de la proliferación de brotes y rebrotes por doquier y no sólo en España. Prácticamente no queda lugar en España que no haya sufrido la aparición de casos positivos para SARS-CoV-2, muchos de ellos asintomáticos. ¿Significa eso que volvemos a la situación previa al confinamiento el 14 de marzo pasado? Ni por asomo, las noticias y los comentarios que aparecen en los medios y en las redes van desde la creación de una sensación de pánico hasta la mayor de las indiferencias, y no sé lo que es peor. Creo sinceramente que estaría bien que se comentase menos en los medios y no porque me haya dado un ataque de censuritis, sino porque todo este alarmismo está produciendo más mal que bien en la población.

Muchos medios se encargan de establecer rankings de brotes y contagiados. Otra vez. Pero, ¿es lo mismo que en marzo? No. No es lo mismo, porque en marzo los casos confirmados eran menos del 10% de todos los casos que se producían en España. En el estudio de prevalencia realizado por el Ministerio de Sanidad se estimó que tan solo un 5,3% de los españoles había sido infectado por el SARS-CoV-2. Es decir, unos 2,5 millones de personas, sin embargo, el número de confirmados por Covid-19 por PCR tan sólo era de unos 300.000, el 12% aproximadamente. 

¿Por qué ocurrió esto? Simplemente porque en el momento álgido de la pandemia los casos positivos se confirmaban únicamente en las personas que llegaban a los hospitales y poco más. Muchas personas pasaron la enfermedad de forma asintomática o con pocos síntomas, pero sin problemas y en su casa. Incluso muchas personas llamaron a los centros de salud indicando tener síntomas y se les conminó a quedarse en casa y tomarse los típicos analgésicos y antipiréticos a sabiendas de que muchos no sufrirían un agravamiento mayor.

Por eso, en marzo, el número de positivos confirmados por PCR fue mucho menor que el total de positivos reales. En torno al 10%, como he dicho antes. Podemos pensar, por tanto, que el 90% de las personas pasaron la enfermedad sin muchos problemas. Pero eso no quiere decir que no contribuyeran a distribuir el virus, todo lo contrario. 

Ahora, los asintomáticos están siendo rastreados a partir de personas que muestran síntomas. Si el seguimiento se hace bien, y éste es un punto esencial, a partir de una persona con síntomas se pueden detectar y confinar a aquellos contactos que aún no están desarrollando los síntomas o que van a pasar la infección de una manera asintomática.

Si hay suficientes rastreadores y hacen bien su trabajo, cada confirmado por PCR debe ir acompañado de familiares y amigos que puedan estar infectados y que deberán confinarse para dejar pasar el tiempo en el que pueden seguir contagiando. Ése es el mecanismo más útil que asegure que el virus no entra en una fase de dispersión incontrolada, la fase de difusión comunitaria. Es el mecanismo que han llevado adelante países como Corea, tomados como ejemplo de control. Aunque visto lo visto en España y las excusas que se nos dan, me temo lo peor. 

Las noticias que estamos recibiendo muestran que el sistema de rastreo que debería haberse puesto en marcha nada más salir del confinamiento, incluso al iniciarse la fase 1, no parece haberse activado como debiera. En algunas autonomías hay muchos menos rastreadores de lo que se debiera, y este procedimiento es esencial. Sin el control de los casos confirmados y sus contactos, la difusión del virus pasará a ser comunitaria en poco tiempo.

Debemos recordar que el día 14 de marzo entramos en confinamiento con pocos casos confirmados pero que estudios posteriores indicaron que entre principios y mediados de febrero el virus ya se dispersaba entre la población sin ser detectado. Ahora podemos detectarlo, pero sin un sistema de rastreo eficiente y el control de los contagiados el virus volverá a dispersarse entre nosotros sin control alguno y en poco tiempo. No está siendo tan rápido como en febrero-marzo gracias a los controles actuales, pero si no queremos que se descontrole debemos extremar la cautela y exigir que se realicen los rastreos.

Las autoridades no pueden decirnos ahora que no han tenido tiempo para prepararse. Ése no es un argumento aceptable. No, con lo que hemos vivido y las medidas que se han propuesto desde el principio. Sin una atención primaria y un sistema de rastreo eficientes volveremos a tener los hospitales colapsados en poco tiempo y no puede haber excusas. 

Debemos tener en cuenta un aspecto también importante. Ni las personas que pasan esta infección de manera asintomática ni aquéllas que se encuentran en la fase presintomática son culpables de nada. Nadie es culpable por haberse infectado, a no ser que le haya ocurrido por no seguir las normas básicas para prevenir el contagio o por ir y realizar fiestas Covid para infectar e infectarse; una mamarrachada sin sentido por otra parte.

Fuera de este tipo de imbecilidades, una persona que no tiene síntomas no sabe que está infectada y, aunque ya sabemos que tiene capacidad de infectar a otros, al no saberlo la persona, no puede confinarse para no contagiar a otros. Pero una persona que ha dado positivo en PCR sí tiene la obligación de confinarse, de recordar con quién ha estado, con quién ha interaccionado y avisar a las autoridades sanitarias y a los propios implicados para que se tomen las medidas adecuadas que eviten que puedan contagiar a más personas. Es simple, no creo que haya que estudiar mucho para llegar a esta conclusión. 

Otro aspecto a tener en cuenta es conocer dónde puedo ponerme en peligro de infectarme. El uso de mascarillas, incluso en lugares abiertos donde la distancia de seguridad es imposible, evita los contagios. No creo que debamos volver a este debate. Cuantas menos partículas de saliva emitamos al aire, menos posibilidad hay de que lleguen a otra persona. Tampoco hay que ser muy listo para entenderlo. Y las mascarillas evitan que las partículas salgan de nuestra boca y lleguen al aire. Por eso me preocupa mucho ver a gente hablando con el móvil sin la mascarilla puesta, o con la mascarilla usada como cubrebarbillas, o por debajo de la nariz y estornudando, o fumando sin la mascarilla deleitándose expulsando el humo, etc, etc…, sin importarles nada con quién se cruzan. 

A este respecto, uno de los mayores problemas se encuentra en los lugares cerrados. Un estudio reciente aún no publicado ha encontrado que las partículas de saliva con virus pueden viajar hasta 5 metros en una habitación cerrada. Creo que si la habitación hubiese sido más grande nos habríamos dado cuenta de que el virus puede estar en el aire más tiempo y llegar más lejos. Y eso indica que los lugares cerrados son un gran problema, especialmente si no se llevan mascarillas. Los mayores brotes se han producido en reuniones familiares y centros de ocio donde se acumulaban personas sin mascarilla en lugares cerrados: bares, restaurantes, bares de copas, discotecas, etc…

Es también una ecuación simple. Una persona respirando de manera normal libera muy pocas partículas de saliva. Hablando bajo, pocas; hablando alto; muchas más; gritando; muchísimas más. Si ríe, tose o estornuda, liberará muchas más partículas. Si esta persona está contagiada pero es asintomática o aún no presenta síntomas, sus virus están proliferando en su garganta y región nasal por lo que cuanto más tiempo esté en un lugar cerrado más posibilidad tendrá de infectar primero a los más cercanos y posteriormente a los demás. Mucha gente se ha infectado de esta manera. Es muy fácil de entender, no hace falta ser muy inteligente para entenderlo, pero algunos no parecen enterarse. 

Ya sabemos cómo se transmite el virus, por lo que hay que usar mascarillas y mantener una higiene muy alta de las manos y evitar tocarnos la boca y la nariz si antes hemos tocado algo que pueda estar infectado. Ya sabemos que debemos mantener una distancia social suficiente y evitar un número de contactos alto. Ya sabemos que los lugares cerrados son más peligrosos que los abiertos, por lo que si hay que ir a un restaurante o bar, yo recomendaría la terraza, al aire libre. Y ya sabemos que si tenemos algo de síntomas hay que quedarse en casa; nada de ir a la compra o de que nuestro jefe nos obligue a ir a trabajar (ambas cosas han ocurrido). Pero, ¿estamos dispuestos a tener cuidado? No, por lo que observo en la calle, creo que no. 

La otra parte corresponde a las administraciones sanitarias. De las 17 administraciones autonómicas que tenemos en España y del Ministerio de Sanidad. Su objetivo es controlar los brotes y evitar la dispersión comunitaria y me temo que no lo van a conseguir. Muchos hablan de Reinos de Taifas y comienzo a darles la razón. Si no se refuerza la atención primaria, si no se refuerza el sistema para detectar a los positivos, si no se aumenta el número de rastreadores, si no se aumenta la plantilla, no se podrán controlar los contactos y no se podrán confinar a los asintomáticos o presintomáticos antes de que sigan dispersando el virus. Y a todo esto hay que añadir que, el haber pasado la enfermedad no quiere decir que no te vuelvas a infectar, aunque sea leve y no puedas volver a diseminar el virus. Todo esto está aún por ver. Así de sencillo; así de complejo. 

Ya es hora de que todos, ciudadanos y administración pública competente -espero no tener que decir incompetente-, atendamos a lo que se nos está diciendo desde la ciencia y desde las recomendaciones básicas y simples desde hace tiempo.

Si los ciudadanos nos saltamos las normas y las autoridades no cumplen con su obligación, en otoño, cuando lleguen los resfriados y la gripe todo será un caos y el confinamiento, de nuevo, lo tendremos asegurado y más aún si pensamos que los colegios, institutos y universidades van a funcionar tal cual. 

#Estodependedenosotros.