Efemérides cordobesas

Tal día como hoy de 1836 los carlistas entran en Córdoba, que ofreció una dura resistencia

Tras un avance excesivamente placentero desde Álava por parte del general andaluz Miguel Gómez Dalmas por vez primera se enfrentó a una defensa armada que la ciudad acabó pagando
Representación de la toma de Córdoba por los carlistas según una lámina del blog todocolección
photo_camera Representación de la toma de Córdoba por los carlistas según una lámina del blog todocolección

Córdoba apenas tenía 40.000 habitantes cuando el 10 de febrero de 1836 las tropas callistas entraron en la ciudad dentro de lo que fue entonces la I Guerra Carlista entre partidarios de Carlos María Isidro Benito de Borbón y Borbón Parma, el autoprocalamado Carlos V, y la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de María Isabel Luisa de Borbón y Borbón-DosSicilias (Isabel II para la Historia).

Según la web artearqueohistoria, Por aquel entonces, sus habitantes, que padecían la misma crisis económica de todo el país por culpa de esta contienda y todavía se estaban recuperando del trauma que supuso el saqueo de la ciudad por las tropas napoleónicas en 1808, prácticamente vivían de la agricultura, porque no había sector industrial.

Fue el general andaluz Miguel Gómez Dalmas, nacido en Torredonjimeno, quien llegó hasta Córdoba procedente de Álava desobedeciendo las ordenas de su plana mayor, ya que su deber era llegar a Asturias y Galicia y no dirigirse hacia el Sur arrasando ciudades a su paso que desangró a la postre al ejército de Carlos. En su marcha y con 3.000 hombres tomó Palencia, Valladolid, Sigüenza, Utiel, Requena, Albacete,Villarrobledo, Baeza, Córdoba, Pozoblanco, Almadén, Cáceres, Alcántara, Écija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera y se asomó incluso a Gibraltar.

El general entró en la provincia desde Jaén por Villa del Rio, Pedro Abad y pernoctó en El Carpio el día 30, y allí fue que la ciudad de Córdoba había optado por defenderse. Era la primer ciudad que lo hacía en su avance, aunque tras su muros quedaban 2.000 guardias nacionales, ya que el ejército regular (isabelino) se había replegado hacia Sevilla.

La batalla duró del 30 de enero al 10 de febrero y se combatió en el interior de la ciudad. En las dos semanas de ocupación siguientes en ningún momento hubo ayuda de los cristianos; es más, cuando finalmente los callistas dejaron la ciudad a sus suerte y volvieron los isabelinos lo único que se les ocurrió decir es que habría mano dura con los colaboradores carlistas y hasta hubo un pobre condenado a muerte, un tal Rafael (cómo no) Díaz a cargo de tribunales creados para la ocasión.

Además, la iglesia, con Pedro Antonio de Trevilla como obispo y que había recibido a Gómez con un Te Deum, también sufrió represión, pero no consta juicio alguno. Así, el general cristino Alaix convocó al Cabildo eclesiástico y le multó con 20.000 duros, los cuales fueron pagados sin rechistar.

La vuelta de la ciudad al poder cristino conllevó una dura represión sobre el movimiento carlista que había quedado al descubierto en la ciudad, por lo que éste quedó eliminado de raíz.