SECCIÓN MONTADA DE LA POLICÍA LOCAL

La Sección Montada de la Policía Local cumple diez años en Caballerizas Reales

Se trata de la unidad montada más antigua de España y la única que aún da el servicio de alguacilillo en las corridas de toros. Sólo dos curiosidades de una sección que destila historia

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photo_camera Dos agentes de la Policía Local de Córdoba a caballo

A primeros de enero la Sección Montada de la Policía Local de Córdoba celebrará su décimo aniversario en su actual ubicación, las Caballerizas Reales, un lugar privilegiado no sólo por su asentamiento en pleno casco histórico, sino también por ser la cuna del caballo Pura Raza Española (PRE), también conocido como 'caballo andaluz', como bien explica el oficial de esta unidad policial, José Manuel Molina.

Fue Felipe II quien en 1570 mandó a Diego López de Haro, I marques de El Carpio, crear las Caballerizas Reales y agrupar los mejores sementales y yeguas de las tierras que bordean el Guadalquivir en la que se convirtió en la Yeguada Real, más tarde reconvertida en Yeguada Nacional, cuna del PRE.

Mucho ha llovido desde entonces, pero entre las paredes de este emblemático edificio siguen resonando los cascos de unos caballos, los diez que actualmente componen la Sección Montada de la Policía Local, la más antigua de España con sus 151 años de historia. De ese siglo y medio de historia quedan algunos vestigios en el pequeño museo que Molina y su unidad han ido conformando en una incansable labor investigadora y de recuperación.

En él encontramos algunos ejemplos de las sillas que han usado a lo largo de estos 150 años, sillas que provenían del mundo militar, como la que denominan 'con arreo de vida', por llevar aparejados algunos de los elementos que usaban los soldados en sus traslados o en el frente, como mantas o recipientes de cuero para la comida del jinete y del caballo. También se pueden ver los distintos tipos de estribos, fotos o los uniformes que aún utilizan, entre ellos, el de Alguacilillo.

De hecho, la Policía Local de Córdoba es la única en España que aún realiza el servicio de Alguacilillo en las corridas de toros del coso de Los Califas. Un ejemplo más de la singularidad de esta unidad que actualmente cuenta con seis agentes cuyas funciones son las de patrullaje por la zona histórica, lo que fue la Medina y la Ajarquía,  y zonas ajardinadas de la ciudad; servicio protocolario, que incluye su presencia en desfiles como el de la Cabalgata de Reyes Magos; apoyo en celebraciones como romerías o la Feria de Mayo; servicio pedagógico por el que atienden a escolares para que conozcan el trabajo de la Policía Local y patrullas por el extrarradio de la ciudad de vigilancia y control del furtivismo, sobre todo, por las orillas del río. Hasta hace un par de años, además, ofrecían un servicio de hipoterapia.

Doma

Para poder prestar todos estos servicios con un alto grado de calidad, la sección trabaja a diario con los caballos. Ahora, los animales que se adquieren ya están domados, pero hasta ahora, cuando un potro se sumaba a la yeguada, había que domarlo. 

“Cuando llega un potro se hace una doma básica, que es la de reata. Le ponemos su cabezada (el arnés para la cabeza) y que reaten detrás de la persona, para que vea que el ser humano no es agresivo con él”, explica el instructor Francisco Gómez. Cuando el caballo llega a la edad de montarlo “empezamos a darle cuerda con un serretón (cabezada) y cuando acepta ese ejercicio se le pone su filete de goma (el bocado) para que no sea muy agresivo para la boca y se le pone una rienda fija con un cinchuelo (una especie de faja estrecha) y se le va haciendo boca”, continúa explicando Gómez.

Después, se le pone la montura y cuando se ve que se puede montar se empieza a domar. “Para nosotros son muy importantes las paradas, cuanto más quietos estén los caballos, mucho mejor. Es parte de nuestra doma que un caballo ante cualquier situación fuera de lo normal esté inmóvil”, comenta Gómez quien remarca que “no todos valen. Nosotros hemos visto que el Pura Raza Española es el más adecuado para nuestro trabajo”. Tan es así que el objetivo es que el 100% de los equinos sean PRE, que por el momento suponen la mitad de la yeguada.

Cuando el caballo hace los tres aires o pasos (paso, trote y  galope), es el momento de sacarlo a la calle para que se haga a ir suelto, en libertad. Lo ideal sería sacarlo al campo con una 'madrina', pero ante la imposibilidad de hacerlo, “lo sacamos al barrio viejo, para que vaya viendo los  autobuses, las cosas que más le llaman la atención, que son los colores muy vivos y los sonidos agudos, que es lo que más le puede asustar”, indica el instructor que antes de asignar al animal a un agente, lo saca él mismo de patrulla por los itinerarios en los que después tendrá que desarrollar sus funciones. “Llega un momento en que el caballo, en un semáforo, sin que nosotros le digamos que se pare se para, porque ve que los coches se paran y cuando empiezan a andar ellos andan”, cuenta.

Entrenamiento

Para evitar que los animales se asusten en situaciones de tensión en las que haya mucho ruido y movimiento a su alrededor se realiza un entrenamiento  especial. Para  ello, se utilizan banderas, petardos e, incluso, coches patrulla con las luces y las sirenas encendidas, estímulos ante los que cualquier caballo saldría huyendo. “Nosotros  insistimos mucho en que en situaciones de estrés y ruido el caballo haga lo que queremos que haga, que se quede quieto y que obedezca, sobre todo cuando hay mucha gente, como en la Feria o en la Cabalgata de Reyes”, remarca Molina quien hace hincapié en que “la seguridad prima sobre cualquier cosa”.

Asimismo, también se utilizan unos caballos para  domar a otros, especialmente, para ayudarlos a superar miedos, porque se imitan.

Lucano, Séneca, Almanzor…  Todos entrenan a diario para seguir realizando una labor que parece sencilla pero que requiere constancia, técnica, destreza y, sobre todo, vocación de servicio público.  

Es evidente que se trata de una sección muy especial. “Se crea un vínculo muy especial con ellos”, reconoce Gómez, que también se encarga de la formación de los agentes, a quienes no se les requiere saber montar para acceder a esta sección. Eso sí, “te tiene que gustar mucho”, dice, porque “son ocho horas diarias con un animal de 400 kilos que es tu responsabilidad y que no lo puedes aparcar como un coche o una moto”.