Opinión

Con el cáncer no se juega: Pseudoterapias y otras yerbas (II)

La repercusión mediática y social de la reciente muerte de Pablo Ráez tras su larga lucha contra la leucemia demuestra una alta sensibilidad social frente a los casos de cáncer que acaban dramáticamente pese a los intentos de los médicos por luchar contra un enemigo tenaz, implacable y brutal que hará todo lo posible por evitar todo aquello que le pueda atacar. En el caso de Pablo,incluso la transfusión de células madre no funcionó aunque sabemos que a muchos sí que les ha permitido nacer de nuevo. Su lucha incesante y su capacidad para llegar a otros han conseguido aumentar la cantidad de donantes de médula ósea para otros muchos casos que, esperemos, acaben en éxito con el renacer de los pacientes.

El caso de Pablo o cualquier otro caso en el que los esfuerzos médicos no consiguen atajar el crecimiento canceroso no puede ser usado como excusa para ponerse en manos de terapias inútiles, absurdas, sin base científica o, peor aún, peligrosas. En el anterior artículo me centré en una de ellas, la supuesta alcalinización y su efecto protector o curador sobre el cáncer, y en otro anterior en la homeopatía, tratamiento supuestamente milagroso para el cáncer o para cualquier otra dolencia que se nos ocurra. Pero lo peor es que hay más, muchas más y, algunas, además de absurdas, peligrosas. En este segundo artículo intentaré desmontar algunas de ellas, especialmente las más peligrosas pero pueden encontrar esta información y mucha más en un documento titulado “Mitos y pseudoterapias creados en torno al cáncer” publicado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) hace unos días. Lo pueden encontrar en la siguiente dirección: http://ep00.epimg.net/descargables/2017/01/20/a659f535bede6c4dbc9584aedeb5a620.pdf .

En este documento podrán encontrar algunas tan interesantes como descabelladas como la angeloterapia, basada en la comunicación con ángeles; el biomagnetismo, basado en la curación con imanes; la BioNeuroEmoción, en la que las enfermedades tienen todas su origen en un conflicto psicológico por lo que basta con buscar la emoción que nos está perjudicando para curarnos; la dianética, bastante difícil de explicar para éste que les está escribiendo; y, finalmente algunos que otros preparados de extractos florales, vegetales o minerales con efectos milagrosos para la curación del cáncer o de cualquier cosa que se nos ocurra. Ni que decir tiene que ninguna de estas terapias ha sido probada y ninguna de ellas se ha sometido a ningún tipo de estudio científico riguroso que determine su fiabilidad, su seguridad, su capacidad de curación o de hacer algo, aunque sea poco. Curiosamente he llegado a leer excusas para explicar por qué en estos casos no se han abordado los costosos estudios clínicos a los que se debe someter cualquier compuesto químico o tratamiento terapéutico basadas en que, ya que son terapias baratas, no se puede abordar por falta de fondos o en la sempiterna excusa de que a un cónclave de conspiradores universales en la sombra no le interesa que sepamos lo mucho y lo bien que nos van a curar estas terapias.

Todas estas terapias, y otras muchas, son inútiles, pero, si se combinan con las terapias tradicionales como la quimioterapia o la radioterapia no nos van a afectar demasiado. No obstante, se vuelven tremendamente peligrosas si se convierten en una alternativa a las terapias convencionales ya que su incapacidad para afectar a dejaría a las células tumorales el campo abierto para invadir todo el cuerpo y matarnos. Pero hay otras terapias peores, mucho peores. Una de ellas es la rimbombante terapia basada en la Solución Milagrosa Mineral o MMS del inglés “Miracle Mineral Solution”. Según sus vendedores, esta milagrosa solución sirve para todo: resfriado, acné, diabetes, autismo, malaria, SIDA y cáncer entre otras muchas enfermedades. Para lo que ustedes quieran, vaya. Pero, claro, nadie ha hecho ninguna prueba clínica. ¿Y, por qué? Muy simple, porque a nadie se le ocurriría aprobar una prueba clínica con una solución concentrada al 28% de un compuesto similar a la lejía. Sí, han leído bien, la lejía. La lejía es hipoclorito de sodio y nuestra solución milagrosa es clorito de sodio, básicamente lo mismo pero con un oxígeno más. La red está llena de comentarios a favor de esta desinfectante solución, pero, teniendo en cuenta su naturaleza química, si quieren quedar la mar de limpios, especialmente en su esófago, estómago e intestinos, no lo duden, úsenla. Será lo último que tomen, eso sí, aunque posiblemente no les vendan nada más que agua con un sabor extraño y acaben timados como la mayoría de los demás clientes.

Pero no es la única terapia absurda y peligrosa que anda por ahí. Otra muy llamativa a mi entender es el lavado de colon o hidrocolonterapia. Como ya podrán entender, esta llamativa terapia se basa en introducir por el ano una considerable cantidad de agua para lavar los intestinos y limpiarlos de supuestas toxinas que nos dañan. Lavaremos a las toxinas y a muchos de los miembros de la flora intestinal que tan útil nos son. Esta terapia añade algunos extractos de plantas y supuestas vitaminas para hacer más sana la experiencia de llenarnos el recto y el colon de agua. Pero no crean que esto queda ahí, otra terapia, la terapia Gerson está basada en una dieta compleja con muchos suplementos vitamínicos y enemas con café, o lo que es lo mismo, tomar el café pero por el orificio contrario. ¡Muy edificante!

Podemos encontrar también un sinnúmero de terapias basadas en extractos de plantas, suplementos nutricionales, suplementos vitamínicos o de cualquier otra cosa. Todos ellos basados en la fuente natural de los extractos. Pero, ¡cuidado!, el ricino, la cicuta, la faloidina de la amanita, el taxol del tejo, el estramonio, la belladona y otras muchas plantas y extractos son totalmente naturales pero completamente venenosos y mortales a determinadas concentraciones. Lo curioso del caso es que los compuestos químicos en los que se basa la quimioterapia usada en clínica, tras complejos estudios clínicos que duran años, son compuestos procedentes de este tipo de organismos vegetales o de animales con capacidad tóxica. Pero en la quimioterapia, el uso de estos compuestos está controlado y la dosis es la adecuada para matar a las células tumorales sin matarnos en el intento, ¿se pondrían en manos de cualquier extracto incontrolado sin que nadie conozca verdaderamente qué contiene? Yo que ustedes, no lo haría.

Otros extractos contienen mezclas más o menos complejas de antioxidantes o compuestos con supuesta actividad antioxidante. En principio son inocuos pero, como tratamiento pueden ser un problema. Una de las características de las células cancerosas es su capacidad defensiva. Estas células tienen activados todos los sistemas defensivos que afectan a la reparación del ADN, a la expulsión de sustancias tóxicas, a la protección frente a la muerte celular y, además, a la capacidad antioxidante. Así que añadir antioxidantes a un tratamiento quimioterápico que intenta matar a estas células es como suministrarles munición para que se defiendan contra algunos de los compuestos que pretenden dañarlas. Las estaríamos protegiendo frente a parte de lo que se nos está dando para matarlas. Claramente no es una buena idea. Pero, además, teniendo en cuenta que el cáncer se puede producir por muchos y diferentes factores que van desde hormonas, irradiación, compuestos químicos, infecciones víricas o, simplemente, errores en la duplicación del ADN, usar antioxidantes para prevenir el cáncer es bastante ineficiente ya que una mutación debida a un daño oxidativo es solo uno de los muchos factores que pueden causar un cáncer con lo que sería como taparte con una mano cuando estás debajo de un aguacero.

No quiero terminar este capítulo con mensajes negativos. Otras muchas terapias como la Gestalt, Naturalista, Reiki, Reflexiología y demás no son peligrosas aunque sí inútiles desde el punto de vista de la curación pero sí pueden ayudar al tratamiento si consiguen que podamos enfrentarnos al cáncer de una forma positiva. Desde niño he sentido que el cáncer era como una enfermedad maldita sobre la que nadie quería hablar, como una losa que caía sobre el paciente y sobre la familia. Tal vez sería porque mis abuelos murieron a causa de esta enfermedad cuando era muy pequeño. Hoy en día mi apreciación ha cambiado mucho. Las campañas sobre el cáncer y, en especial, sobre el cáncer de mama me parece que han socializado el problema y ahora se afronta de otra manera, más positiva. Y ser positivo ayuda mucho a afrontar el tratamiento, a hacer frente a los efectos secundarios y a intentar llevar una vida lo más normal posible pese al tratamiento y a las visitas al hospital. Y, como en otras enfermedades, afrontar el cáncer con optimismo siempre va a ayudar. Por eso la actitud de Pablo Ráez es la que hay que adoptar. Aunque la enfermedad haya ganado finalmente, su capacidad de transmitir ese optimismo y esas ganas de afrontar la enfermedad de seguro que habrá ayudado a muchos otros enfermos que podrán curarse a partir de la campaña que él mismo inició. Mi mayor apoyo a su familia, su hijo ha hecho algo muy grande.