RAFAEL PULIDO. ETNÓGRAFO Y ARTISTA

"El río es hoy como una arteria aislada"

Maestro de talla en piedra y madera en la escuela de artes Dionisio Ortiz, Rafael Pulido procede del trabajo en piel del cordobán y la artesanía del cuero. Pero al margen de su trabajo de enseñanza y artístico, realiza una amplísima labor de etnografía, fundamentalmente en dos campos: los antiguos oficios del río y las pretéritas chozas para labores trashumantes. A ellas llegó tras una vida dedicada por curiosidad a la historia natural, a la ornitología o al estudio de los murciélagos. Esta semana hacía pruebas con un prototipo de barca antigua en el embarcadero de Miraflores, momento que aprovechamos para hacer la entrevista y saber más sobre este peculiar 'test'.
Rafael Pulido I
photo_camera Rafael Pulido en el embarcadero de Miraflores

Cuéntenos que hace en este embarcadero de Miraflores con esa pequeña barca

Es una maqueta a escala 4/1, es decir, cuatro veces más pequeña que una real, que tendría 6 de eslora por dos de ancho. Aquí en Córdoba la llamaban de dos piqueras, o sea, de dos proas indistintamente, ya que servía para cruzar en las dos direcciones. Es un experimento personal que llevo realizando desde hace tres años a raíz de que una antiguo alumno mío estuviese investigando sobre los oficios perdidos del río y sus barqueros. Me puse a dibujar, a hacer pruebas...y el resultado es esta maqueta. En un futuro intentaré construir una a tamaño real.

¿Para qué se usaban estas barcas?

El gran río, el Betis, ha sido  navegable desde la antigüedad, y ha sido un nexo de movimientos,  comunicación y transporte de mercancía. A principios de los 70, justo donde estamos sentados, las últimas barcas del Guadalquivir varaban ya sin uso. Antes de eso servían para el tránsito de personas porque no existían tantos puentes. Las llevaban de una orilla a otra. También servían para que los areneros la llenasen de arena que sacaban  del propio río. Se empleaba en las obras de la ciudad. Y para la pesca, por supuesto. La alimentación con peces de agua dulce se ha perdido totalmente en la ciudad. Esturiones, anguilas, albures, sábalos, sabogas ya no se utilizan. Son especies migratorias en grave peligro de extinción. [N. de la R. Para saber más, grupo de Facebook: Barcas cordobesas]

Rafael Pulido II

¿Su dedicación consistía solo la de llevar la gente de un sitio a otro?

Mi investigación precisamente no se limita a la barca, sino que hay todo un trabajo de memoria oral. Me he dedicado a investigar quiénes son los descendientes de todos esos barqueros ya que muchos de sus hijos viven. Eran familias fundamentalmente de los apellidos Caballero y Madero. Vivían por el barrio de Santiago, en torno a la calle del Viento. Gestionaban los molinos de Martos y San Antonio, cuyas plantas de arriba también estuvieron habitadas salvo cuando había inundaciones. Hay fotografías espectaculares de los barqueros en crecidas del río sacando sus pertenencias y a sus familiares. 

¿A qué se refiere con 'gestionaban'?

Molían harina, construían barcas, tenían el oficio de barquero, para el que era necesario un permiso, puesto que era un oficio reconocido. Eran personas totalmente fluviales, acuáticas. Conocían el río, sabían extraer sus alimentos. Eran otros tiempos. Fíjate. Estamos aquí solos. El río es hoy como una arteria aislada.Sus herederos me han proporcionado fotografías y muchísimos detalles interesantes.

¿Cómo cuáles?

La habilidad que tenían para la natación. O que había concursos de saltos desde el Molino de Martos en el que participaban indistintamente hombres y mujeres. Las mujeres de estas familias fluviales hacían casi lo mismo que los hombres. También el uso que hacían estos barqueros y otros trabajadores del río de los peces. Por ejemplo con  la anguila, que es un pez que ya no llega hasta aquí porque vienen desde el mar y las presas del Guadalquivir le cortan el paso. Pues estas personas, además de su carne aprovechaban su piel. La desollaban y la convertían en una especie de cordeles que los plateros de Córdoba empleaban como herramienta, a modo de barrena que gira. Ese cordel era de piel de anguila. Yo provengo del oficio de los cordobanes y sin embargo no había oído eso en mi vida. Por testimonios orales también sabemos que había unos profesionales de la pesca fluvial que venían de Don Benito de forma temporal al Guadalquivir, pero también al Guadiana o al Tajo.  Se dedicaban a la pesca masiva y a vender los peces.  Venían con sus barcas y todo el pescado que sacaban lo mandaban a Extremadura en el ferrocarril. Hay gente mayor a los que les hablas de los pescadores de Don Benito y saben quiénes eran.

Supongo que las vidas de estas personas estarían muy ligadas al propio tiempo, a sus inclemencias o bondades.

Es curioso. Aprovechaban incluso la leña. Cuando hay crecidas el Guadalquivir va arrancando troncos de árboles. Ellos se dedicaban a recogerlos con sus barcas. Y seleccionaban la madera para carpintería o la troceaban para venta para combustible.

Rafael Pulido V

Hasta hace no demasiado además el río era un lugar para la diversión.

El río era un sitio de ocio, de baños, de natación de saltos...muchos de ellos eran especialistas en natación y salvaron a muchísima gente de ahogarse. El último barquero que murió hace unos años con 96, Enrique Caballero, fue socorrista es piscinas y salvó a varios pasajeros del famosísimo accidente del autobús en el río. 

¿Qué ha pasado para que las orillas no tengan relación alguna con los usos recreativos?

Desde que tenemos documentos, ya en el siglo XX, se sabe que había unos baños públicos, cerca del puente romano, donde estaban separados hombres y mujeres. Se utilizaban las barcas para bañarse. Ya en los años 60 y 70, aquí en frente estaba la playa de Torrepelote con sus bares. ¿Qué pasó? Pues que la industrialización del campo produjo una ruptura. La agricultura intensiva, con su uso de pesticidas, hizo que los ríos estuvieran cada vez más contaminados y con más sedimentos. Toda la gente que vino a la ciudad de las zonas rurales aumentaron las aguas fecales. Todo esto hizo muy  que fuese inviable bañarse en agua más o menos limpia. Hoy en día está medio limpia. Pero de aguas fecales, no de productos químicos. Entonces nadie se fía [ríe].

¿Hay solución?

La solución es complicada porque el principal problema son los sedimentos, la sequía, la falta de lluvia...ahora mismo tenemos este nivel de agua que estamos viendo porque están desembalsando agua de forma masiva para que llegue a los arrozales de Doñana y puedan cultivarlos. Es curioso, porque entre junio y principios de agosto es cuando más agua hay en el Guadalquivir por este motivo. Luego en invierno la lámina de agua baja hasta el punto de que ahí en medio del río puede haber una cuarta o dos de agua aunque no lo parezca. El río está cada vez más seco. Como además se han abandonado las orillas y también su vegetación, las plantas crecen de forma espontánea, algo que no es malo pero sí consecuencia del abandono. Tenemos un reto en sacarle partido a eso de acuerdo a las características, peculiaridades y personalidad de la ciudad, porque este nunca puede ser el río que tienen en Sevilla [Rafael Pulido nos habla también de las iniciativas de Oporto, donde se han recuperado barcas antiguas para uso turístico].

Rafael Pulido VI

Otro de sus campos de interés es de las chozas

Hace años también me interesé por la flora, la fauna, y especialmente la ornitología y los murciélagos. Al hacer por ejemplo censos de aves, como la cigüeña negra, cernícalo primilla etc, veía muchas construcciones abandonadas y empecé a interesarme por la arquitectura de las chozas, el precedente de las viviendas más estables que tenemos hoy en día. Fueron frecuentes hasta hace no mucho, y especialmente en los oficios de los ganaderos, los pastores...y también a veces mineros y agricultores. Eran construcciones muy versátiles, cada uno las hacía a su  manera. Y me puse a documentarme y a trabajar, pedí una subvención a la consejería de Cultura y empecé a investigar. Cuando empiezas a investigar una línea se abren un montón de variables y de campos. [N. de la R. Página sobre chozas de Rafael Pulido y artículo en Cuadernos Geográficos]

¿Cuántos tipos de chozas hay?

Las hay exclusivamente vegetales. Eran chozas muy efímeras para una corta temporada, hechas con paja de cereal, retama, musgos, caña, carrizo, palmito...plantas que son capaces de escurrir el agua. Otras son de piedra y otras mixtas, combinan la piedra y los elementos vegetales. Las vegetales prácticamente han desaparecido, aunque curiosamente hace unos días me mandaron la foto de una de Villanueva de Córdoba que se conserva perfecta, no me explico cómo. Está en una propiedad privada y sólo se me ocurre que los dueños hagan una gran labor de conservación. De muchas chozas en general quedan restos, ruinas, bóvedas...el trabajo consiste en dibujarlas, medirlas e inventariarlas por si en un futuro, y como sucede en más casos, las autoridades decidieran protegerlas como Bien de Interés Cultural. Por ejemplo algunas de los Pedroches son antiquísimas. De piedra. Construidas con una bóveda semicircular que aguantaba varios siglos para los ganaderos trashumantes. 

¿No existe ninguna figura de protección para ellas ahora mismo?

En otras zonas de España, a estas construcciones de piedra seca, que es como las llaman, sí se las protege, por ejemplo en Castellón o Tarragona. En Extremadura hicieron un intento, pero no lo consiguieron. En Córdoba hemos inventariado muchas, en torno a mil. De ellas al menos un centenar están en un buen grado de conservación y urge protegerlas.

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Ya hemos visto los oficios característicos de estas chozas, ¿pero la relación de sus habitantes era similar?

Había algunas que eran para los trashumantes que procedían de Soria, Teruel o León. Cada temporada que venían reconstruían a su gusto la choza. Le ponían retama, le ponían la cubierta...y cuando se iban las quemaban. Por dos motivos. El primero para que no se las ocuparan. El segundo como medida sanitaria, para desinfectarlas. La piedra permanecía y al invierno siguiente las volvían a reconstruir. Otras familias, en Palma del Río, algo que no sabe mucha gente, y que eran jornaleros, construían choza vegetales como si fueran poblados. Hay una foto de Palma del Río dentro de la muralla, de 1960, absolutamente espectacular. Hay 50 ó 60 chozas en un llano. Si no te dicen que es Palma del Río podía ser Gambia [ríe]. Eran chozas de tapial, de cal, de caña...

Es curioso. Conozco algunos casos de actividades de ocio en el campo, a veces puramente recreativas, otras relacionadas con la meditación, el yoga o el crecimiento personal, que incluyen actividades de construcción de chozas de pastores.

Esa es una parte. Pero las tendencias son mayores. Por ejemplo con la bioconstrucción. Consiste en volver a construir con materiales naturales. Eso tiene ventajas e inconvenientes. Las ventajas es que se reduce la contaminación. Y también están las sensaciones, saber que los materiales proceden directamente del medio. Los inconvenientes: que poca gente sabe hacerlo. Empiezan a salir muy buenos profesionales. Pero es muy caro. Realmente un privilegio. En ese sentido es lo inverso a lo que fue [ríe].

Actualmente eres profesor de talla en piedra y madera, pero además tienes una faceta de artista con obras curiosísimas, muy orgánicas, llamativas, semejantes a animales o plantas.

El arte, además de expresar belleza, puede contener un mensaje. Yo provengo del movimiento ecologista y realizar esculturas con esos temas me parece una forma de reivindicación. Ahora mismo estoy trabajando con la fauna y los ecosistemas del Guadalquivir, por ejemplo con peces que han desaparecido, con la intención de que las generaciones actuales las conozcan, que sepan que existieron. [N. de la R: página Facebook con obras de todo tipo de Rafael Pulido]

Es decir, que crees también que el arte, en tu caso la escultura, puede tener una parte no sólo de reivindicación, sino de divulgación.

Sí, exacto.

¿Trabajas en algún proyecto en concreto ahora mismo?

Por ejemplo ahora, junto a otros escultores andaluces de temática natural, estamos poniendo en marcha un proyecto expositivo sobre el río Guadalquivir que pretendemos además mostrar desde Cazorla a Sanlúcar de Barrameda.

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