EDUARDO GARCÍA, DELEGADO DE FUNDACIÓN PROLIBERTAS EN CÓRDOBA

"Me ha marcado la resistencia de muchas personas ante situaciones como las que hemos vivido"

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photo_camera Eduardo García posa para Córdoba Hoy

Si no existieran tendríamos que inventarlos. La Fundación Prolibertas y el comedor de los Trinitarios ha sido, durante la pandemia, uno de los únicos, por no decir el único, recurso que ha quedado abierto para atender a las personas sin hogar o en exclusión social. Tanto ha sido así, que se han visto desbordados por una situación que ha lanzado a muchas personas a la pobreza de la noche a la mañana. Además, han tenido que lidiar con situaciones surrealistas en las que se exigía a los sin techo cumplir normas, como el confinamiento y toques de queda, que les era imposible cumplir. Así, 2020 será un año que recordarán siempre por lo intenso y complicado y también por el surgimiento de una solidaridad ciudadana difícil de igualar. Aún así, la enorme labor realizada hace mella, sobre todo ante la incertidumbre de lo que aún queda por venir. 

Hacer balance de año 2020 debe ser difícil. ¿Ha sido un año tan intenso como puede suponer? ¿Cómo lo han vivido?

Lo hemos vivido tratando de adaptarnos a las circunstancias que hemos ido encontrando en cada momento. Está claro que el Coronavius ha marcado la realidad. Una realidad que tiene dos caras: Una parte dura y triste, que es ver cómo ha crecido el número de personas que tiene que venir al comedor, cómo crece la demanda, que lo hemos visto en el número de almuerzos que hemos repartido en 2020, que se ha incrementado en un 48% con respecto a 2019. De hecho, ha sido, en 32 años, el año que más almuerzos hemos repartido en la historia del comedor. En total han sido más de 31.000 almuerzos, pero, por otro lado, está la cara alegre o más maravillosa de esta realidad que es la cara de la solidaridad, la cantidad de personas de entidades, de empresas de la ciudad de Córdoba que han sabido ponerse las pilas y hacer frente a la situación y colaborar con todo lo que han podido para paliar la situación tan dura que nos encontrábamos en tantas familias y tantas personas. 

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Si tuviera que elegir el momento que más le ha marcado en este tiempo, ¿cuál sería? 

Positivamente me ha marcado la capacidad de resistencia de muchas personas al verse en situaciones así. Se nos pedía a todo el mundo que nos confináramos en casa, que estuviéramos con la familia, que estuviéramos recogidos y, claro, las personas que estaban en la calle, que no tenían domicilio, que no tenían un hogar... Pues imagina cómo estas personas han resistido y han seguido hacia adelante sin perder la esperanza. Y, por otro lado, me ha marcado algo que me ha resultado triste y es ver cómo muchas entidades o administraciones en momentos duros lo que han hecho es dar un paso atrás en lugar de dar un paso adelante y han cerrado sus puertas y lo han hecho todo telemáticamente a distancia, digitalmente y eso supone poner un muro para muchas de estas personas que no tienen capacidad para acceder a lo digital, porque no tienen medios, no tienen ordenadores, no tienen Internet y no tienen los conocimientos para usar estas herramientas. Entonces cuando hay una administración que se centra en lo telemático y lo digital muchas personas quedan fuera. Y si antes quedaban fuera, pues ahora aún más y eso es lo más duro que yo he visto en estas circunstancias de la pandemia.

"Se ha producido una doble exclusión: No tener garantizados los derechos y no poder optar a pedirlos por no tener lo medios para hacerlo"

Se trata, entonces, de una doble exclusión, no?

Exactamente, la exclusión de no tener garantizados los derechos y la segunda exclusión a no poder optar a pedir esos derechos porque no sabes cómo hacerlo o no tienes los medios para hacerlo. 

Durante la pandemia el centro ha tenido dos perfiles, los sin techo, sus usuarios habituales y los nuevos pobres. ¿Cómo ha sido el día a día para los sin hogar en estos tiempos?

Nosotros trabajamos con personas sin hogar y personas en riesgo de exclusión social donde entran otros muchos factores y colectivos. Las personas sin hogar se han visto abocadas, en muchos casos, a tener que estar en la calle cuando no debían estarlo. Además, no tenían medidas para cumplir las medidas de seguridad, no tenían mascarillas, no podían hacer lavado de manos. Por suerte, el Ayuntamiento ofreció un recurso, más o menos con cierta rapidez, que fue el apertura del Colegio Mayor Séneca, donde se ofrecieron un centenar de plazas para estas personas y durante un tiempo pudieron estar alojadas allí. Pero luego han venido los posteriores estados de alarma y los toques de queda y bueno teníamos la misma situación. Toque de queda y ¿dónde te quedas? ¿Dónde te refugias? si no tienes un techo.

"Hubo momentos muy lamentables con personas a las que se sancionó y multó por estar en la calle cuando no tenían dónde meterse ni dónde refugiarse"

Así que la red Cohabita articuló ciertos medios para dar respuesta a estas situaciones través de los dispositivos de 'Ola de frío' y alojamientos en algunos hostales para estas personas para que no tuvieran que estar en situación de calle. Pero evidentemente para ellos ha sido muy difícil, porque se les animaba a quedarse en casa cuando ellos no tenían casa y ¿dónde se confinaban? ¿Dónde se metían o se resguardaban? Con el tiempo también hemos podido ofrecerles todas esas medidas que necesitaban en cuanto a mascarillas gracias a entidades que nos las han facilitado y hemos podido darles de forma más periódica. De hecho, durante la semana ofrecemos varios cientos de mascarillas en el comedor, en el servicio de ducha o de ropero. Pero claro, todo esto lo han vivido con cierta inestabilidad emocional preguntándose dónde voy, qué hago o cómo sigo las normas que me marcan la administración.

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¿Una vez más, las normas, la vida se hace al margen de los excluidos socialmente?

Si, obviamente: Pero hubo momentos yo diría que muy lamentables con personas a las cuales se les sancionó, se les multó por estar en la calle cuando eran personas que no tenían dónde meterse, dónde refugiarse. No pasó en muchas ocasiones, pero pasó, aunque rápidamente pudimos hablar con la Policía para pedir que no se llegará a ese punto. 

El segundo perfil de usurario en la pandemia ha sido el de nuevos pobres. Personas que lo han perdido todo en este tiempo. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

Eso ya lo habíamos visto, de alguna forma, a través de la crisis de 2008, la cantidad de personas que nunca había acudido a nuestros recursos y esas caras nuevas. Y este año ha vuelto a pasar. Tenemos una cifra alarmante, pues de las 1.068 personas que acudieron al comedor en el año 2020, aquéllas que lo hacen por primera vez fueron 633. Se trata de gente que nunca había pasado por allí y estamos hablando de un porcentaje de casi un 50% o más; un porcentaje bastante alto y eso quiere decir que la pandemia ha provocado una crisis social bastante grande. Así que sí han aparecido otras personas que no entraban en lo que son las situaciones de exclusión social.

"De las 1.068 personas que acudieron al comedor en el año 2020, aquéllas que lo hacen por primera vez fueron 633; es una cifra alarmante"

¿Cuál era el perfil de estas personas?

Pues muchos autónomos, trabajadores que estaban en ERTE, pero que se retrasaba el ingreso y que estaban a la espera de ese dinero. Muchas personas que estaban atravesando situaciones muy difíciles, personas que vivían en economía de subsistencia y que vivían día a día y que al quedarse desamparados no tenían dónde acudir, no tenían dónde comer o personas que trabajaban en el sector de la hostelería, en la venta ambulante, o feriantes...Todas estas personas que se vieron en una situación muy complicada. Además, acudían otras personas y familias que estaban acostumbradas a ir a otros servicios y otras entidades y como cerraron pues tuvieron que acudir al comedor que sí seguía abierto. En fin, las nuevas realidades con la que nos hemos encontrado. Gente que han perdido la estabilidad y se ven abocados a venir al comedor social.

"Han venido muchos autónomos, trabajadores que estaban en ERTE, pero que se retrasaba el ingreso y que estaban a la espera de ese dinero"

Supongo que esas personas que llevaban una estabilidad y vida normal han experimentado un choque psicológico importante. De llevar una vida autónoma a tener que venir a pedir comida ha tenido que ser una impresión tremenda.

Lo es. Son situaciones muy complicadas, sobre todo de estas personas que vienen por primera vez al comedor. Esa primera entrevista con estas personas cuando te exponen los motivos por los que necesitan venir al comedor es una situación bastante dura. Una situación que se ha aliviado un poco también el habernos adaptado a la circunstancias y el haber ofrecido este sistema doble de reparto de comida: Aquellas personas que tienen domicilio se pueden llevar la comida elaborada, no tienen que entrar en el comedor o sentarse al comedor a comer, y las personas sin hogar sí han podido disponer de un lugar donde comer resguardados de las inclemencias del tiempo. El hecho de que haya personas que hayan podido venir a recoger la comida y llevársela a casa yo creo que eso también ha favorecido que vengan más personas. De lo contrario, si sólo hubiéramos tenido el espacio físico del comedor y tener que sentarse allí eso hubiera hecho que muchas de esas personas no hubieran acudido nunca al comedor. 

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Todavia no hemos salido de esta situación. Hay mucho cansancio pandémico. ¿Hay un poco de desánimo al pensar que no se podrá volver a lo anterior, que ha llegado una nueva pobreza que ha venido para quedarse? 

Eso lo sabremos en el futuro, ahora mismo es pronto, creo yo. No sabemos lo que va a pasar en el año 2021, no sabemos si vamos a seguir aumentando el número de personas beneficiarias, si vamos a tener que dar más servicio. La verdad es que no sabemos con qué situación nos vamos a encontrar. Es verdad, que todo apunta a que la situación va a ser muy complicada por la cantidad de empresas que van a cerrar o están a punto de cerrar y creemos que va a ser muy difícil. Yo entiendo el desanimo, porque hay muchas personas que estarán con el agua al cuello pensando a ver qué es lo que me voy a encontrar, porque me puedo quedar sin empleo o a ver cómo voy a recuperar un empleo en una ciudad como Córdoba con tantísima tasa de desempleo y con varios barrios entre los más pobres de España.

"Todo apunta a que la situación va a ser muy complicada por la cantidad de empresas que van a cerrar o están a punto de cerrar y creemos que va a ser muy difícil"

El año 2021 ha empezado mal y el número de personas que acude al comedor sigue aumentando. ¿Cómo afrontan este nuevo año? 

Lo afrontamos con la esperanza de seguir pudiendo mantener los servicios, con un equipo de trabajo de profesionales muy motivado, que siempre ha dado ese paso al frente y con un voluntariado que trabaja con un compromiso bastante firme. Lo afrontamos, sobre todo, con el deseo de que podamos contar muy pronto con un comedor social nuevo, con una infraestructura nueva que nos posibilite hacer las comidas con otras garantías y otras condiciones y ofrecer un servicio mucho más digno a las personas que acuden a nosotros. Ésa es una urgencia para nosotros ya desde hace años, pero ahora es más presente si cabe.

"Queremos unificar todo el servicio en uno con un comedor de unas 80 o 100 plazas"

¿Y cómo va el proceso para ampliar el comedor?

El año pasado en septiembre se presentó una propuesta al Ayuntamiento y estamos a la espera de que ellos hagan aportaciones a esas ideas, a esos proyectos y esperamos que todo cuaje pronto y se cierre un tipo de solución. Se había solicitado una cesión de espacios en Lepanto y estamos a la esperar de ver cómo fragua y ver en qué queda todo esto. 

¿Qué necesidades tienen? 

Lo que queremos es unificar todo el servicio en uno solo. Ahora mismo tenemos el comedor social ubicado en la Muralla, lo que es la cocina, la atención a familias, el servicio de ducha y el ropero, y en Sagunto el servicio de día y también el espacio físico del comedor. Lo que queremos es aunar todos estos espacios en un mismo lugar y ampliarlo.

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¿Cuántas plazas debería tener el nuevo espacio dadas las circunstancias?

Necesitaríamos un comedor de unas 80 o 100 plazas, en el que por supuesto irán entrando y saliendo con un sistema para que no coman todos al mismo tiempo y luego nos hace falta una cocina industrial que tenga facilidad para crear los menús necesarios cada día, pero que no tengamos que trabajar con esas condiciones con las que venimos trabajando hasta ahora. 

Para terminar con un punto positivo. ¿Qué importancia ha tenido y tiene la solidaridad y el despertar de la sociedad?

Mucho. El voluntariado sigue estando ahí. Muchas personas no han querido quedarse en casa a pesar de ser grupo de riesgo por la edad y se han volcado y han seguido viniendo. Además, han llegado más personas dispuestas a ayudar. Y lo más importante, hemos contado con muchas donaciones tanto en dinero como en especie de personas anónimas, particulares, de entidades de la ciudad, de empresas que están iniciando unas colaboraciones muy importantes para nosotros. Las administraciones también han ayudado como el Ayuntamiento que ha aumentado el convenio de 30.000 a 50.000 euros en 2020 o la Junta de Andalucía que mantiene más o menos la misma financiación. Aunque sí es verdad que necesitaríamos contar con más medios, no solamente físicos o de infraestructuras, sino también más medios humanos para poder hacer un mejor trabajo con las personas sin hogar o las personas en riesgo de exclusión social.

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