Opinión

A vueltas con la hora

Una de las noticias redundantes dos veces al año es el cambio de hora. Los medios anunciaban el cambio de hora de todos los años de marzo y de octubre y a continuación venía una retahíla de comentarios, expertos, menos expertos y comentaristas de todo que hablaban de los pros, contras, historia de tal medida y cosas por el estilo. Tal es el alboroto que se ha formado siempre tras esta medida que la Unión Europea decidió tomar cartas en el asunto y lanzó una encuesta no vinculante a sus ciudadanos para saber su opinión. El resultado ha sido demoledor, el 80% de los que han contestado (la mayoría de ellos Alemanes) ha dicho que no la quiere y que hay que quitarla. Bien, yo ya opiné en esta columna en sentido totalmente contrario  y prefiero mantener los dos cambios horarios anuales que tenemos ahora (25 de marzo y 28 de octubre en 2018), pero la democracia es la democracia. Así que voy a intentar argumentar porqué prefiero que no se cambie y, en caso de que se cambie, porqué prefiero que se elija el horario de invierno para España. Es decir, cambiar nuestro huso horario al de Londres. Pero, al de Londres en verano no al de Londres en invierno. 

Comencemos por lo obvio. Todo el mundo sabe que el Sol aparece por el Este y se oculta por el Oeste. Bueno, todo el mundo no, los terraplanistas puede que opinen que no es así, pero eso no es tema para hoy. Por esa razón, en los países al este de España amanece más temprano y en los del oeste, solo Portugal y las Islas, lo hace más tarde. Eso significa que hoy, 1 de Septiembre, en Berlín amanece a las 6.17 mientras que en Madrid lo hace a las 7.41. Una hora y media más tarde que en Berlín. 

Por otro lado, todo el mundo sabe que la Tierra es casi esférica y que presenta un ángulo de desviación en su eje respecto al Sol. Bueno, todos no, los terraplanistas no saben o no quieren saber eso. Eso hace que el Sol modifique su periplo en el cielo diariamente de manera que tenemos más horas de sol durante el verano que en invierno (no, en los países del ecuador no ocurre eso, pero estamos hablando de España). Eso hace que el 21 de Junio en Madrid tengamos 15 horas de sol mientras que el 21 de diciembre tan solo haya 9.17. Una diferencia de 6 horas entre el día más largo y el más corto del año. Aun así no andamos muy mal ya que en los países más septentrionales, es decir, más al norte, las diferencias son más pronunciadas. En Berlín son 16.50 horas de sol en verano y 7.39 horas de sol en invierno mientras que en Londres son 16.38 y 7.50 respectivamente. Son 9.30 horas de diferencia entre invierno y verano. Y, conste, la mayoría de los países de Centroeuropa son más septentrionales que España. 

Con estas dos obviedades claramente constatables, no me extraña que Juncker haya propuesto dejar de cambiar la hora(lo han pedido los ciudadanos, aunque la participación global no haya sido mayor del 1%) y de mantenerla fija, que se mantenga el horario de verano. Es obvio, es el que más conviene a los centroeuropeos porque así pueden disfrutar de más horas de sol por la tarde en invierno ya que el sol se pone en Berlín a las 15.54 horas el 21 de Diciembre con el cambio horario y sin él se pondría a las 16.54. Pero, a cambio, no sé cómo van a soportar que amanezca a las 9.14. Eso ya lo veremos. 

Una vez puestas las cartas sobre la mesa vamos a analizar qué es lo que más conviene a los Españoles. De hecho, el Gobierno de Sánchez ya ha indicado que utilizará un comité de expertospara estudiar el asunto y el propio ministro de Exteriores, Sr. Borrel, ha dicho que, de no cambiar la hora dos veces al año, nos conviene el horario de invierno. Es decir, pasar a la franja horaria de Londres. Dos decisiones que considero oportunas y adecuadas. 

En primer lugar, yo sigo defendiendo el cambio horario anual por una razón muy simple, nos permite comenzar nuestra labor diaria lo más cerca posible del amanecer. En el artículo publicado hace casi dos años al respecto de este asunto indicaba que de no hacer el cambio horario acabaríamos llevando a los nenes al cole de noche. De hecho, de no cambiarse la hora el 28 de Octubre, el día 21 de Diciembre amanecería en Madrid a las 9.34 de la mañana, pero en Galicia lo haría casi a las 10 de la mañana. ¿Se imaginan levantar a los nenes de noche, darles el desayuno de noche y llevarles al cole de noche durante tres o cuatro meses al año (de Noviembre a Febrero)? Y todo ello solo para ganar una hora de sol por la tarde en invierno que no sé cómo se va a aprovechar si hay que acostar a los nenes una hora antes para que puedan levantarse aún de noche. Es una cuestión de equilibrio y la ventaja no la veo. 

Esto es lo que pasaría si al final se decide no cambiar la hora y mantener el horario de verano. Por eso opino que de no cambiar la hora habría que pasar al horario de invierno. Esto es, que el día más corto del año amanecería en Madrid a las 8.34 y anochecería a las 17.51 pero el más largo amanecería en Madrid a las 5.44 y anochecería a las 20.47. He opinado siempre que esas horas que hay de sol entre que amanece y suena el despertador, son horas perdidas, pero de no realizar el cambio de hora, esta es, en mi opinión, la mejor solución. Al menos, no habría muchos problemas para comenzar el día y, además, al anochecer algo antes nos iríamos a la cama con algo más de fresco por la noche. Eso sí, la hora de mayor radiación solar se adelantaría y puede que nos pillara saliendo del trabajo o del cole en los últimos días de clase en Junio. Les recomiendo analicen bien la situación y comprueben los horarios de su localidad antes de tirarse a la piscina. 

Y esto me lleva a uno de los grandes mitos y mantras que se utilizan para abolir el cambio de hora. El hecho de que produce graves trastornos en la salud, especialmente de ancianos y niños, y de que cambia los biorritmos. No voy a usar el argumento de que a mí no me pasa nada cuando se cambia la hora, ya que sería un argumento falaz, pero sí voy a usar un argumento más simple: el argumento de que semanalmente cambiamos nuestros biorritmos dos veces. Todos nosotros tenemos días laborables y días de fin de semana (no cuento los puentes). Todos los días laborables nos levantamos a una hora bastante mañanera (6.30 en mi caso) y nos acostamos más o menos a una hora acorde para poder tener un número de horas de sueño adecuadas (alrededor de 10.30 u 11 en mi caso). Pero eso solo ocurre cinco días a la semana mientras que dos de ellos (en algunos casos afortunados más), la cosa se trastoca totalmente y trasnochamos hasta las 12, 1 o 2 de la mañana y nos levantamos a las 9 o 10 del día siguiente. ¿A que es así casi para todos? Pues bien, no he oído a nadie que indique que esto que hacemos todas las semanas y fiestas de guardar afecte a la salud o produzca irritación o afecte a los biorritmos. Debe ser que aquí se cumple el dicho ese de “sarna con gusto no pica”. Es decir, que un cambio de 1 hora dos veces al año trastoca todo en nuestro cuerpo y nos pone en peligro pero un cambio de varias horas dos veces a la semana (comienzo del finde y vuelta al curro), no produce ningún peligro. Debe ser que hay un biorritmo findesemanero en nuestro cuerpo que nos previene del daño fisiológico de los cambios de actividad. 

El segundo gran mito es aquel que dice que hay que tener un horario acorde con la luz del sol. ¡Pero si el cambio horario nos permite tener ese mismo horario! Queramos o no, el Sol va a variar a lo largo del año. Va a ir saliendo cada vez más temprano desde el 21 de Diciembre hasta el 21 de Junio y cada vez más tarde desde el 21 de Junio al 21 de Diciembre a un ritmo entre 2 y 3 minutos al día. Igualmente va a pasar con el anochecer. Y eso lo va a hacer sí o sí. Entonces, ¿no es mejor que adaptemos nuestros relojes a estos cambios naturales?. El cambio horario nos permite despertarnos alrededor del amanecer (8.34 el 21 de Diciembre y 6.44 el 21 de Junio, en Madrid actualmente con el cambio horario) y comenzar nuestra actividad diaria a partir de ahí. Queramos o no el sol va a tener 6 horas de diferencia entre invierno y verano (9.17 horas en invierno y 15.04 horas en verano en Madrid) y eso no va a significar que vamos a trabajar menos en invierno que en verano, no, la cosa no va por ahí. De no hacer el cambio horario, o comenzamos el día de noche en invierno o tenemos un sol radiante a las 5.44 de la mañana en verano. ¿No ven ustedes la ventaja del cambio horario? Yo creo que es más ajustado a nuestro biorritmo mantener nuestra actividad educativa y de trabajo más cercana al amanecer que no hacerlo. Pero, hay gustos para todos. 

Como hay que dar argumentos, algunos han dicho que el cambio horario aumenta el número de accidentes de tráfico y laborales. No he profundizado en los datos de accidentes laborales pero sí he podido acceder a los de tráfico y utilizado los datos de la DGT de 2016 (http://www.dgt.es/es/seguridad-vial/estadisticas-e-indicadores/accidentes-30dias/tablas-estadisticas/2016/) para encontrar que este argumento no tiene ningún fundamento. En primer lugar, el número de accidentes en nuestro país es mayor en los meses de abril, mayo y junio, pero el cambio horario se produce en marzo y octubre, así que, ¿dónde está la relación? Los argumentos de quienes apoyan esta teoría hablan de la dificultad de la conducción al haber menos horas de sol o al no haber descansado, pero los datos de la DGT dicen que en los meses de invierno es cuando hay menos accidentes de tráfico siendo los de verano, cuando hay más luz del sol, los más preocupantes sin que ni marzo ni octubre sean especialmente relevantes. Curiosamente los datos de la DGT también resaltan que los accidentes se producen mayoritariamente cuando hay luz del sol mientras que hay menos accidentes al amanecer y al anochecer (alrededor de un 10% de los que ocurren de día) incluso respecto a los accidentes nocturnos. Claro que el amanecer y el atardecer son solo una fracción del tiempo, pero es que incluso teniendo en cuenta los meses, ni en marzo ni en octubre se produce un incremento de los accidentes en el amanecer o el atardecer. Entonces, ¿de dónde se saca eso de que el cambio horario afecta a los accidentes? Bueno, algo tienen que argumentar. Yo he usado aquí los datos crudos de la DGT, son públicos, revísenlos y lleguen a sus conclusiones. 

Con todo esto creo que he puesto sobre la mesa argumentos para, al menos, meditar antes de que nos tiremos a la piscina o que nos tiren a ella. Entiendo que los ciudadanos centroeuropeos quieran cambiar el sistema horario y prefieran el horario de verano, aunque no entiendo que quieran que amanezca a las 4 y media de la mañana. Pero allá ellos. Nosotros deberemos pensar muy bien lo que nos conviene, aunque, viviendo en uno de los países con mayor esperanza de vida y teniendo un hábitat con una gran calidad de vida, ¿a qué cambiar algo que puede afectar a esta calidad de vida? Ustedes mismos.