Gracias a una primavera benigna

El girasol, sin que sirva de precedente, podría ser hasta rentable este año

España no produce pipas de consumo humano, pese a ser de los primeros consumidores, porque ese tipo de girasol requiere de un cuidado bastante complejo
Campo de girasoles
photo_camera Campo de girasoles

Un paseo por el campo andaluz ahora mismo aporta razones suficientes para entender la obsesión de los pintores por inmortalizar en sus lienzos una flor tan basta como es el girasol. La primavera ha sido generosa con este cultivo de profundas raíces, con un mes de abril fresco y precipitaciones por encima de la media, y eso está permitiendo que el girasol ofrezca un aspecto magnífico.

De hecho, Miguel Cobos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Andalucía, ha estimado que en las 206.000 hectáreas sembradas de girasol en la comunidad autónoma andaluza, de las que unas 27.000 se dan en la provincia de Córdoba, especialmente en la zona de la Campiña, pueden llegar a alcanzar este año los 1.700 kilos de pipa por hectárea, y eso puede suponer una renta interesante para el agricultor.

"Este año podría llegar a ser rentable, y eso significa que quien lo cultive no va a tener pérdidas, porque se trata de un cultivo con un elevado coste de producción, mientras que los precios siguen estando por los suelos". Un problema que empieza a ser estructural, cuando para el cultivo las pipas de la cosecha anterior no valen y hay que adquirir semillas híbridas, que son muy caras, al tiempo que se paga 33 céntimos por cada kilo de pipa convencional o entre 49 y 50 céntimos por cada 1.000 gramos de pipa alto oleica.

"Es un cultivo muy poco atractivo para el agricultor, con una crisis de precios desde hace muchos años y con unos requisitos complicados para su adquisición", señala Cobos. Por ejemplo, se mide el pago siguiendo criterios de humedad, impurezas y rendimiento oleico. Para el convencional, debe estar en un 7% de humedad y a partir de ahí para arriba se penaliza; no más del 2% de impurezas (palillos de la planta o restos del panal de la flor), porque igualmente penalizan y estar entre un 43 o 44% de rendimiento graso (teniendo en cuenta que para un kilo de aceite de girasol hacen falta unos dos kilos de pipas).

Abeja en un girasol

De igual modo, el alto oleico ha de estar en los mismos parámetros de humedad y de impurezas, aunque el rendimiento tiene que alcanzar el 47% si se quieren recibir esos 49 o 50 céntimos que se pagaría entonces por cada kilo.

"En su época, se llegó a pagar a 60 0 70 céntimos, que era cuando cultivarlo sí resultaba viable, gracias, sobre todo a las ayudas de la Unión Europea". Pero aquella época, coincidente con la entrada de España y Portugal en la Comunidad Europea, allá por 1986, ha quedado en el pasado y esas ayudas directas han menguado sobremanera.

De hecho, el consumo de aceite de girasol , que se utiliza más bien para frituras y restauración) ha disminuido mucho frente al imparable avance del aceite de oliva, esencial para la comida mediterránea.

¿Y si todo son prácticamente desventajas, por qué, entonces, se cultiva girasol? Cobos no tiene pelos en la lengua al señalar que se utiliza como mera rotación de la tierra para el cereal, utilizando alternancia de girasol y barbecho para que la tierra (esquilmada por el trigo, el maíz o la cebada) recupere nutrientes y se puedan eliminar las hierbas de invierno.

Pero es que, además, la Política Agraria Común (PAC) obliga a los agricultores a su uso para evitar monocultivos, y lo hace de dos formas: Una es penalizando económicamente a quien no lo utilice para plantarlo (castigo directo) y otra es obligando al uso de diferentes cultivos para superficies mayores de 30 hectáreas, en las que no más del 75% de la tierra pues dedicarse al mismo cultivo (en Andalucía, por lo genera es el olivo o los cereales).

Girasoles

"Por tanto, utilizamos el cultivo interesante rotándolo con girasol, otros lo hacen también con colza o soja, y una parte también en barbecho", explica Cobos. "Es bueno para el medio ambiente y la biodiversidad, evitando la aparición de excesivos insectos y apoyando alimento y sobra a numerosos especies". Pero sólo eso es lo que hace que a día de hoy sigamos contemplando girasoles por las tierras andaluzas.

Por cierto, y a modo de anécdota, en España, uno de los países consumidores por excelencia de pipas de girasol, apenas cultiva esa especie. "No somos productores, salvo pequeñas excepciones, porque es una explotación que requiere de excesivos cuidados y atenciones", explica el líder andaluz de la UPA. Y es que, al parecer, cuando la flor muestra su panal es blanco directo de los pájaros que las atacan sin piedad, mientras que respetan al girasol destinado al aceite.

Eso obliga a proteger los panales del girasol con mallas y redes para evitar que sean esquilmados de semillas por las aves. Eso sí, cuando se le pregunta a Cobos si sería rentable este tipo de girasol para el agricultor, no lo duda. Asiente, pero aún así se deja su producción para terceros países.