Opinión

La importancia de que Felipe González dé cuentas en el Senado

En todo lo que llevo de activismo social o militancia política, el "ahora no toca", "hay cosas más importantes que ésa", y frases similares han servido siempre de excusa para esquivar cualquier tema. Obviamente siempre hay temas más importantes que otros, y por esa reducción al absurdo los seres humanos nos deberíamos limitar a alimentarnos, procrear, dormir y salvar el pellejo de los posibles depredadores (como durante el confinamiento, vamos, pero durante toda nuestra vida).

La escala de prioridades no ha de ser la misma para todas las personas, no todos tenemos las mismas circunstancias, problemas, aspiraciones, ideales, y la acción política puede perfectamente diversificarse. En un mismo pleno del Senado, podemos estar discutiendo cosas tan importantes y que sí tocan para algunos como la condena a Venezuela (no a Arabia Saudí, Marrueco o Israel, claro), de cómo se rompe ahora más nunca España, de la defensa de los toros como emblema nacional, y a veces incluso nos llega la toma en consideración o votación de una ley. Y no nos produce ningún esguince cerebral estar debatiendo sobre 5, 6 o 20 temas diferentes (a los pequeños nos toca ser multiinstrumentista y estudiar y posicionarnos en temas de los que nunca habíamos imaginado, los grandes, pueden estar 4 años sin ninguna intervención o análisis de ningún punto que vaya a pleno).

El ahora no toca o no es prioritario es un acto de arrogancia, de paternalismo, de autoritarismo, "solamente yo puedo decidir de qué toca y de qué no toca hablar, y si el tiempo es ahora o no".

Por ello, que quienes hace meses venían a decir que Felipe González tenía las manos manchadas de cal viva, ahora dicen que no toca para no distraer, hace un feo retrato. Que mal les ha sentado a aquellos que querían asaltar los cielos; se quedaron a medio camino asaltando unos sillones ministeriales y se dedican a tragarse sus ansias… Podríamos hablar de lo que decía el ministro Garzón sobre las casas de apuestas y en qué se ha quedado, o ir ministerio por ministerio viendo en qué ha quedado esa aspiración por cambiar las maneras de hacer política.

Hace poco, cuando explotábamos en Compromís por el maltrato ahora también en el reparto anunciado de los 16.000 millones para las Comunidades Autónomas no atendiendo a un criterio justo, también salieron en tromba voces autorizadas/autoritarias moradas para decir "ahora no toca". Luego el tiempo nos dio de nuevo la razón y se rectificó el criterio (evidentemente no gracias a la connivencia de los ahora no toca).

De querer ser una alternativa a ser subalternos y justificar lo injustificable.

Que se filtre ahora los expedientes de la CIA que corroboran lo que era algo asumido como verídico, tiene una importancia meridiana, pero no nula; hay manos no solamente manchadas de cal viva, también de sangre. 27 personas asesinadas, por el terrorismo de estado, donde Barrionuevo o Rafael Vera fueron despedidso a la puerta del penal con abrazos del propio González, para pasar unos días como responsables políticos de la organización terrorista, para salir a los pocos días gracias a un indulto vergonzoso.

Así es la justicia en España, 27 muertes te cuestan menos días de prisión que una pelea callejera, como está pasando con los jóvenes de Alsasua.

La CIA viene ahora a evidenciar lo que estaba claro, que el último responsable político era Felipe González Márquez, se salvó de la condena y ejerce ahora de cascarrabias disparando (ahora metafóricamente) contra las medidas sociales del Gobierno, corroyendo con su opinión ( y no corroyendo ahora con cal viva) los avances para no dejar a las personas más vulnerables atrás.

De la misma manera que no se ha reparado todavía todo el daño hecho por ETA, y aunque las vidas no se pueden recuperar, ni el sufrimiento causado, un paso imprescindible es el reconocimiento del error, la asunción de los hechos, la condena, la petición de perdón y su concesión o no, en el caso de los GAL no ha existido nunca reconocimiento ni petición de perdón, por ello, es importante que González tenga esa oportunidad, de comparecer ante el Senado, de reconocer su error, y de pedir perdón a las víctimas de su decisión política ( en el supuesto que lo publicado por la CIA sea así, cosa que creo firmemente, pero no puedo demostrar obviamente y he de dejarlo en un presunto). Una puerta cerrada en falso, nunca puede ser reparación y reconocimiento.

Ello me impide poder afirmar públicamente que Felipe González ha sido un terrorista (o sea, ha ejercido el terrorismo de Estado), lo puedo pensar y siempre lo he pensado, y lo pienso, pero no puedo decirlo públicamente porque no tengo manera de demostrarlo, y la publicación de los documentos de la CIA ahondan en esa teoría.
 
Por ello creo importante el expresidente comparezca en sede parlamentaria, tenemos mucho que preguntarle, sé que puede servir de poco pues puede vender la versión que quiera, sin asumir ninguna responsabilidad, y quedar en nada, pero constará en publicaciones oficiales nuestras preguntas, se resuelvan o no. ¿Que lo de la CIA no aporte nada nuevo? Bien, igual no tienen entidad para reabrir el caso a nivel judicial, pero políticamente es suficiente para ante un tema que se cerró en falso se pueda fiscalizar en las Cortes Generales.

Si esta persona asumiera los cargos que se apuntan en los documentos, renunciara a sus privilegios como expresidente (que tampoco le hacen falta, viviendo como un rey, sin metáfora, gracias a las puertas giratorias), seguramente España haría un paso de gigante en cicatrizar heridas, en una época negra donde unos y otros pensaron que asesinando se podían conseguir objetivos políticos por legítimas o no que fueran esas aspiraciones. El terrorismo no era la vía para conseguir objetivos políticos, el terrorismo de estado no era la vía para luchar contra el terrorismo de ETA, a ETA se la venció con la movilización de la ciudadanía, no usando los métodos ilegales y criminales del GAL. Por eso, que alguien defienda ahora el uso indiscriminado de armas personales como solución para no se sabe qué, les sitúa en un nivel miserable.