ZONA DE GRAN AFLUENCIA TURÍSTICA

"El turista viene a pasear la ciudad o comer en un restaurante no a comprar una camisa en domingo"

Afectados directamente por el Real Decreto de la Junta nos cuentan sus casos y cómo les va a afectar en sus vidas familiares
Arturo protesta por su mujer que estaba trabajando
photo_camera Arturo protesta por su mujer que estaba trabajando

Mientras se escucha de fondo gritos de "¡Conciliación! ¡No explotación!" o "¡Alcalde, escucha, el comercio está en la lucha!", Arturo sujeta un cartel en alto con una mano y con la otra mece el cochecito donde está uno de sus hijos. Ha ido a la concentración por su mujer, que estaba trabajando en Eroski y no ha podido ir.

En el cartel, hecho a mano, se lee: "La conciliación familiar es sólo para los turistas; para que un turista se compre una camisa en domingo junto a su familia, mi mujer no puede estar con la suya". Es la idea que está en la cabeza de todos los que han estado protestando en la calle por el Real Decreto de la Junta para ampliar la jornada laboral a domingos y festivos de los meses de abril, mayo, septiembre y octubre más la Semana Santa con la aplicación de la Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT) para Córdoba, junto a Granada y Jerez de la Frontera, en Cádiz.

"Si ya de lunes a sábado es complicado conciliar con los hijos, tener que trabajar un domingo, para que le den de descanso un martes o un miércoles con la niña en el colegio, francamente no los veo". En su opinión, los turistas que vienen a Córdoba un festivo o un domingo lo hacen para ver la Mezquita-Catedral, pasearse por el Casco, pararse a tomar una cerveza en un bar, comer en un restaurante y visitar la ciudad, pero "no entiendo que venga a Córdoba a comprarse una camisa, cuando lo puede hacer cualquier día de la semana sin problema de 10.00 a 22.00 horas que están abiertos", asegura.

Un pensamiento que choca frontalmente con la idea que tiene el Ayuntamiento de hacer de Córdoba una ciudad para que los y las visitantes vengan a hacer sus compras. Para que eso ocurra, "los demás nunca vamos a poder ser turistas; no vamos a poder ir a ningún lado con nuestros hijos ni disfrutar de nadie, y así es imposible", remarca.

En su caso tienen una niña de siete años y un niño de seis meses, que le acompaña en un cochecito a la concentración, apartándose un poco del jaleo que hay montado. Arturo destaca que a cambio de esos festivos y domingos no hay compensación económica, porque la mayoría de las empresas "no pagan nada extra ni te dan un día adicional, sino que te lo cambian simplemente por un día laboral entre semana y te lo tienes que comer, y eso no es así".

Tendrán, por tanto, que tirar lo que se pueda de la familia y de amigos para momentos puntuales. Pero Arturo hasta en eso lo tiene complicado. "Mis padres pueden venir una o dos veces de Sevilla, pero no más", y en cualquier caso, aunque la familia esté dispuesta a echar una mano, "nosotros no queremos la familia para eso, la queremos para que disfruten con los nietos, no para que los tengan como una carga, que corresponde a los padres".

La calidad de vida se va a ver mermada hasta extremos insospechados. "A todo el mundo nos gusta disfrutar de irnos un fin de semana a donde sea, y estar con la familia, aunque sea en casa viendo una película, pero es que ya ni eso vamos a poder hacer un domingo". Lo mismo ocurrirá en Semana Santa, donde una buena parte del personal va a tener cuatro días de puente. "Aunque yo tengo esos cuatro días, no puedo disfrutarlos con mi mujer". Ahora mismo se encuentra de baja paternal, pero cuando regreso al trabajo en mayo "ya me dirás que hacemos". Guarderías, aparte de que cierran en domingo y festivos, "están muy caras".

A unas malas, como dice él, quizá en la zona Centro las empresas y los empleados podrían acordar trabajar de forma voluntaria los domingos y festivos pagándolos muy bien, pero "¿de verdad alguien entiende que tenga que abrir un domingo un supermercado porque un turista se vaya a plantar en coche con su familia a comprar un cartón de leche?".

Él en ese asunto es tajante: "Yo cuando voy de turismo no me voy a un centro comercial a comprarme unos pantalones, voy a hacer turismo; pero eso para mí va a ser un recuerdo y ya no sabré lo que es tomarme una cerveza con mi familia a este paso".

Rocío con su hijo de dos años y medio
Rocío con su hijo de dos años y medio

Rocío, que trabaja en Catchalot, tiene un niño con dos años y medio, que también ha estado en la concentración. "Me afecta en la conciliación con mi hijo, no poder estar con él los días festivos ni disfrutar la Semana Santa o la Feria y todos los festivos, que es lo que todo el mundo quiere". De momento, asegura que seguirá en la lucha sin saber muy bien hasta dónde va a llegar todo esto, pero está claro que "a mí y a mi marido no nos queda otra que trabajar, porque hace falta el dinero". Y si está ciertamente agradecida por contar con un trabajo hoy en día, "es verdad que no me gusta que me quiten mi vida con mi hijo".

En la movilización había bastante gente que trabajaba en El Corte Inglés. Es el caso de Lola, que igualmente ha estado acompañada de uno de sus dos hijos en un cochecito. "Nos afecta, porque no podemos disfrutar de la familia, no solo el sábado, que ya trabajamos, sino que ahora es el domingo, para librar cuando se pueda, porque la empresa tiene que cuadrar el tiempo del personal y los domingos hay que cubrirlos".

Suspira al pensar en los domingos que se va a perder. "Es un día de calidad, que no tiene nada que ver con un lunes, un martes o un miércoles, que es cuando están tus hijos en casa, que no hay colegio, ni actividades y es el momento de disfrutar de ellos, pero no vas a poder porque hay que trabajar".

¿Qué va a hacer con sus niños, uno de 8 años y el otro de pocos meses? "Tendré que buscar a alguien que se quede con ellos". Su marido es funcionario y trabaja a turnos, por lo que tendrán que ir cuadrando entre ellos. De los abuelos no van a poder tirar, porque están muy mayores y lo suyo va a ser contratar a alguien de forma puntual. 

Su temor es que la cosa vaya a más, como ha ocurrido por ejemplo en Madrid, donde los centros comerciales abren todos los domingos los centros comerciales. "Estamos intentando que aquí se frene, porque no creemos que el turismo en domingo en Córdoba sea tan grande como para que se tenga que abrir". Lo mismo ocurre en Granada y Jerez, "donde se están movilizando igual que nosotros", advierte.

Esperanza, junto a su marido y su hija recién nacida
Esperanza, junto a su marido y su hija recién nacida

Esperanza también trabaja en El Corte Inglés. Ha estado junto a su marido y su hija recién nacida. Su idea es que "la conciliación va a ser cero al estar yo trabajando todos los domingos de mayo y abril principalmente". Eso va a obligar a la pareja a tener seguramente que contratar a alguien, porque las guarderías no funcionan en domingo, o echar mano de algún familiar o de los abuelos, pero lo tiene muy claro: "Que descanse un lunes o un martes lo único que sirve es para que no vea a mi hija; nos han machacado completamente".

Nos topamos con otra Lola, y que también trabaja en El Corte Inglés. En su caso ha sido una de las más fotografiadas, porque no ha dudado en llevar a su preciosa hija con un cartel que dice: "Ella necesita a su mamá y yo conciliar". Sonríe casi por cortesía o porque no paran de piropear a la niña, que en verdad es preciosa. Pero por dentro carga con indignación y enfado, además de cierto temor a lo que puede hacer para resolver su problema.

Lola, con su hija en la protesta
Lola, con su hija en la protesta

Está acompañada de sus padres, que tienen ya 80 años. "Estamos siempre dispuestos a estar con nuestra nieta", afirman, pero "con nuestra edad, y por mucho que queramos, no podemos estar con la niña en brazos todo el día", afirman con mucha preocupación por su hija. Es verdad que, al ser de córdoba, tiene¡ muchos más familiares: Los otros abuelos, que rondan la mías edad avanzada, tíos o sobrinos, "pero cada uno de ellos tiene sus obligaciones". Además, "si he tenido un hijo es para mí, y no para darle una carga a otra persona; es para criarla yo".

Lo más probable es que tenga que contratar a alguien, pero recuerda que "a mí no me pagan por ese festivo trabajado, por lo que me costaría en ese caso mi dinero trabajar un domingo". Por ahora están intentando buscando entre los dos (ella y su marido) una solución, porque para más inri, la situación les ha caído de repente, sin comerlo ni beberlo, recién incorporada ella de la baja de maternidad, "y aún no nos ha dado tiempo a adaptarnos con el bebé la nueva situación".