Opinión

Aún no hay tratamiento para el coronavirus

Entiendo que los ciudadanos estemos preocupados por lo que ocurrirá mañana, o dentro de una semana, o en un mes. No es para menos. Estamos siendo bombardeados con noticias y, peor aún, predicciones, minuto a minuto. Por primera vez en nuestra vida estamos confinados en casa sin que tengamos miedo a un enemigo palpable y a sus aviones y sus bombas como sufrieron nuestros abuelos. Estamos metidos en casa por algo que no vemos y que muchos no entienden, pero que puede acabar con tu vida igual que hace una bala o una bomba. Aunque este enemigo te mata por dentro, desde dentro, sin verlo venir y sin que puedas hacer nada para evitarlo una vez que te ha contagiado.

Las personas tendemos a actuar por impulsos viscerales. Sí, nos llamamos racionales, pero el primer impulso es sobrevivir. Por eso en cuanto sale alguna información, la gente tiende a salir a escape a buscar lo que se supone que va a ayudar. Aun no entiendo qué hizo que muchas personas fuesen a buscar papel higiénico como si fuesen a tener una diarrea incontenible, aunque el SARS-CoV-2 provoca problemas respiratorios no diarrea. Muchos incluso fueron a acaparar mascarillas e incluso salen a sus balcones con mascarillas como si el coronavirus fuese a escalar 3 o 4 pisos buscando sus gargantas. No, la cosa no funciona así. 

Hay que preocuparse de dos cosas importantes relacionadas con los tratamientos contra esta enfermedad, la Covid-19. Esas dos cosas son, dejarse llevar por pseudoterapias basadas en productos inútiles o muy peligrosos y acaparar medicamentos que no sirven para prevenir la enfermedad y que sí que sirven para otras personas. En esta columna me voy a centrar en el segundo de los problemas, aunque permítanme decirles contundentemente que no se les ocurra seguir a gurús o charlatanes que venden hierbajos, pócimas o productos químicos peligrosos como el MMS, que no deja de ser un desinfectante parecido a la lejía, diciendo que curan algo. Es una burda mentira y pueden acabar muy mal si los toman si están sanos y no les servirá para nada si están enfermos. Esa gente solo quiere vender su basura inútil para ganar dinero a costa de su salud. Más claro no se lo puedo decir. 

Una vez dicho esto, vamos a los tratamientos. Lo primero que hay que entender es que no hay tratamiento específico para afectar a la infección por un virus. Hace unos días ya indiqué que los virus utilizan la maquinaria celular para proliferar. Infectan las células, utilizan su genoma para generar sus proteínas y sus moléculas se vuelven a ensamblar dando lugar a miles de réplicas del virus. Excepto en el caso de unas cuantas proteínas específicas del virus, apenas hay donde atacar para impedir que el virus se replique. 

A todo ello hay que añadir que no hay fármacos para todo. Los compuestos químicos que utilizamos como fármacos activan o inhiben proteínas que afectan a actividades que funcionan anormalmente o que son específicas de organismos que nos atacan. Los antibióticos actúan afectando actividades de enzimas propias de las bacterias y no nos afectan porque nosotros no somos bacterias. Pero en el caso de los virus, todo es más complicado ya que las proteínas que utilizan para proliferar son las nuestras. Bueno, no tanto, excepto en algunos casos como la enzima llamada transcriptasa inversa que algunos virus utilizan para poder fabricar su descendencia. Esa enzima no la tenemos nosotros y se ha encontrado algunos compuestos que la inhiben por lo que los virus que la utilizan no proliferan bien, como en el caso del VIH. El problema con el SARS-CV-2 es que no tiene transcriptasa inversa. Aparte de eso, no tenemos más herramientas contra estos virus. Y lo que es peor, nada directo contra este nuevo. Se está intentando utilizar algunos fármacos contra proteínas que rompen otras proteínas y que actúan en algunos virus como el del Ébola o del SIDA, pero los resultados no están claros y aún no se han probado en seres humanos. 

Debido a la complejidad para atacar a los virus, todos los científicos clínicos en todos los países están buscando tratamientos que bloqueen la proliferación del virus. Se está buscando de todo, desde antiinflamatorios a vitaminas como la C, desde bloqueantes de la endocitosis a fármacos que “funcionaron” para otros virus. Por si no nos hemos enterado aún, este virus es nuevo y no disponemos de ningún fármaco contra él, así que hay que improvisar. Pero esta 'improvisación' está fundamentada en ralentizar la evolución clínica de la infección y evitar la neumonía que acaba produciendo las muertes. Por eso estos fármacos son utilizados para las personas más graves, las que se encuentran en los hospitales y que requieren de más tratamiento, no para prevenir la infección. Así que no vayan a las farmacias a comprar todo compuesto del que oyen hablar en las redes sociales, no les quiten los fármacos a quienes los necesitan. 

Se están realizando innumerables ensayos clínicos en todo el mundo. Algunos son más exitosos y otros menos. El problema es que ante una sociedad necesitada de algo que ayude a curar la COVID-19, toda información prematura puede ser un enorme problema. Por poner un par de ejemplos, hace unos días se difundió como un virus que el ibuprofeno podría agravar la progresión de la enfermedad. No hay aún datos ciertos, pero la gente acabó acaparando paracetamol, creyendo que podía ayudar a no infectarse. De todas formas, el paracetamol es más efectivo contra los síntomas del resfriado, la gripe o los débiles del coronavirus, pero no previene nada. 

Otro de los fármacos estrella es una antimalárico, la cloroquina o un derivado, la hidroxicloroquina. Este fármaco está siendo considerado como un buen candidato y, administrado junto con un antibiótico como la azitromicina, como posible cura contra el virus.  Hasta Donald Trump, haciéndose eco sin contrastar mucho la información, catapultó las bondades de esta combinación a niveles nunca sospechados pese a lo erróneo del mensaje y considerado como una locura por el mundo científico. El problema es que los resultados obtenidos son muy parciales, basados en un estudio observacional que no ha sido contrastado con personas que no habían sido tratados y del que existen muchas y serias dudas. Además, este fármaco es usado para el tratamiento de la malaria y de la artrosisy la salida a la luz de su posible uso ha hecho que haya problemas de suministro por acaparamiento.  Un acaparamiento que afecta a las personas que verdaderamente necesitan de la hidroxicloroquina

Pero, además, el uso sin controlar de este fármacoestá produciendo la muerte de personas sanas que lo han utilizado,  incluso en una versión industrial para peceras, como medicamento para prevenir la infección. Este fármaco sólo pueden utilizarse bajo prescripción médica y en personas que no tengan problemas cardiacos debido a su toxicidad que puede acabar produciendo ceguera. Pero está claro que esta parte no se tiene en cuenta y que el miedo a infectarte hace que te tomes un producto tóxico que acaba contigo en el hospital o muerto. 

En otros casos se están utilizando compuestos que inhiben la tormenta de citoquinas que está detrás de la inflamación de los pulmones que acaba bloqueándolos. Las citoquinas son sustancias reguladoras que controlan el sistema inmunológico y las respuestas asociadas a éste. Las citoquinas que provocan la inflamación aumentan enormemente en respuesta a este virus en las personas hospitalizadas, en lo que se llama una tormenta de citoquinas. Por eso otros de los fármacos utilizados en los hospitales son inmunosupresores que pretenden reducir los niveles de estas citoquinas. Su efectividad está por demostrar aún.

Dicho todo esto, a ver si nos queda claro, los fármacos no se pueden tomar así como así y sin que un médico haya comprobado si el estado del paciente es el idóneo para que lo tome. La propia OMS ha avisado de que no se pueden tomar fármacos no testados en humanos. Y, además, no hay tratamientos para prevenir la infección por el virus excepto las vacunas, y contra este virus aún no hay vacunas aún, así que no tomen nada que no se les haya prescrito, dejen a los médicos hacer lo que saben hacer y no vayan a la farmacia a comprar lo primero que oigan o lean en las redes sociales, whatsapp o por cualquiera que pase por ahí.  

Mientras llega la vacuna, lo mejor para evitar la infección es mantener el cuidado, mantener la separación social, aumentar la higiene y protegerse, especialmente en lugares cerrados y mantener el confinamiento mientras se nos indique. No tomen nada, no acaparen medicamentos que a ustedes no les van a servir y que sí sirven a otros y no hagan casos a tratamientos milagrosos. Quien les diga que tal compuesto o tal 'medicina' cura el virus, les está mintiendo y les está poniendo en peligro.  

#YoMeQuedoEnCasa, #NosotrosNosQuedamosEnCasa.