Opinión

Conversaciones con Cicerón II : Guadalquivir

De nuevo, nos vemos las caras Cicerón, mi buen amigo, déjame que me termine este café. Hoy quiero hablarte del Guadalquivir, si de nuestro río, ése al que los Fenicios llamaron Baits, los Romanos Betis, los Griegos Tharsis y los Árabes le llamaron al-wadi al-Kabir que significa Río Grande.

Tengo que decirte mi amado Cicerón que poetas de todos los tiempos han escrito sobre él. Desde Abul-Beka, Jorge Manrique, incluso los hermanos Álvarez Quintero le dedicaron un soneto que, a continuación, si tú me lo permites, te recito.

¡Detente aquí viajero!

entre estas peñas, nace el que será rey de los ríos,

entre estos pinos gigantes y bravíos,

que arrullan su nacer y ásperas peñas.

También, Antonio Machado le escribió, y solo le basto una 'soleá' para definirlo.

Un borbotón de agua clara

debajo de un pino verde.

Eras Tú. ¡Qué bien sonabas!

También, lo hizo, ¿cómo no?, nuestro poeta D. Luis de Góngora, que le canta en este soneto.

Gran Río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles ya que no doradas.

También, quiero recordarte querido amigo que en esta tierra que baña el Guadalquivir nacieron Séneca, Julio Romero, Joaquín Cortes, Averroes, India Martines y Julio Anguita, personajes de su pasado y presente.

¿Y los Molinos Cicerón? ¿Qué me dices de los Molinos?, algunos de ellos tan nombrados como el de la Albolafia, Salmoral, Martos, López García y Carbonell entre otros. Todos ellos usaron el agua del Guadalquivir para para colaborar en el desarrollo de Córdoba.

Varios puentes lo cruzan, pero ninguno como el Puente Romano, de él se conservan aun los sillares, que datan del siglo I d de C.

En tiempos del emperador Augusto, por este puente pasaba la Via Augusta, que unía Córdoba con Roma.

Los romanos y los árabes se preocuparon de integrar el río en la vida de la ciudad. La pena es que con la conquista y posterior invasión de la ciudad por Fernando III, en el 1236, el río pasa a ser un elemento más de la defensa de la ciudad, y se olvida del río como parte fundamental de la ciudad, prácticamente, hasta el final de la invasión francesa.

A partir del siglo XVIII y durante el XIX, se efectúan obras de cierta importancia que afectan al rio y vuelve a tener relevancia en la ciudad, aunque desde finales del siglo XX y todo lo que llevamos del XXI, nos estamos quedando sin río.

Tú aun no habías nacido querido Cicerón, pero en Córdoba teníamos playa, si has oído bien, una playa preciosa de fina arena, y un embarcadero en el que unas barcas cruzaban a la gente desde la ribera al Campo de la Verdad.

Muy a pesar mío, y aunque tú no te lo creas, el embarcadero ha desaparecido, si digo bien, ya no existe, en su lugar hay limo acumulado que ya se ha comido entre treinta y cuarenta metros de nuestro río.

En el lugar de la playa y el embarcadero ahora tenemos maleza, suciedad y ratas y una vegetación que no pertenece al río, producida por el infame abandono que han tenido los distintos gobiernos de la ciudad. En un futuro no muy lejano y si nadie lo remedia, lo llamaremos arroyo Guadalquivir.

Hay que revelarse Cicerón, los cordobeses tenemos que demostrar nuestro sentir, no podemos quedarnos sin hacer nada, mientras los que mandan dejan que nuestro Guadalquivir se esté muriendo.

En fin, amigo mío, seguiremos luchando y denunciando todo lo que no veamos correcto.

Y que no se te olvide, para la próxima, yo pongo las pipas, y tú el verdejo.