NOCHE BLANCA DEL FLAMENCO

Rosalía, mejor sola que bien acompañada

Rosalía vino, vio y venció. Y además convenció. La expectación generada con el concierto, controversia por el dinero pagado por el Ayuntamiento y la gestión de las invitaciones incluida, llegaba a la Noche Blanca del Flamenco con lleno en la Plaza de Toros. En la Axerquía fans igual de irredentos seguían a este fenómeno musical y extra-musical a través de una gran pantalla. 

 

Rosalía I
photo_camera Rosalía en la Plaza de Toros

Hay tres Rosalías. La primera la arriesgada, la que capaz de hacer extrañísimos discos temáticos, jugar con ritmos novedosos y jugar con ritmos antiquísimos: la gran prescriptora. La segunda: bailarina en el escenario donde lo musical pasa a un segundo plano. Prácticamente actriz, versión actual de las antiguas revistas. Prima la puesta en escena: la moderna vedette. Ambas confluyen en la definitiva, la que aúna sus actuaciones con la música y los vídeos, haciendo un todo inseparable: la artista completa y presente.

De Smash, ya en los años 60, al Pescaílla, de Kiko Veneno a Siempre Así, De Medina Azahara a Ketama, de Rosario a Navajita Plateá. De Lagartija Nick a los experimentos andalusíes de El Lebrijano. El flamenco sale de sí para ir a otros terrenos. Resulta dudoso que la mayor parte de la gente que oye a los mencionados fluya alguna vez hacia el flamenco puro. Excepción quizá hecha con el "Omega" de Lagartija Nick, de ámbito demasiado reducido y fenómeno a veces ligeramente pedante. Tiene menos oyentes que los que dicen serlo. Es un album cuyos fans a veces pueden ser carne de parodia de Pantomima Full. El flamenco casi siempre ha hecho un camino de ida.

Pero Rosalía hace el camino contrario. Va de vuelta al flamenco. Desde fuera y hacia él, dando rodeos que confunden y aparentan que se pierde. Pero no se pierde. Y así va a llevar a miles y miles de personas hacia el flamenco puro. La inesperada valedora de esta música centenaria. Va de fuera hacia el flamenco. Aquello que no han conseguido las subvenciones, los patrimonios inmateriales, los tablaos, las peñas, los programas televisivos a deshoras o un Camarón considerado santo laico lo va a lograr una joven nacida en San Esteban de Sasroviras en 1993 en lo que se tarda en decir "tratrá".

Público en el concierto de Rosalía

Rosalía hizo "sufrir" al público hasta que llegó su "Malamente". Las comillas que comprenden a "sufrir" son importantes. Era el tipo de sufrimiento que se disfruta. El Ayuntamiento ofreció las miles de invitaciones justas para que el recinto estuviese despejado, lejos de los problemas que pueden generar aglomeraciones excesivas. En el albero había huecos y espacio suficiente para, como se dice coloquialmente, curarse en salud.

Con numerosas referencias convencionales a Córdoba para animar al público, Rosalía parecía crecerse mientras menos acompañada estaba. Sola cantando o bailando con su coro flamenco y el percusionista parecía casi tocar a la bailaora que evita y a la flamenca que sortea. Junto a su grupo de bailarinas se ligaba a los videoclips que mezclan lo cani con el duende, ya cerca de las masas. La Rosalía sola preconizaba la que muchos quieren vislumbrar, la Rosalía acompañada cumplía su función de atraer a un público general.

Con un traje blanco que quizá no le sentaba bien a propósito, pues todo en Rosalía está cuidado para "democratizarla", el concierto fue un modelo de puesta en escena sencilla. Música grabada, medios justos, coreografías adecuadas, nada reseñable y nada chirriante. Falto de emoción y sobrado de profesionalidad. La voz, adecuadamente tratada con autotune y efectos diversos contrastaba con las dificultades para respirar de la cantante al dirigirse al público. Ni siquiera un superatleta podría bailar y cantar a la vez. Madonna lo hacía en los 80 con mucho valor. Pero casi moría ahogada. La pobre parecía a punto de expeler medio pulmón con su guarnición de pleura. Desde entonces todos aprendieron y si alguien realiza coreografías y le sale la voz ya sabe usted que hay ayuda. Madonna no aprendió y volvió a intentarlo en la Eurovisión pasada. Casi le ponen un respirador del Reina Sofía.

Concierto de Rosalía II

Pero eso es tan sólo signo de los tiempos, nadie va a ver a Rosalía en directo sino por ese conjunto de cuestiones. Hasta que quizá tienda hacia el lado que demostró que tiene al quedarse sola o casi sola...y entonces, desprovista de capas todavía disculpables por su edad, talento indudable e importancia para la divulgación del flamenco...llegue su siguiente etapa que puede perfectamente intuirse en todo lo que hace.

Rosalía está en la crisálida. "Mariposa del aire, qué hermosa eres", decía un poema infantil de Lorca. La Rosalía que es apenas contiene ya a la que está por llegar, siendo la que ya es una estrella indiscutible que fomenta todo tipo de discusiones y producto genuino de su tiempo para bien y para mal.