Cultura

Zahara se desgarra en el Gran Teatro

El panorama musical actual no permite grandes sorpresas a no ser que bebas en circuitos minoritarios, fuera de la aburrida marea de música anodina y repetitiva que embota de éxitos las emisoras musicales de masas.

Zahara es producto de esos circuitos minoritarios que comienzan con canciones escritas en una habitación que cuentan una historia desgarradora y que acaban siendo acompañadas por una simple guitarra y colgadas gratis para que quien esté interesado pueda usar un tiempo en escuchar esa historia. 

Con un puñado de discos en su haber Zahara ha descargado la fuerza de sus letras llenas de mensaje, a veces de bilis y siempre de incorrección política no aptas para mentes poco preparadas a escuchar música en lugar de oírla. Una música al servicio de un mensaje duro, consistente, lleno de resentimiento. Unas canciones que comienzan de una manera suave pero cargadas de palabras con significado y que acaba en un grito desgarrador distorsionado acompañado del estruendo de graves de una poderosa guitarra eléctrica, de ondulaciones de sintetizadores y de los golpes inmisericordes de una poderosa batería.

Por poner algo de crítica, una batería tal vez demasiado alta para la voz de la menuda cantante que, en ocasiones, se perdía dentro de demasiado estruendo. 

Zahara advirtió al público de que el espectáculo no estaba lleno de brillos y faralaes y bonitas figuras de baile. Su propuesta es seria, contundente, llena de sentido y de mensaje. Desgranó esencialmente los temas de Astronauta y de Alienígena, sus dos últimos trabajos.

Comenzó con una puesta en escena valiente, en medio del pasillo de El Gran Teatro acompañada simplemente por su voz y por una guitarra, sin artificios, sin aditivos, de verdad, mostrando la valentía de quien sabe lo que ofrece y lo ofrece con sinceridad. Tras una serie de piezas con fuerza en ritmo y en sonido llegó el momento más íntimo en un intermedio donde 'Con las Ganas' y 'Hoy la Bestia Cena en Casa' dejaron al público casi enmudecido, acongojado por una voz con la tremenda fuerza de quien tiene pensamiento propio, claro, preciso, contundente, sincero.

En Zahara, la música vive para reforzar la historia de quien quiere hacer llegar un mensaje cargado de sentimiento, cargado de verdad. 

TEXTO: GUILLERMO LÓPEZ LLUCH

FOTOS: ÁLEX GALLEGOS

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