MEDIO AMBIENTE

Un vídeo de un pescador cordobés muestra una gran concentración de siluros en el río La Hoz

La Universidad va a coordinar en breve un proyecto para estudiar el control de esta especie y determinar cómo ha llegado a Doñana
Siluro
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Un vídeo grabado hace unas semanas por un pescador, José Manuel García, muestra primero la oscuridad de la noche en un tramo del río La Hoz, que discurre por la Subbética cordobesa, fundamentalmente por la zona de Rute, para desembocar en el embalse de Iznájar. Luego avisa de que va a encender la linterna, advirtiendo sobre un sonido de ataques, pues es un lugar, advierte, lleno de siluros. Se hace la luz y el panorama es el de docenas de enormes siluros pegados unos a otros en una zona de bajísimo caudal. La impresión al encender la linterna es casi de película de terror. El vídeo se puede ver pinchando aquí en el Facebook del especialista en estudios científico-técnicos de peces dulceacuícolas, Ramón de Miguel, colaborador como investigador de la Universidad de Córdoba (UCO) y responsable de la empresa Guadalictio Peces.

Y si el vídeo provoca miedo en el espectador, imagínense en el de sus presas, pues ahí están buscándolas para darles caza. Se trata de barbos o bogas "de las pocas especies autóctonas que quedan en el embalse", explica de Miguel. Son especies potádromas, "es decir, que migran un poco a lo largo del río dependiendo de la época del año". Así que los siluros, algunos de hasta 100 kilos de peso, aprovechan para dos cosas. Primero para desovar, pues estamos en la época de la freza, y segundo para comerse a los infortunados barbos o bogas que nadan por esa cola del embalse y se adentran en el río La Hoz. Y no necesariamente en ese orden.

Ramón de Miguel va a ser uno de los implicados en un proyecto que va a poner en marcha la Universidad de Córdoba y otras instituciones y agentes a partir de la petición del Gobierno y que va a estar dirigido por Carlos Fernández. Su propósito es controlar el siluro en el Guadalquivir tras la alarma generada por el hallazgo de ejemplares cerca de Doñana, "donde puede ser un desastre ambiental no sólo porque se pueda comer a las crías de los patos, sino porque pueden alimentarse de los juveniles de toda la pesca de bajura del Golfo de Cádiz".

Dicho proyecto va a contar con dos estudios. Uno que determinará de dónde proceden los siluros que se han localizado en el Bajo Guadalquivir. Para ello se va a utilizar ADN ambiental. El otro estudio está destinado a optar por la técnica más adecuada de captura del siluro en el embalse de Iznájar y conocer su vida y comportamiento en el lugar para poder retirar a ejemplares adultos antes de la época del desove.

¿Cómo ha llegado un siluro cerca de Doñana? En principio, y como decimos, eso será objeto de estudio. Puede proceder de la zona del Genil tras soltar agua del embalse de Iznájar y pasar ejemplares alevines o adultos de pequeño tamaño al Genil, ir colonizando la zona y continuar el viaje. "Pero es poco probable, lo más seguro es que procedan de otra población situada en el embalse de El Gergal".

Alarma tardía

En cualquier caso, la alarma llega tarde como indica este experto, que lleva años intentando avisar a las autoridades competentes (Junta de Andalucía y Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en el caso de Iznájar) sobre la necesidad de controlar a esta especie que en el clima andaluz no cuenta con ninguna cortapisa para crecer y multiplicarse, como sí tiene en su hábitat originario en el área del Danubio u otros ríos de Europa Central. Se considera especie exótica invasora.

El siluro se detectó en el embalse de Iznájar entre los años 2010 y 2011. Fue introducido por la pesca recreativa. Fue la primera cita de siluros en Andalucía. La crisis económica hizo que no se pusiera remedio por falta de fondos en unos años difíciles. Con una población entonces incipiente hubiese sido relativamente fácil controlar a esta voraz y enorme especie. Sin ese control inicial, sin depredadores naturales y con una temperatura idónea en un pacífico embalse, la población de siluro crece hasta poner en peligro a las comentadas autóctonas pero también a otras muchas, como carpas, black-bass o alburnos. Es decir, que introducido para la pesca... Se come a muchas otras especies que buscan los pescadores recreativos. 

¿Cuántos siluros hay en Iznájar? No se sabe. Sí que hay ya muchos individuos adultos, de al menos 10 años, casi dos metros y 100 kilos de peso que se están dando un festín a costa de las demás especies. También atacan a aves o pequeños mamíferos.