PROVOCAN DAÑOS EN MONUMENTOS Y MOLESTIAS A PERSONAS

Palomas, viven en la ciudad como en casa

El alto número y las características de estas aves las pueden convertir en un verdadero problema por multitud de motivos. Muchas de las que se retiran de las calles cordobesas van a parar al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas

palomitas
photo_camera En algunas zonas de la ciudad la presencia de estos animales es muy importante

Entre las causas que se expusieron hace aproximadamente un mes cuando empezaron las obras de remodelación en la Puerta de Almodóvar, estaban los daños producidos por la colonia de palomas que habitaba en el lugar. Poco a poco, durante años, los compuestos de los excrementos de estas aves no se limitan a ensuciar, sino que deterioran la piedra caliza, el cemento o el hormigón. Igualmente pueden picotear parte de las fachadas o el recubrimiento de las cañerías para obtener minerales que faltan en su dieta. No es el único monumento de Córdoba afectado por este hecho. Junto a esta cuestión, la sobreabundancia de palomas en algunas zonas céntricas de la ciudad permite verlas con frecuencia subidas a las mesas de los bares intentando alcanzar, por ejemplo, un trozo de tostada, pero con los comensales presentes, muchos intentando espantar con escaso éxito a estos invitados forzosos. En restaurantes del Chimeneón, en Ollerías, se las puede observar en ocasiones tratando de llevarse un trocito de carne del plato, pues son omnívoras. No le hacen ascos desde luego a un buen solomillo si se despista un par de segundos quien lo está disfrutando. Otra imagen acostumbrada desde hace años es la de aquel animal que traza el vuelo muy cerca del suelo y obliga al viandante a apartar su cabeza si no quiere sufrir un impacto en el rostro. Su alto número y el hecho de que las colonias son sedentarias las familiariza tanto con un emplazamiento determinado que en cierto sentido se sienten dueñas de ese bulevar, calle o plaza. Cuando se juntan varios de estos factores o al menos uno de ellos es muy acusado -exceso de ejemplares, territorialidad, suciedad, desperfectos en edificios o estatuas-, estos símbolos de la paz o de la pureza se convierten más bien en un verdadero problema para la convivencia. Y también para la salud por la posibilidad de transportar en sus heces diversas enfermedades, que a veces pueden transmitir con relativa facilidad si abrevan en fuentes públicas. No se trata ni mucho menos de una situación "apocalíptica" que remita a la película de Hitchcock "Los Pájaros", pero sí de circunstancias que exigen de control para evitar males mayores que, a la postre, pueden generar inconvenientes constantes que inciden en muchos ámbitos.

«En Córdoba hay problemas muy localizados», explica una de las responsables de la empresa de control de plagas Abecor, Encarni Valentín. «En la plaza del Alpargate las paloma se posan o duermen en los paramentos verticales. Los excrementos son corrosivos y causan daños arquitectónicos. A eso hay que añadir otros problemas como la enorme suciedad -que obliga a una limpieza adicional- o incluso los resbalones. Problemas similares se observan en la Mezquita». Esta empresa se ocupa de controlar a las poblaciones de palomas en colaboración con la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía o diversos ayuntamientos.

La cuantificación de perjuicios causados o el análisis de la población son los pasos previos para saber si es necesaria una intervención. Tras el diagnóstico llegan los procedentes permisos legales. Más tarde llegarán las acciones. Según los casos a veces basta con colocar elementos físicos como mallas o pinchos. O bien aparatos acústicos. En otras se lanzarán redes para capturar ejemplares. Esas serían medidas a corto plazo. A largo plazo, por ejemplo, se puede favorecer la introducción de otras especies, como algunas rapaces que las espantan, sobre todo halcones y cernícalos primilla.

PUERTA ALMODOVAR

Cualquiera de estas operaciones, como indica Encarni Valentín, ha de ser medida y equilibrada. La eliminación de parte de la población deja un vacío. Y ese vacío puede conducir, si los cálculos no son idóneos en todos los aspectos, incluso a que se intensifique la cría al llegar nuevos ejemplares, por ejemplo. O a que una población mermada de palomas sea sustituida por otra especie aún más perjudicial, como estorninos, que sin ir más lejos provocan graves estropicios en la vecina Granada.

Curiosamente, tanto en el caso de los estorninos como en el de otras especies que causan desperfectos en las ciudades -véase en otras regiones el caso de las gaviotas o diversos tipos de cotorras-, el arbolado de los Sotos de la Albolafia y de gran parte del curso del Guadalquivir a su paso por Córdoba actúan como protectores, ya que atraen a la aves para que nidifiquen y pernocten ahí. Este "imán" natural hace que en la ciudad no se cuente con distintas variedades problemáticas.

Cuando hay que retirar ejemplares, se capturan vivos. Abecor, por ejemplo, tiene un convenio por el que deja a las palomas en el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de los Villares. Allí servirán de presa para aquellas rapaces o mamíferos que tras algún tipo de accidente se están habituando de nuevo a la caza. Este destino contribuye a la mejoría de otro animal, la mayoría pertenecientes a especies en peligro de extinción.

LAS PALOMAS EN ZONAS RURALES Y LA TUBERCULOSIS

Al contrario de lo que ocurre en la ciudad, donde las poblaciones estables hacen que las palomas se familiaricen como hemos visto hasta el extremo con los humanos, en el campo estas aves son próximas pero huidizas. «Allí las palomas están en su medio natural, y nosotros somos los invasores, por lo que las medidas que se toman suelen ser mucho menos agresivas», cuenta Encarni Valentín. Los problemas también son distintos y están relacionados con cuestiones como los positivos por enfermedad que, procediendo de las palomas, se pueden atribuir por error al ganado, lo que concluye en consecuencias indeseables para el ganadero. En efecto, estas aves, al beber o comer de los abrevaderos y comederos de otros animales, pueden dejar restos como plumas o heces. Si son portadoras, por ejemplo, de la tuberculosis aviar, el análisis puede marcar tuberculosis bovina debido a que no son suficientemente exhaustivos y puede ser sensible a la contaminación del ambiente. Y a partir de ahí el ganadero debe inmovilizar la res marcada, al menos hasta que un análisis posterior corrobore si hay o no enfermedad. Los falsos positivos por este u otros motivos se han convertido en un grave obstáculo para los ganaderos de algunas regiones españolas. En ocasiones han desembocado en el sacrificio de animales que luego se comprobaba estaban sanos. Por ello, si en un lugar hay un cierto número de palomas, se retiran para evitar males mayores. Aunque casi siempre no es necesario llega a ese término y basta con formar a los ganaderos para evitar la cercanía de estas aves o su presencia en sitios donde no deben estar.

DARLE DE COMER A LAS PALOMAS

En Córdoba es frecuente ver a personas que les dan de comer a las palomas, unas ocasionalmente, casi siempre para divertir a los niños, otras sin embargo hacen de esta actividad una costumbre. En cualquier caso Encarni Valentín se muestra tajante «no hay que darle de comer a las palomas». Ese es uno de los motivos que hace que se establezcan y multipliquen. A esto además ayuda el cambio climático y la subida de la temperatura, que favorece la reproducción. Barcelona fue la primera ciudad española que introdujo las multas a aquellos que ofrecen alimento a estos animales. Le siguieron Zaragoza, Castellón, Sevilla, Bilbao o Málaga. En algunas de estas ciudades se han generado fuertes controversias por algunas multas que afectaban a ancianos, sector de la población proclive a distraerse dando de comer a las palomas. En otras los vecinos han llegado a denunciar a personas que alimentaban, muchas veces desde el balcón, a las aves, ocasionando que el edificio fuese insalubre a causa de la acumulación de excrementos. Aunque parezca baladí, no es un asunto superficial. Tampoco sería de extrañar que a corto plazo el Ayuntamiento de Córdoba tuviera que aplicarlas al menos en las zonas más comprometidas. Mientras tanto habrá que seguir vigilando el desayuno, pues no sería raro que se encontrara en breve a una paloma tomándose su café y hojeando su periódico a la mínima que se despiste.