MIGUEL ÁNGEL MORALES, CASTAÑERO EN LA PLAZA DE COLÓN

¡A la excelente castaña de otoño!

Marcan el final del verano y sirven de antesala pare el invierno, pero hay algunos castañeros que se niegan a quedarse en una mera actividad artesanal y buscan la profesionalización para ofrecer al cliente algo más que un sabor delicioso y una manera excelente de calentarse las manos. La idea de una Asociación de castañeros ya les ronda por la cabeza para hacer de esta pasión algo que cale todavía más en la sociedad

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photo_camera Miguel Ángel Morales, en su puesto de castañas de la Plaza de Colón

Como viene siendo habitual cada año, el olor a castañas asadas marca la llegada del otoño a Córdoba, a pesar de que cada temporada que pasa el calor se prolonga un poco más. Así, entre 14 y 15 puestos repartidos por la geografía urbana cordobesa venden desde el pasado 1 de octubre su producto a 2 euros por cartucho de una docena y así estarán hasta el próximo 31 de diciembre, con al cambio de año.

Una de las caras más visibles de esa colectivo es Miguel Ángel Morales, que tiene su puesto instalado en la Plaza de Colón, totalmente remodelado tras el incidente del pasado año en el que unos gamberros se dedicaron a arrojar el antiguo puesto sobre un vehículo causando daños tanto en el coche como en la infraestructura donde guardaba el material de consumo. Aquello no le ha desanimado. Al contrario, ha regresado con bríos y fuerza nueva para tratar de que esta actividad se "profesionalice más cada año".

Hoy mismo, castañas gratis

No es por restar méritos al resto, pero el caso de Morales es un tanto especial y es con diferencia uno de los que más se mueve para promocionar la castaña. Sin ir más lejos, esta tarde repartirá castañas gallegas, de elevada calidad, de forma gratuita, mientras que por su mente barrunta la posibilidad de crear una Asociación de Castañeros en Córdoba para darle más empaque y ofrecer un mejor servicio al cliente.

"Es algo que vengo haciendo año tras año", explica, porque "no me limito a asarlas y venderlas, sino que intento que al cliente le pique la curiosidad y se empiece a interesar por este producto". Un cultivo en el que, por cierto, hay también variedades y calidades diferentes "y yo trato de enseñar esas cosas al cliente". Y parece que algo está consiguiendo porque cuando le llegan a comprar su cartucho ya le empiezan a soltar términos como "gallega", "acuda" o "blanca".

El colectivo de vendedores de castañas no es precisamente una piña. "Cada uno va mucho a su aire, salvo tres o cuatro que nos ponemos más en contacto", explica Miguel Ángel Morales. Por eso la necesidad de aunar esfuerzos en una asociación que acabe por profesionalizar lo que a día de hoy no es más que otra actividad artesanal "que no da para vivir". En su caso, es que lo lleva impreso en el ADN, porque él es la cuarta generación de castañeros en su familia, y le gusta echarle pasión (y no sólo leña o carbón) al fuego.

Exceso de días de calor

Este año, como ocurrió el pasado, con el exceso de calor, tanto en grados como en exceso de jornadas calurosas, octubre no se ha dado bien en ventas, pero octubre, con un ambiente mucho más otoñal, se está dando mejor. Y es que la castaña es muy de sensaciones: "¿a quién no le gusta calentarse las manos con un buen cucurucho recién hecho?". Ya en diciembre, "hay días puntuales muy buenos con un declive a medida que se acerca la Navidad y la ente está ya un poco cansado de castañas".

Por eso dice que no es a día de hoy un negocio para vivir de él y fiscalizarlo por ello. Pero con la profesionalización, la cosa cambiaría de forma radical a mejor. "Esto ahora se hace por gusto y no por dinero, porque es algo muy social y se consigue hacer amigos y conocer a mucha gente. Entre ellos, Mónica Naranjo, David de María, Antonio Canales o David Perea. "Todos ellos se han pasado por mi puesto y algunos han llegado a decir en su Twitter que son las mejores castañas que han probado", explica orgulloso de su producto y del amor que le aporta.

Por cierto, que este inquieto castañero ya tiene en mente aportar novedades, aunque no sabe a ciencia cierta si tendrá tiempo este año o o dejaría para la temporada siguiente: las patatas asadas. "Sin aceite ni nada añadido, tan sólo el fuego de leña", explica. No en balde, hace unos días hizo una prueba con unas cuantas que regaló a los clientes " salieron buenísimas". Para ello necesitaría hablar con el Ayuntamiento, ya que su licencia sólo le permite asar castañas, aunque ojalá pueda ampliarse a esa novedad.

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