CRÓNICA DEL MIÉRCOLES DE FERIA

Infierno y botellón, dos ferias que han de acalorarte y refrescarte el corazón

El miércoles de Feria parecen convivir dos en El Arenal. Por una parte los estudiantes copan la zona de (macro) botellón, por otra es el tradicional día de rebajas en la calle del Infierno. Dos ferias por una para públicos diferentes. Extremos que se tocan en la portada.

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photo_camera El típico macrobotellón del miércoles de Feria

Cordobesito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos ferias del miércoles ha de acalorarte (34 grados de máxima) el corazón.

El miércoles al botellón del parque de Miraflores le sale una 'feria' al final. Al principio el organismo botellonero era un apéndice. Pero poco a poco se fue extendiendo. Como un alien que creciese desde dentro. Como un parásito que se come poco a poco al huésped. Desde la ermita de los Santos Mártires hasta la portada un río de bolsas de plástico paralelo al río propiamente dicho, al de toda la vida. Un pintor impresionista titularía: 'Paisaje de botellas de whisky segoviano con noria al fondo'. Aunque también se ven cajas de fino. De las más baratas del Mercadona. No diremos marca, que es de la tierra.

Hace años el miércoles daba la bienvenida a los estudiantes ya de vacaciones a la Feria. Hoy la Feria es un grano del botellón, una segunda opción, una cosa llena de polvo que se ve allí lejos. A las 19.30 de la tarde un miembro de Protección Civil anuncia por radio a su superior: “Ahora mismo están casi todos a la sombra cerca del puente, cuando se vaya el sol se llenará”. Hablamos de criaturas nocturnas. Cuidado.

Atracciones vintage

En el otro extremo una feria familiar, la de la oferta en la calle del Infierno. Precios baratos. En ella sobrevuelan como ángeles los espíritus de la Chochona y el Perrito Piloto. Atracciones vintage como una Nube reconvertida en cárcel y llamada Alcatraz, la Cazuela o el látigo Macareno conviven con los nuevos artefactos capaces de provocar un chiquititesco (de la Calzada) desprendimiento de retina en un segundo. Aunque lo cierto es que la competencia de los parques temáticos parece haber reducido las verdaderas novedades, ésas que se esperaban cada año.

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La Feria en ese aspecto no parece sorprender. Hasta que lo hace. Una noria, y seguimos con Chiquito, alicatada hasta el techo, es decir, completamente cubierta, como de diseño. Blanquita. Cristal y luz. Los responsables de Atracciones Berral nos cuentan que tiene aire acondicionado y está adaptada para discapacitados. Pueden montarse con su silla de ruedas. “Esta noria ya no es la de la Victoria”, indican recordando a la vieja noria de metal, sin protecciones ni puertas y con barrotes que apenas llegaban a la cintura. En efecto, es un complejo de pequeños lofts que dan vueltecitas, una noria de Ikea. Prácticamente perfecta. Dan ganas de vivir en ella. ¿En la cola clientes u okupas?

En el extremo botellonero promociones de la Empresa Municipal de Saneamientos, Sadeco. Los voluntarios nos explican que en primer lugar ofrecen una gafas de sol “para ver la Feria de otra forma”. Luego le explican a los jóvenes que si devuelven los recipientes de cristal o plástico tendrán un boleto para un sorteo. Un viaje a Ibiza a cambio de ser limpio y educado. Los contenedores cercanos al multitudinario botellón están cubiertos con carteles que anuncian esta campaña de concienciación, una buena iniciativa que seguro calará a fuerza de insistencia y por el civismo, no tenemos por qué dudar, de los que participan en la fiesta.

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En el extremo infernal Ilyá y Mariló han conseguido un gigantesco flamenco de peluche. Pero no ha sido fácil. Se necesitan paciencia y dotes de puntería semejantes a los del superhéroe Ojo de Halcón o el supervillano Bullseye. “No hay que lanzar los dardos directamente a los globos, sino describir una parábola”, nos dicen. Antaño era vox pópuli que las escopetas de feria tenían la mirilla torcida. Ahora es una cuestión matemática. Precisión absoluta. Posan junto al responsable de la tómbola, al que le cuesta dejar ir a su criatura made in nosedónde, un precioso hogar rosa para los ácaros.

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En el extremo botellonero la ley de la oferta y la demanda. Surgen nuevos emprendedores, profesiones de su tiempo, como el repartidor de hielo en carrito de supermercado. Otros venden bebidas con megafonía incluida en carricoches fabricados para la ocasión. Recordemos que personas metidas en una cochera fundaron cosas tremendas gracias a las cuales usted puede leer esto si ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí.

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En el extremo infernal las familias permiten por una vez que sus hijos se pongan calados hasta los huesos en la fuente cercana a la montaña rusa cuando cae la tarde.

En el extremo botellonero empieza la montaña rusa de mezclas hasta que llegue la mañana, pero que ya cuenta bien pronto con los primeros caídos en combate. A la misma hora en que los niños se empapan al otro lado entre carcajadas un grupo de amigos en la fuente junto a El Mirador del Río le aconsejan literalmente a un compañero: "no te sientes, que te va a dar el bajón, hazme caso". Estos no llegan ni a la hora de la cena.

Cordobesito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos ferias del miércoles ha de refrescarte (13 grados de mínima) el corazón.