CRISIS DEL CORONAVIRUS

Aislada en su domicilio durante el confinamiento y con un hijo autista: el testimonio de Carmen

Esta madre cordobesa solicita algún tipo de ayuda que le suponga alivio en el cuidado
Carmen y su hijo Rubén dando un pequeño paseo al lado de su casa
photo_camera Carmen y su hijo Rubén dando un pequeño paseo al lado de su casa

La dificultad de los confinamientos se agrava en muchos casos por las situaciones personales. Una de ellas, por la falta de ayuda existente y los obstáculos para prestarla es la de las personas que se quedan aisladas en los domicilios con un hijo autista. Así ha quedado Carmen, que ha de encargarse de su hijo de once años, Rubén.

Su hijo normalmente asiste a clase en el centro de educación especial Montessori. A diferencia de los colegios ordinarios resulta en muchos casos imposible que el centro pueda hacer algo más allá de llamadas de control para preocuparse un ofrecer consejos. "Mi hijo tiene autismo severo con discapacidad intelectual también alta, hiperactividad asociada y problemas de conducta", nos cuenta esta madre cordobesa que vive en la calle Colombia del barrio de Huerta de la Reina. En el plano diario se traduce en algunos episodios de agresividad, lanzamiento de objetos o su destrucción.

Ambos, madre e hijo, se enfrentan a un durísimo confinamiento. "En este caso la distracción de mi hijo es imposible, además tienes que estar todo el rato pendiente". ¿Cómo es su día a día? "Pues estar aquí viendo pasar las horas, pero con una criatura que tiene hiperactividad y que tienes que estás constantemente supervisando, porque es derrucción y derrucción", además "en la calle también entraña peligro porque sales con el miedo al contagio".

Esta madre cordobesa nos indica que además en muchos casos tiene que estar viviendo con las persiana echadas para que su hijo no quiera estar saliendo a la calle. 

Según detalla Carmen además ha tenido algunos problemas con los vecinos. "Cuando está demasiado alterado lo saqué a la calle y algunos vecinos empezaron hasta a insultarme, a decir que era una sinvergüenza o una descerebrada, cuando está permitido salir y pasear en estos casos". El asunto incluso concluyó, como cuenta esta madre, en una llamada a la Policía Nacional.

Carmen ha buscado también ayuda en el centro cívico del barrio, pero no hay posibilidades al respecto. También ha procurado cambiar la situación generada por su divorcio, pues ella tiene la custodia. El particular régimen de visitas hace que el padre tenga un fin de semana de cada cinco, y no entero. El intento iba en el sentido de aumentar el régimen para tener un mínimo descanso. La parálisis de los juzgados lo ha hecho también inviable.