Opinión

Los espacios culturales y las medidas antiCOVID

A estas alturas de la película de terror que estamos viviendo ya nada puede sorprender. Tenemos medidas que llegan tarde, rastreadores y apoyos de la atención primaria de salud que no se han incrementado, confinamientos que afectan a una acera de una calle pero no a la otra, que permiten movilidades en transportes púbicos atestados de unas zonas a otras, medidas que se aplican hoy, pero no mañana para volver a aplicarse a los pocos días y cosas por el estilo. A todo esto hay que sumar la falta de capacidad de cierta población para entender que las medidas de protección son para evitar muertes, parece que son inmunes al sufrimiento de los demás. Los platillos de la balanza con la salud en un lado y la economía en otro no consiguen mantener el fiel en la parte central, el equilibrio es muy precario y eso tiene consecuencias a futuro.

La lucha entre salud y economía se libra de forma enconada. Es evidente que una situación tan crítica no se puede mantener por mucho tiempo, pero también debería ser evidente que la economía depende enormemente de la salud y la seguridad de la población. No entiendo cómo no nos hemos dado cuenta ya que lo fundamental es que el sistema sanitario no colapse, porque, si colapsa, el número de muertos por COVID y por otras enfermedades a las que no se podrá atender adecuadamente será inconcebible. Aunque algunos, que no aportan nada de nada, ya se encargarán de buscar culpables cuando esto ocurra.

Mientras nos debatimos entre las medidas que hay que tomar, hay un sector, el cultural, que parece totalmente olvidado. Mientras hablamos de bares, restaurantes, bares de copas y discotecas, los conciertos, teatros, auditorios y demás actividades como que no importan mucho. Se toman medidas para reducir el aforo de terrazas y bares, pero no se piensa en los teatros y su casi nula capacidad de contagio. Incluso se anularon eventos como el Festival de la Guitarra de Córdoba que se celebraba al aire libre, espacio que sabemos que es ideal para actividades y más aún cuando llevas mascarilla. Así que voy a presentar algunos cálculos para que piensen en espacios, condiciones y peligrosidad. 

El Gran Teatro de Córdoba tiene un aforo total de unas 1.000 localidades. Actualmente está funcionando al 65%, es decir, unas 650 localidades en total. El patio de butacas y la caja escénica suman un total de 567 metros cuadrados y su altura es de 15 metros. Eso hace un total de 8.505 metros cúbicos de capacidad, sin contar los palcos. Es decir, que en la situación actual 650 personas más los actuantes y personal de asistencia, supongamos unas 700 personas, se encuentran en ese espacio cerrado. La particularidad de un espacio de este tipo es que excepto quienes actúan, el resto de personas se encuentran con mascarilla y calladas. No he de insistir más en que respirando normalmente la cantidad de aerosoles es mínima, y más con mascarilla puesta, mientras que aumenta cuando hablamos, reímos, gritamos o tosemos y estornudamos. Por tanto, tenemos unas 700 personas calladitas y con mascarilla en un espacio total de 8.505 metros cúbicos de aire, que puede renovarse con el sistema de aire. 

Ahora vayamos a otro espacio, un gran supermercado con una superficie de unos 1.500 metros cuadrados de superficie y una altura de unos cinco metros. Eso hace un total de 7.000 metros cúbicos. Más o menos como el teatro. La gran diferencia se encuentra en que en esta superficie las personas no están calladas, algunas se quitan la mascarilla para hablar por el móvil o las tienen por debajo de la nariz todo el rato, se mueven de un lado para otro y se agrupan en ciertas zonas llegando a una densidad peligrosa donde hablan e interaccionan entre ellas. Es decir, la liberación de aerosoles es mucho más alta. Para mí en el supermercado hay más peligro que en el teatro, pero parece que no se aprecia ese peligro.

Y ahora vayamos a un bar. Dentro el volumen de aire es mucho más reducido. Supongamos un bar de unos 100 metros cuadrados y unos cuatro metros de alto, total 400 metros cúbicos. En aforo reducido y en el interior, unas 30 personas que están sin mascarillas, hablando en grupos, riendo, estornudando si hace falta. Mucho más peligroso que el teatro y el supermercado. La cantidad de aerosoles que se emiten en poco tiempo es enormemente superior. Si, además, las mesas no están lo suficientemente separadas, los grupos de personas comiendo y bebiendo sin mascarillas puestas pueden transferir los virus de unas a otras muy fácilmente. 

Con estos cálculos y reflexiones sólo quiero mostrar que las medidas deben tener en cuenta la peligrosidad de las actividades y su contexto. Los cierres de teatros y actividades culturales se han explicado por el hecho de que las personas van a entrar y salir de estos centros compartiendo un pasillo durante poco más de un par de minutos. La estancia dentro del teatro no se considera peligrosa por los motivos que he esgrimido anteriormente. Sin embargo, algunas personas pueden haber estado durante muchos minutos en el interior de un bar antes de la función y sin mascarillas. O pueden haberse pasado toda una jornada laboral con mascarillas en un despacho de 10 metros cuadrados y tres de altura (30 metros cúbicos) con dos o tres personas hablando entre ellos o por teléfono antes de asistir al teatro. En estos dos casos y en otros muchos muy comunes en el día a día, el asistir a una obra de teatro o a un concierto durante poco más de hora y media, con mascarilla y calladitos, es la menos peligrosa de las actividades del día. Sin embargo, la limitación de aforo en los teatros es demencial. En fase 4, en la que nos encontramos, 200 personas para un espacio de miles de metros cúbicos de capacidad. Imposible de sostener y de entender.

Si se quiere abordar el control de los contagios hay que tomar medidas adecuadas, forzar a que se mantenga una aireación de los lugares públicos y controlar los aforos según las particularidades de los lugares. Y si hace falta más personal para controlar los aforos y hacer que algunos especímenes de la ciudadanía se tomen esto en serio, que se contrate. Los hospitales se están llenando de nuevo y los sanitarios ya acaban destrozados en su jornada laboral en la que no pueden parar.

Tenemos dos opciones, o se paraliza todo de nuevo hasta controlar otra vez los contagios o se mantienen las actividades económicas, pero con un control férreo y cierta cabeza a la hora de determinar qué es peligroso y qué no lo es en este preciso momento. Cualquier otra opción nos lleva al colapso del sistema sanitario y a los incrementos en la mortalidad por todas las causas.

#Estodependedenosotros, aunque parece no nos queremos dar cuenta.