NATURALEZA

Jardín Botánico: cómo convertir fuentes sin vida en la colección de plantas acuáticas

Un proyecto de naturalización del Jardín Botánico está convirtiendo sus fuentes, sin vida y tratadas con cloro hasta hace unos meses, en verdaderas charcas con un ecosistema que se va llenando espontáneamente de animales
Fuente de la Rana del Jardín Botánico de Córdoba
photo_camera Fuente de la Rana Jardín Botánico

"Estos son mis jardineros". En la mano de la bióloga del Jardín Botánico, Mónica López, se observa una minúscula caracola. Se trata de una limnea, cuyos hábitos alimenticios hacen de pequeña podadora. Es una de las numerosas critauras, animales y vegetales, que han convertido a la fuente central del lugar, conocida como Fuente de la Rana, es un verdadero ecosistema nuevo que se va a trasladar a los otros seis estanques o fuentes de este recinto. Hace tan sólo unos meses hubo que dejar seca a la Fuente de la Rana por problemas para su limpieza. Y desde hace 20 años era una fuente tratada con cloro, sin apenas vida, en la que proliferaban los mosquitos y que generaba constantes problemas para su saneamiento.

De ese panorama se ha pasado a uno muy distinto donde ni siquiera falta la típica estampa de la rana en su nenúfar. La fuente está llena de vida, con aguas limpias y los mínimos problemas para sanearla. Un pequeño mundo donde cada día hay una especie nueva. ¿Cómo ha sido posible?

El proyecto conjunto de las áreas de Jardineria y Herbario dirigido por Mónica López pretende crear verdaderas charcas naturales que a su vez se conviertan en la futura colección de plantas acuáticas del Jardín Botánico, hasta el momento tan pobremente representadas que las que había no se mostraban al público.

El proceso empieza introduciendo en la fuente un tipo de alga denominado 'chara' [en la siguiente imagen mostrada por Mónica López]. Este alga cumple tres funciones. Se convierte en el pulmón del lugar, oxigenando el agua, y a su vez hace las veces de larvicida, eliminando los mosquitos. También, debido a ese poder oxigenador, mantiene a raya a otro tipo de algas unicelulares que producen el característico color verde.

La bióloga del Jardín Botánico Mónica López mostrando algas charas

Luego llegaron las plantas, como la espiga de agua, el junquillo, el junco de atara, alismatáceas, todas ellas muy comunes. También algunas especies que lo son menos, como el pequeño helecho ibérico 'marsilea batardae', parecido a un minúsculo trébol de cuatro hojas, o un cardo acuático de los pocos que existen: 'eryngium corniculatum'.

Eso con respecto a los vegetales. La parte animal introducida, además de la comentada caracola limnea, se complementa con crustáceos semejantes a pequeñas almejas, llamadas pulga de agua y ostrácodo.

Explosión de vida

A partir de ahí y en muy poco tiempo la naturaleza siguió su curso y empezaron a instalarse los nuevos invitados, que encontraban ahí un lugar idóneo para alimentarse y reproducirse. Todos ellos llegaron de forma espontánea. Así nos encontramos a multitud de ranas comunes, cuatro especies distintas de libélulas, culebras de agua o insectos como remeros y zapateros. "Estos insectos muestran que la tensión del agua es idónea. En fuentes o piscinas tratadas con cloro no suelen estar al no poder deslizarse, se hundirían", explica López. Una de las curiosidades en cuanto a equilibrio ecológico es que la colonia de gatos del Jardín Botánico caza algunas ranas, y a su vez los ejemplares adultos de rana se acaban con los más pequeños. De esta forma lo que fue, según la bióloga, "un frenesí de eclosiones", dará lugar finalmente a la existencia de sólo un grupo de ejemplares de rana adulta.

Rana en la Fuente de la Rana del Jardín Botánico

Otra especie que se va a introducir en breve son peces. Tras este resultado cosechado en la Fuente de la Rana ya han empezado los trabajos en las demás fuentes y estanques del Jardín Botánico. En unos meses albergarán la colección de plantas acuáticas.

Exportación del proyecto

El propósito de los biólogos, jardineros y demás personal del Jardín Botánico es que este proyecto de naturalización de fuentes no se quede en el recinto, sino que sea un ejemplo para otros lugares de la ciudad, que no necesariamente han de contar con aguas sin apenas vida tratadas con cloro y constantes focos de atracción para los mosquitos (además de los susodichos problemas de limpieza).

Seguramente el Jardín Botánico trabaje para naturalizar una charca temporal (se llena con agua de la lluvia) que se encuentra en el Jardín de la Asomadilla y a partir de ahí sentar las bases para ver dónde podrían aplicarse este tipo de trabajos que permitene crear ecosistemas autorregulables con beneficios para animales, plantas y seres humanos, además del efecto estético que tienen este tipo de aguas.