Opinión

¡Envejecemos!

El título del artículo de hoy es obvio, todos envejecemos. Casi podríamos decir que empezamos a hacerlo desde que nacemos o, incluso, desde que nuestras células comienzan a dividirse para ir dando forma al cuerpo conforme nos desarrollamos en el útero materno. Me atrevo a decirlo así ya que hay genes que, al funcionar de manera anormal durante la gestación, pueden hacer que ya lleguemos al mundo con problemas típicos del envejecimiento. Por ello, sí, envejecemos. De manera individual no es mucho problema ya que todos sabemos que eso va a ocurrir y sabemos más o menos cómo nos va a afectar. Pero el problema es que la población en general está envejeciendo a pasos agigantados. Hace unos días los periódicos se hacían eco de que en la provincia de Córdoba el porcentaje de personas mayores de 65 años ya era superior al de las personas jóvenes menores de 18 años. Además, el grueso de la población cordobesa se encuentra en torno a los 43 años de edad. Es decir, la mayoría de la población actual ronda la cuarentena. Esto también afecta a España y a Europa de la misma forma y va a ser un gran problema dentro de nada. Y digo eso porque dentro de 20 años –es decir, a la vuelta de la esquina–, la mayor parte de la población cordobesa, española y europea se encontrará en torno a los 65 años de edad. Evidentemente eso conlleva importantes problemas de índole individual, social, sanitaria, política y económica. Así que o nos ponemos las pilas ya y empezamos a pensar en qué debemos hacer o nos tendremos que enfrentar dentro de poco a una situación social muy grave. 

Para afrontar este problema debemos conocer las causas de porqué envejecemos y qué podemos hacer para retrasar lo inevitable. Hace unos meses comentaba que envejecer es ir acumulando algunas “goteras”. Estas goteras no son más que el resultado de la propia actividad vital de nuestras células y la acumulación de residuos o basura celular de difícil eliminación. Básicamente, la acumulación de esta basura celular es lo que hace que a las células les sea más difícil funcionar bien. Explicándolo más plásticamente, nuestras células van acumulando cosas como si de un trastero se tratase y todos nos imaginamos lo complicado que es encontrar algo en un trastero desordenado. Por tanto, para envejecer de una manera más activa y con menos problemas debemos llevar una vida que evite la acumulación de esa basura celular o que permita mantener activos los mecanismos que la eliminan de la manera más efectiva. 

Y, ¿qué podemos hacer para activar estos mecanismos? Por mucho que se ha trabajado en los últimos años en el tema, los procedimientos que han mostrado una capacidad mayor para enlentecer el paso del tiempo son muy simples: dieta sana, equilibrada y rica en productos bioactivos (polifenoles, flavonoides, carotenoides, etc…), mantener una moderada/alta actividad física de la manera más continua posible y mantener una actividad social y cultural alta. Así de simple y así de efectivo. Todos estos procedimientos actúan de manera conjunta para mantener la actividad biológica de nuestras células de la manera más equilibrada posible. Nuestras células necesitan estímulos para poder funcionar bien y esos estímulos los tenemos todos los días en la comida, en la actividad física y en la actividad cerebral. Son cosas que hacemos todos los días, minuto a minuto. Pero si tomamos una dieta pobre en productos frescos, somos sedentarios pasando horas eternas delante del televisor y no hacemos más actividad social que la de chatear o ver la tertulia-pelea televisiva de turno, entonces estamos privando a nuestras células de los estímulos necesarios para poder funcionar bien y acabaremos perdiendo facultades a mayor velocidad. 

Por otro lado, también hay que tomar medidas inmediatas a nivel social. Nuestros servidores públicos no pueden estar más tiempo mirando hacia otro lado. La población va a envejecer sí o sí y su bienestar futuro depende de lo que hagamos hoy. Así que tenemos que aplicar el dicho, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Porque el mañana está justo ahí delante, sí o sí. Lo más urgente es comenzar a aplicar terapias preventivas. La población va a envejecer y con el envejecimiento llegan una serie de problemas crónicos que afectan especialmente al colesterol, la diabetes tipo II y la hipertensión. Pero claro, para eso tenemos la casi infinita lista de pastillas que nuestros mayores toman. Pero, si, como ya se ha demostrado científicamente, podemos retrasar o evitar la llegada de estos problemas y, por tanto, la necesidad de las pastillas con medidas preventivas basadas en la nutrición, actividad física y social, ¿a qué estamos esperando para ir concienciando a los ciudadanos de que deben adoptar cambios en los hábitos de vida que les mejorará en el futuro? ¿A qué estamos esperando para especializar a los médicos en geriatría y gerontología para que eviten la ingesta crónica y abusiva de medicamentos para bajar el colesterol, la glucosa o la tensión cuando podrían hacerlo modificando simplemente los hábitos de vida? ¿A qué estamos esperando para que especialistas en nutrición y actividad física entren en los centros de salud para tomar las riendas de campañas de concienciación que mejoren la calidad de vida durante el envejecimiento y a la vez eviten la epidemia de sedentarismo, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares que se nos viene encima? 

Desde hace años sabemos lo que se puede hacer para mejorar nuestra calidad de vida conforme avanza la edad. Desde hace años estamos conociendo de qué manera actúan los procesos que hacen que podamos envejecer de manera más activa y saludable. Desde hace años estamos estudiando los mecanismos moleculares que están implicados en una mayor calidad de vida y salud. Y, tal vez, desde hace años lo que estamos haciendo es buscando una píldora que nos permita ser sedentarios, comer lo que queramos y no hacer nada con nuestro cerebro pero que nos permita vivir más y mejor. Lástima. Pero el tiempo apremia, y la llegada de una población envejecida está a la vuelta de la esquina. Si no hacemos algo y lo empezamos a hacer ya, llegaremos tarde.