DÍA INTERNACIONAL DEL TURISMO

Un sobresaliente con mucho que limar

Los turistas extranjeros lo tienen claro: La ciudad de Córdoba es una maravilla con una gastronomía divina. Pero hay muchas cuestiones que mejorar, entre ellas las deficiencias en idiomas y una cartelería más abundante

Turistas en la Puerta del Puente
photo_camera Turistas en la Puerta del Puente

Si cualquier cordobés le preguntara por la calle a un turista extranjero qué le parece la ciudad de los califas, la respuesta en la inmensa mayoría de las ocasiones es casi obvia: "maravillosa", o "excelente", por poner dos epítetos de los más comunes para definir a la capital. Pero si se profundiza un poquito más, las carencias empiezan a aflorar. Evidentemente, no todos los turistas buscan lo mismo ni consideran defectos las mismas situaciones, pero este periódico ha buscado al azar a visitantes extranjeros para que puntúen la organización del turismo cordobés y las conclusiones son dispares.

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Chadley y Annie son dos británicos ("ingleses", ha llegado a puntualizar él), que viven en San Diego (California), y que es la segunda vez que acuden a la ciudad cordobesa. La primera, hace ya de eso 40 años. El cambio en su opinión ha sido realmente significativo y "la verdad es que me gustaba más la Córdoba de antes".

La razón aducida es que ahora hay "muchísima gente por la calle, mientras que antes era una ciudad tranquila, en la que podías pasear con mucha calma disfrutando de su belleza sin tener que compartirla con otros muchos". Otro elemento que les resulta desagradable es la cantidad de tiendas de turistas que hay en los alrededores de la zona monumental. "Dan la sensación de que están pensadas para sacarles el dinero al turista, porque ustedes no compran allí, ¿verdad?", señalan.

Pero ¿significa eso que no les gusta Córdoba? "Para nada, es una maravilla y nos sigue gustando mucho; además tienen una comida realmente destacada". Algo que, por lo visto, ya les enganchó durante su primera estancia. Y es no hay nada como enamorar por el estómago y de eso la ciudad sabe un rato.

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Andy y Tina son también británicos. Concretamente de Londres. Pasean tranquilos (él, incluso, con las manos a la espalda) y sin prisas por la Plaza de La Corredera. Se les nota que no se tienen que ir antes de que caiga el sol, como parece ser la maldición del turista en esta ciudad. "Nos quedamos cuatro días y apenas hemos empezado a conocer esto, pero lo poco que hemos visto nos ha gustado mucho".

Como les ocurre a sus dos compatriotas anteriores, la comida cordobesa es un elemento destacado para un paladar acostumbrado a no tener una cocina propia y verse obligados a picar en restaurantes internacionales para sus comidas o cenas destacadas. Eso hace que el piropo adquiera una mayor dimensión viniendo de ellos.

Su idea es ver todo "lo típico", pero también contemplar la ciudad en su conjunto como un cordobés más, sólo que con un mapa en la mano. "Por ahora, lo relacionado con la información turística es tirando a normal", explica Tina, pero "nos ha llamado mucho la atención el tiempo que hace; no nos lo esperábamos tan caluroso en esta época del año". En  cualquier caso, "para nosotros, los británicos, está muy bien", aclara Andy.

En su caso, es la primera vez que visitan Córdoba, pero afirman estar enamorados de Andalucía, tras haber pasado en años anteriores por Sevilla y por Granada o Jerez de la Frontera.

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Loredana es armenia y va acompañada de Nicolas, francés. Querían llegar desde la Posada del Potro hasta La Corredera y preguntaban el camino porque tenían dificultades con el minúsculo mapa turístico que portaban en el que los monumentos (dibujados) parecían solapados unos con otros. "Es una ciudad preciosa, con unos lugares de visita realmente increíbles y bien cuidados", comienza a decir ella, pero se asombra cuando escucha la pregunta real.

"La ciudad todo el mundo sabe que es muy bonita, pero ¿qué piensan ustedes de la organización turística?". Y la actitud cambia. Como si les hubieran liberado la lengua, dejan salir la crítica que les atenazaba desde que habían salido del Alcázar de los Reyes Cristianos. "A decir verdad, es una verdadera lástima que en un espacio como ése, tan bien conservado, no haya ni un cartel indicativo de lo que estás viendo; es como si vieras una carcasa sin saber lo que hay en el interior", se lamenta.

Su compañero va más allá. "La gente no sabe hablar inglés ni francés y no acabas de captar la esencia de las cosas". Y puso un ejemplo claro de ello: "Acabamos de pagar 7 euros por ver unos Patios, que son muy bonitos y atractivos, pero o sabes hablar español o no puedes satisfacer tu curiosidad sobre eso que estamos viendo; es una verdadera pena y algo incomprensible para lo que se supone es una ciudad eminentemente turística como ésta".

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Monique, Martine, Jacqueline y Bruno vienen de Poitiers, en el corazón de Francia. Pasean con un grupo de turistas de múltiples nacionalidades que se han congregado en la Plaza de La Corredera en torno a un guía para conocer la ciudad con un poco de apoyo. También es la primera vez que pisan Córdoba, pero han estado antes en Sevilla y no quieren comparar para no ofender, pero sí dicen que son ambientes y tipologías de ciudad muy diferentes, cada una con su atractivo (y de nuevo vuelve a salir la gastronomía a la palestra, lo que viniendo de un francés es realmente destacable) y cada una con sus cuestiones mejorables.

"Córdoba nos está encantando, incluso con el calor que hace, pero si tuviera que poner un 'pero' es que no está bien señalizada", explica una de ellas a modo de portavoz. "Estamos caminando por el Casco Histórico, pero no hemos visto nada que nos indique cómo llegar al hotel nuestro, el San Francisco, por ninguna parte; y, sí, en Francia, hay cartelitos cada poco tiempo para que la gente se oriente", abunda, mientras que una de sus compañeras puntualiza: "Bueno, sí había un cartel de color negro con el hotel, pero no hemos visto más".

Y en este sentido reconocieron que sí había cartelería sobre las zonas visitables, pero "tienen un conflicto constante con las ramas de los árboles". Traducido al castellano, los árboles que sirven para dar sombra tapan en la mayoría de las situaciones los carteles indicadores. Eso dicen ellos.

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Drika y Jeremie son holandeses que no han puesto sobre la mesa ni un solo defecto de la ciudad ni de la organización. Si por ellos fuera, le darían un sobresaliente alto a Córdoba y a su oferta turística, así como a la información que se aporta en la Oficina de Turismo y las pequeñas sedes en forma de quiosco que se han repartido por diferentes puntos de la ciudad.

Aseguran haberse quedado prendados de la Mezquita, con sus arcos y columnas, pero ponen gesto de extrañeza cuando se les pregunta por Medina Azahara. No lo conocen y no van a tener ya tiempo de visitarlo. Lo demás es que está muy a mano y concentrado en un mismo lugar. Lo que se aleja un poco más de esa zona, permanece como en un limbo en sombras. 

Y como elemento de nuevo destacable, la comida. "Es buenísima", asegura él, quien reconoce que se han quedado en los platos típicos, como el salmorejo, las berenjenas y el rabo de toro, catado en tapa, "que es un formato muy bueno para probar sin llenarte".