Opinión

Año nuevo, ¿vida nueva?

Hace unos días me divertía con una viñeta en la que dos extraterrestres miraban a La Tierra. Uno de ellos preguntaba al otro: “¿qué es lo que están celebrando?” A lo que el otro contestaba: “que su planeta ha dado una vuelta más a su estrella”. Finalmente, el primero acababa preguntando: “¿pero no creíamos que eran inteligentes?”. La acidez del chiste está en la última pregunta, ¿de verdad somos tan inteligentes como nos creemos? Me temo que tal vez no lo estemos demostrando a tenor de lo que nos está ocurriendo delante de las narices y no nos damos cuenta. 

Es obvio que me refiero a la vigesimoquinta cumbre del clima que se ha acabado sin ningún éxito. Eso sí, Madrid ha sido el foco de atención durante quince días en los que hemos sabido cómo y cuándo llegó Greta Thunberg a qué sitio, cuánta gente la esperaba, cuándo apareció Harrison Ford en la cumbre y cómo era escoltado y cuántos días de más necesitaron las delegaciones de los países para firmar el fracaso. Aparte de eso, poco más sabemos y menos aún de lo que dijeron los científicos. Eso, mediáticamente hablando, no vende y, por tanto, nada sabemos del asunto. Lástima, ya que si nos queda algo que podamos hacer será de lo que sepan y propongan los científicos, aunque no serán ellos los que tomen las decisiones. 

Hay algo que debemos tener muy en cuenta, no podemos arrasar La Tierra. Nuestro Planeta lleva girando alrededor del Sol unos 4.500 millones de años y ya ha sido arrasado (desde el punto de vista humano) en muchas ocasiones durante este tiempo y de tal manera que no podemos ni imaginar. No, no vamos a salvar a La Tierra, somos nosotros los que debemos pensar en nuestra propia supervivencia y, si es posible, de una forma más racional a como lo hacemos ahora. Pero mucho me temo que va a ser imposible. Los países que liberan mayor cantidad de gases de efecto invernadero ni siquiera estaban en la cumbre y la mayor preocupación final fue cuánto costaba contaminar. La mayor discrepancia estaba en cuánto tenían que pagar los países contaminantes a aquellos que no contaminaban por su cupo de producción de CO2. El truco es sencillo, los países menos contaminantes no cumplen con su cupo y los que más contaminan pagan por la parte que no usan. La cumbre del clima no ha resultado más que ser un mercado donde se estipula un precio por contaminar y ni siquiera en eso se ponen de acuerdo. Irónico ¿no?

Hay algo que debemos empezar a considerar: en este sentido, el ser humano no controla nada. Hemos fabricado nuestras cuevas y nuestros medios de locomoción y una gran capacidad de comunicación, pero no controlamos las grandes fuerzas que mueven el planeta y esas grandes fuerzas están actuando sin que lo que hacemos influyan en nada. Ahora es verano en el hemisferio sur y en Australia no pueden con los incendios con temperaturas extremadamente altas y el próximo verano lo mismo ocurrirá en Rusia o en California o en Portugal o Galicia como está ocurriendo en los últimos veranos. Y eso está liberando COa la atmósfera sin que nosotros controlemos nada.

Así que debemos poner un poco de énfasis en atajar los factores que, sabemos ya, se van a agravar: altas temperaturas, menos lluvias o torrenciales y puntuales y más peligro de incendios. Pero seguro que poco se hará para prevenir y se llegará tarde para atajar el problema. Los países seguirán gastando ingentes cantidades de dinero, recursos y personal en protegerse de enemigos “humanos” cuando el principal factor contra el que deberán protegerse será el clima que hemos desequilibrado. 

Está claro que si aún queda tiempo, la solución pasa por liberar menos COquemando menos carbón y derivados del petróleo. Pero no piensen en coches eléctricos, ya que de poco sirve si para generar electricidad seguimos quemando carbón. A más coches eléctricos, más carbón quemaríamos y eso sería hacer un pan como unas tortas. Así que mientras potenciamos el uso de vehículos eléctricos que bajarán la contaminación de las ciudades, debemos aumentar la generación de energía eléctrica con renovables y sistemas generadores de menos COcomo la energía nuclear.

Sí, han leído bien, la nuclear. La energía nuclear tiene sus problemas, pero, salvo accidentes de los que ya deberíamos haber tomado nota, genera energía eléctrica de manera fiable y no depende de las condiciones atmosféricas, por lo que es buena como mecanismo compensador para aquellos días en los que la eólica, la hidroeléctrica, la solar o la geotérmica no puedan suministrar la suficiente para calentar la casa, iluminarla y cargar el coche, el patinete o la bici eléctrica o la tablet, el móvil, el ordenador y tantas y tantas cosas más.

Le hemos tenido un enorme miedo a la energía nuclear mientras liberábamos de una manera irracional aquello que ahora se ha convertido en nuestro mayor aporte al cambio climático y, de seguro, a nuestros mayores problemas futuros. Si a eso lo acompañamos de políticas de regeneración de bosques aumentando la biomasa vegetal, estaremos devolviendo el CO2atmosférico al ciclo de vida vegetal siempre y cuando no los volvamos a quemar como nos gusta hacer. Pero todas estas y otras más gestiones necesitan tiempo, esfuerzo, planificación y un objetivo claro. Y me temo que no se hará nada al respecto hasta que sea tarde porque, mientras nuestro particular Titanic se hunde, nuestros políticos seguirán deshojando la margarita de la cantidad de votos que obtendrán en las próximas elecciones si no molestan a nadie o no toman las riendas de nada.

Los seres humanos somos un peligro, pero sólo para nosotros y algunas otras especies y poco más. La evolución sigue delante de nuestras narices y apenas nos damos cuenta. Las pequeñas especies medran a nuestra costa y se mueven según los ambientes cambiantes, los únicos que no podemos movernos por haber colmatado el planeta somos nosotros. Y mientras deberíamos pensar en la efectividad de las medidas y en la rentabilidad de lo que se hace por el bien de todos, seguimos embelesados pensando en la rentabilidad bursátil o en los réditos a corto plazo, en la necesidad de subir, subir y subir. Y no todo es dinero. El dinero, sin futuro, no es más que papel fabricado con algodón transgénico. 

Desde hace 3.500 millones de años que creemos que apareció LUCA hasta ahora han ocurrido miles de situaciones climáticas y ambientales adversas para unas especies y beneficiosas para otras. Desde que apareció el primer animal hace unos 640 millones de años han ocurrido decenas de episodios de extinción masiva donde unos organismos desaparecieron y otros encontraron su oportunidad. Desde que hace unos 200.000 años el hombre actual comenzó a diseminarse desde unos lagos de África hasta el resto del mundo, el clima ha cambiado muchas veces y siempre ha producido efectos sobre las poblaciones e incluso ha acabado con imperios cuando ya disponíamos de registros históricos. Pero eso ocurría en un mundo casi despoblado respecto a la situación actual donde el ser humano ha llegado a niveles de plaga.

No podemos seguir aumentando la población y no podemos migrar a lugares vírgenes ya que éstos no existen para el ser humano. No podemos seguir desarrollando actividades que ya sabemos producen efectos dañinos a medio plazo. No podemos seguir urbanizando sin ton ni son, edificando en lugares que sabemos que la Naturaleza va a invadir tarde o temprano de manera catastrófica. No podemos seguir utilizando la inteligencia que decimos que tenemos para generar una riqueza fútil basada en guarismos en cuentas bancarias normales u opacas para seguir malgastando recursos por una efímera felicidad. 

No tenemos planeta de repuesto a donde ir. Pensémoslo y tengamos un feliz año en el que tomemos las riendas para salvar nuestro futuro.