El ala de Cáritas contra el frío: uno de los primeros peldaños para salir del 'sinhogarismo'

Se llama ala de baja exigencia porque los requisitos para entrar son mínimos. La prioridad es que nadie se quede fuera, algo cada vez más difícil puesto que en la ciudad están aumentando las personas sin hogar

 

 

Cáritas baja exigencia 1
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Antes de que abran las puertas a las 21:30, docenas de personas sin hogar esperan su turno en el ala de baja exigencia de Cáritas, situada en el barrio de la Fuensanta. El turno es importante porque cuenta con 32 plazas, divididas en zonas para hombres y mujeres. Este lugar se abre para refugiarse de los días de frío. Comienza su actividad sobre octubre y noviembre y termina a veces alargándose a marzo.

La responsable de acción social del programa para personas sin hogar de Cáritas, María Calleja, explica que este año, a diferencia de otros, suelen tener completas todas las plazas, por lo que queda a veces gente fuera que derivan al área especializada en ola de frío de la Casa de Acogida municipal. En ocasiones aquellos que se quedan sin sitio pernoctan en la plaza de en frente por motivos de seguridad, pues a veces algunos sin techo han tenido problemas con algunas pandillas de jóvenes al quedar diseminados por las cercanías.

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¿Que significa ese término de 'baja exigencia? "Quiere decir que cualquier persona que muestre una actitud colaborativa y respete a sus compañeros y los educadores puede entrar, independientemente de lo que haya consumido o que no se esté en otros casos tomando la medicación, la prioridad es que no se quede en la calle y basta con una buena actitud". La persona que llega tiene cama, útiles de aseo, posibilidad de ducha, una cena que se cocina el la casa de acogida de Cáritas aledaña y la posibilidad de compartir algunos momentos con el resto de personas que se refugian del frío y con los voluntarios de la institución humanitaria. A las 11:00 se apagan las luces, momento en que se marchan los voluntarios y queda el educador. Al día siguiente se ofrece un desayuno y las personas sin hogar han de abandonar las instalaciones a las 8:00. Para evitar colas o aglomeraciones se les pregunta si volverán esa misma noche. Si la respuesta es afirmativa se les reserva esa plaza.

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"Me parecen una maravilla las ayudas sociales que hay en España", nos dice un ciudadano colombiano perteneciente a uno de los perfiles que se dan en este ala de baja exigencia: el de gente procedente de países hispanoamericanos en busca de trabajo, refugio político o la nacionalidad. El otro perfil es el de personas magrebíes o subsaharianas que vienen a trabajar en campañas agrícolas. Ambos perfiles son minoritarios. El grueso de las personas sin techo son hombres y mujeres con algún tipo de trastorno o enfermedad mental, a lo que unen alcoholismo o adicciones y en ocasiones VIH. La vida en la calle además les va acarreando con el paso del tiempo nuevas complicaciones en la salud. Esto produce un círculo vicioso del que es muy difícil salir. En nuestra estancia en ala recogemos testimonios al respecto donde se dan todo tipo de condicionantes y además tremendas desgracias familiares. Rehusamos detallarlos y personalizarnos al parecernos en este caso una cesión a un ya parece que acostumbrado sensacionalismo.

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El 70 u 80 por ciento de las personas sin hogar suelen ser hombres. Pero cada vez hay más mujeres y, en general, como expone María Calleja, más sin techo. A los años de crisis económica se une una constante precariedad en muchos trabajos. Esto hace que aumente su número y, al parecer, sobre todo por los extremos: hay mas gente mayor y más gente joven. Normalemente se acaba en la calle cuando a una complicada situación previa se une la pérdida del trabajo o de apoyos familiares. El aislamiento se funde por ejemplo con el trastorno o con una familia disfuncional (o se combina todo) y se llega al 'sinhogarismo', una consecuencia de un proceso más largo.

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El ala de baja exigencia tiene una enorme importancia no sólo como refugio ocasional, sino como primer recurso para introducir a la persona en cuestión dentro de las más amplias posibilidades de ayuda que ofrece Cáritas, desde la Casa de Acogida al apoyo psicológico o médico, además del acompañamiento.

En una reciente rueda de prensa de Cáritas la pasada Navidad, se tenía el testimonio de Jesús Criado,que consiguió salir del 'sinhogarismo' tras un duro proceso de siete años. Destacaba en su testimonio la importancia que había tenido el trato recibido por los voluntarios de Cáritas. Durante nuestra estancia en el ala de baja exigencia comprobamos tanto la eficacia como la humanidad de dicho trato, mezcla de profesionalidad, formación, vocación, características personales y oficio que resultaría radicalmente imposible para alguien sin experiencia por muy buena voluntad que le pusiera.

Tenemos además la oportunidad de charlar con dos de las usuarias del ala de baja exigencia, Rosario y Lola (aparecen en las fotos), de ambas hay que destacar su enorme simpatía y sentido del humor incluso en circunstancias mucho más, pero mucho más que adversas en las que no vamos a ahondar. De su día a día de dureza difícilmente imaginable nos quedamos esta vez con su capacidad para la resistencia y la lucha.

En una reciente entrevista en CÓRDOBA HOY al responsable de Cáritas, Salvador Ruiz afirmaba que se podía salir del 'sinhogarismo'. Este ala de baja exigencia es una de las primeras etapas de las posibles para ello en un camino largo que necesita de personas, recursos y todo tipo de apoyos y profesionales.