Opinión

Conversaciones con Cicerón III: Desde lo 'jondo'

Buenos días querido Cicerón, eres un loro listo, nada más verme me has dicho que me veías raro, y no te lo niego pero, no es raro, es triste, sí querido amigo, siempre no se puede estar alegre.

Hay días que es difícil venirse arriba, y es que, además, de los problemas que yo pueda tener, que los tengo, no lo dudes, y no son agradables, les veo solución. Te juro, y te lo digo con el alma, cuando los problemas los tienen otros y esos otros son personas a las que quieres, los problemas duelen más.

Los problemas cuando son tuyos los masticas, los vas rumiando y, poco a poco, te los tragas, pero, ¿cómo te tragas los problemas de un amigo?, ¿cómo le ayudas?, ¿cómo lo convences de que todos los problemas tienen solución? Menos morirse, claro.

Éste no es el caso, porque morirse no vale, eso no soluciona ningún problema, solo sirve para trasladarlos a los que se quedan, eso es de cobardes y de ladrones que son los que huyen.

Ya lo sé Cicerón, estoy buscando la forma de transmitirle energía, de transmitirle esas ganas de vivir que yo tengo, pero no es fácil Cicerón, tú ya sabes la cabeza tan dura que tiene.

Aunque una cosa sí te digo, no me voy a cansar, voy a seguir insistiendo aunque me tenga que poner cansino, pesado y 'jartible' como decimos en mi tierra.

Algún día me podrá echar en cara mi pesadez y mi insistencia, pero lo prefiero a que me pueda decir que pase o que no hice nada.

Con quien puedo yo hablar con más sinceridad que contigo mi querido Cicerón. Cuando me miras con esos ojillos tan vivos me alegras, pero por otro lado me sacas lo más profundo de mi alma.

Por eso estoy llorando querido amigo, y te juro que no es por tristeza, es porque me he dado cuenta de que aún tengo mucha fuerza para ayudar a mi gente y es justo lo que quiero hacer, porque es justo lo que me sale del alma.

Y que no se te olvide mi querido Cicerón, para la próxima yo pongo las pipas y tú el verdejo.