La historia de Cisco García es la de un joven tenista de 35 años al que un día la vida le cambió de la noche a la mañana. Fue un 28 de diciembre, ese día se encontraba disfrutando en Austria de una de sus aficiones, el snowboard, cuando un fatídico salto de 10 metros le provocó una lesión en la médula espinal obligándolo desde entonces a moverse en silla de ruedas. Este cordobés entusiasta, optimista y derrochador de energía no se vino abajo en ningún momento y de esta circunstancia ha sabido ver su cara positiva, ya que como él mismo explica en las conferencias que ofrece, "hay que saber adaptarse a los cambios y hacer ver a la gente que tanto las cosas buenas como las cosas malas son parte de la vida".
Su dedicación y esfuerzo lo han llevado a ser el el español número 11 en el Ranking de la ITF (International Tenis Federation), y su vista está ahora mismo puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Para ello queda un duro camino que recorrer, ya que deberá clasificarse entre los cuatro mejores tenistas en silla de ruedas del país, una posición que él mismo reconoce "es difícil", pero que con tesón y entrenamiento seguro conseguirá.
Cisco se levanta todos los días a eso de las 07.00 de la mañana. El accidente sufrido hace año y medio no ha impedido que siga trabajando como abogado. Y es que este cordobés se dedica desde hace años a gestionar y tramitar temas de herencias y compraventas en la Costa del Sol. Alrededor de las 12.00 del mediodía acude diariamente al Open Arena a entrenar una media de dos horas en pista, actividad que combina tres días en semana con el entrenamiento físico.
Por las tardes retoma sus compromisos laborales desde casa y después asiste a una clínica de rehabilitación "donde hago todos los días otras dos o tres horas". El poco tiempo libre que le queda lo invierte en preparar conferencias de motivación, como la que ha ofrecido la última semana en la sede del BBVA en Madrid.
Su esfuerzo y entrenamiento diario le ha valido para conseguir ser el español número 11 de la clasificación de la ITF. La meta que se ha fijado en un medio plazo es poder estar en los juegos Paralímpicos de Tokio de 2020, un camino "complicado" porque "para ir a unas Olimpiadas tienes que estar entre los 40 mejores del mundo y entre los cuatro mejores de tu país". Por eso, explica que "para este año me gustaría estar entre los ocho primeros de España de manera que pueda jugar el Master Nacional". De todas formas, este incansable luchador no tira la toalla y reconoce que "si no consigo ir a Tokio pues lo seguiré intentando hasta las siguientes Olimpiadas de 2024 que no se ni dónde son".
Cisco sonríe cuando dice que antes se presentaba "como un abogado viajero y un tenista amateur y ahora soy lo mismo, pero digo que soy tenista profesional", ya que "llevo jugando al tenis diez años, pero como jugador de club". Ahora, y tras el accidente, se ha debido de acostumbrar a cambiar su juego adaptándose principalmente a la movilidad de la silla, que en su caso reconoce "es lo que más me cuesta, porque aquí tenemos dos botes de pelota, por lo que si quieres disfrutar del segundo bote tienes que jugar dos metros detrás de la linea de fondo, el golpe te hace que recuperes y hagas ochos atrás y eso es lo que mas me cuesta junto con el revés". En cambio "lo que mejor tengo es la derecha, el drive lo pego bien y el saque lo tengo bueno", afirma.
Sus ídolos
Como todo buen tenista, Cisco siente admiración por el mallorquín Rafa Nadal, del que dice que "ha sido importante para mí, pero incluso antes del accidentes, ya que tras leerme su biografía me enteré de que su tío siempre le decía que hay que aguantar y que aceptara las cosas como vienen". Concretamente, señala el deportista cordobés, "esa frase antes de lesionarme ya me marcó". Entre el resto de sus ídolos se encuentra también David Ferrer y el paralímpico madrileño Dani Caverzaschi. Cisco sueña con ser algún día como el argentino Gustavo Fernández, "que es el cuatro del mundo, y es parapléjico completo como yo". Y, precisamente, esta admiración viene porque en el tenis con silla "competimos gente parapléjica completa con gente a la que le falta solo un pie, y entonces no estamos en las mismas condiciones". Pero aún así, señala, " yo prefiero eso porque hace el circuito mas atractivo, y por ello Gustavo es para mí un referente".
Después del accidente, explica que anímicamente se volvió más "tímido y retraído". Tras pasar cuatro meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, salió antes de tiempo por voluntad propia y se marchó a Badajoz, donde vive su novia. Con ella realizó un viaje por Japón y regresó a Córdoba en septiembre de 2016. Ahora se plantea protagonizar un documental viajando con su novia por países con "cero adaptación para quitar ese estigma que la gente tiene cuando ve a una persona en silla". Cisco sostiene que su lucha es "para que la gente deje de ver la silla y vea la persona".
