La historia de las calles por su nombre

La calle del Viento: El germen de la caída de Córdoba por Fernando III

La chiquillería de la zona de Las Siete Revueltas todavía juega allí a despeinarse por la brisa que llega desde el Guadalquivir

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photo_camera Calle del Viento, ahora bautizada como Ronquillo Briceño

La calle del Viento (actual Ronquido Briceño) bien podría haberse llamado 'De la Conquista' o 'Asalto mozárabe' o la 'Ruina de la Muralla', porque se trata de una vía cordobesa con unos 120 metros de largo que concentra entre sus angosturas suficiente historia como para colmar una buena película o un libro de novela histórica, de ésos que se han puesto tan de moda últimamente.

Calles denominadas 'Viento', 'Vientos' o 'Del Viento' las hay, y en abundancia, en diferentes municipios de la geografía nacional. Y todas ellas tienen como base la calidad de que por ellas viaja la brisa que mece despeinando traviesa los cabellos y besa en las mejillas sorprendiendo a toda aquella persona que se asoma por alguna esquina concreta. En el caso de la capital califal, se empieza a notar nada más doblar la esquina de La Ribera.

Son como enormes embudos que aspiran de forma natural el aire moviéndolo a velocidades suficientes como para funcionar como sostenibles ventiladores, con un viento que procede directamente del Guadalquivir y refresca algunas noches del estío cordobés; y no todas, porque el verano en esta ciudad a veces incluso asfixia el menor atisbo de frescura transformándola en lengua de fuego.

Una situación que a veces llama la atención de los turistas, aunque lo olvidan al instante. Pero que para los nativos del barrio y los chavales que vivían y siguen en la vecina calle de Las Siete Revueltas permanece como un recuerdo de niñez que les arranca una sonrisa al rememorar el ritual diario de despeinarse justo al torcer la esquina.

El asalto almogávare

Sí. La historia. Ahora viene esa parte. Resulta que en la madrugada del 23 de enero de 1236 un grupo de almogávares liderados por Álvar Colodro, junto a Benito de Baños, toman la muralla por uno de los puntos más débiles ubicado en La Axerquía Norte y abren la Puerta de Martos (que hoy ya no existe) para que las tropas de Pedro Ruíz Tafur y Martín Ruíz de Argote entren a galope arrollando con todo lo que se les pone por delante y avanzan imparables a través de toda la calle del Viento. A raíz de ese primer envite, y cinco meses más tarde, tras un paciente asedio a la Medina cordobesa, la ciudad se rinde a Fernando III.

Eso significa que fue esa estrecha vía la que no sólo atrae desde el río a un viento de esos que alivian las enfermedades febriles (o las transportan más rápidamente, según se mire), sino que también fue el camino por donde la entonces decadente ciudad musulmana terminó cayendo ante el avance de la Reconquista.

Actualmente, el nombre oficial de la calle del Viento no es ése, sino Ronquillo Briceño, un antiguo corregidor -alcalde, para entenderse- de Córdoba de finales del XVII. Pero aún conserva una placa con su nombre antiguo, por el que se sigue conociendo en el céntrico barrio al que pertenece.