ANA RAMOS. PRESIDENTA DE ACANSA CÓRDOBA

"La Covid causó estragos en el Sáhara mientras la soberbia occidental daba opción a vacunarse o no"

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
photo_camera Ana Ramos posa para Córdoba Hoy

Ana Ramos, es la presidenta de la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños Y Niñas Saharauis (Acansa), pero lleva casi 18 años de lleno en esta movida, a través de Vacaciones en Paz. La verdad es que lo que es la causa saharaui, como la llaman, la conocía de tiempo atrás, por otras vías. "Me acerqué a ella por unas inundaciones que hubo y se recogió material para ayuda humanitaria". Fue eso lo que llevó a acoger en su casa un niño en verano, y a partir de ahí fue un no parar. De hecho, "la niña que tengo este año es la sobrina los primeros niños que vinieron a Córdoba", señala.

Ana Ramos es palmeña, se formó como trabajadora social, pero no ha ejercido como tal. Es administrativa y, por supuesto, activista. La causa se le metió dentro de una forma simple: "Yo lo considero un pueblo hermano al que hemos abandonado y cuando vas allí, los ves, aparte de esa población, que llevan en campamentos de refugiados más de 46 años, está la otra parte que ocupa el territorio y sistemáticamente viola los derechos humanos, y ante eso no te puedes quedar de brazos cruzados".

Pues bien, a través de asociaciones como ésta, como Acansa, Ana Romero estima que "podemos pagarles la deuda que le debemos; es una manera de ayudar, qué menos, porque los diferentes gobiernos no actúan ante este problema político, aunque la sociedad española ha demostrado que está con el pueblo saharaui".

Un hecho que se nota en la cantidad de niños que visitan el país todos los veranos, y en las miles de familias españolas que han viajado también hasta los campamentos en Tinduf (Argelia) a ver cómo están, "Una vez pisas los campamentos, por muy duro que sea, porque aquello lo es, es verdad que se te meten dentro y ya es difícil dejar de pensar en ellos", explica para añadir que "forman parte de tu familia".

En ese caso, aparece la irónica paradoja de luchar para que esos niños y niñas dejen de venir en verano a España y tengan ya su Sáhara libre. "Estos niños y niñas no se merecen venir todos los veranos a pasarlo aquí, por ser refugiado; ningún niño del plantea se merece ser refugiado, y ellos lo son".

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿Ellos qué piensan cuando los españoles aceptan que las cosas son como son?

Los niños conocen el conflicto, están muy bien informados de cómo ha surgido y de la situación actual, y son conscientes del abandono por parte de las instituciones españolas y europeas y de cómo sistemáticamente los tratados europeos se incumplen. No se produce el ansiado referéndum que llevan esperando desde 1991, año en que se llegó a un alto el fuego, y ellos en realidad saben que son los gobiernos los que niegan la mayor. Pero sus familias españolas y el pueblo español está con ellos. Les encanta España. Estamos ya en la puerta de embarque en Málaga para coger el avión y están gritando ¡adiós España! Hasta el año que viene. Están como locos (la entrevista se realizó el viernes en plena despedida de los niños y niñas cuando iban ya a tomar el avión de vuelta desde Málaga).

Para sus familias y para estos niños es muy importante saber que al otro lado hay familias que están con ellos y que no están abandonados. Aunque, por desgracia, los gobiernos los tienen abandonados y los tienen en campos de refugiados o viviendo en territorio ocupado por Marruecos, pero saber que hay una familia que está contigo, que no estás solo, que forman parte de tu lucha, es muy importante.

Las familias no se limitan a traerse a un niño en verano. Va más allá. Hay una causa detrás. Estos niños no vienen a pasar unas vacaciones porque quieren. Acuden porque son refugiados.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿Siempre repiten con la misma familia?

Sí. A no ser que la familia por diferentes circunstancias no pueda acoger a ese menor. Suelen ser los cuatro o cinco años que vienen siempre con la misma familia. Es más, hoy (el viernes) en El Arenal ha sido muy duro. Porque los niños son más pequeños y han estado llorando. Un mes se les ha hecho corto y las familias han soltado como todos los años sus lágrimas, pero bueno ya el año que viene los van a tener de nuevo aquí. Un año se pasa rápido y ya mismo estamos otra vez en Cerro Muriano con ellos.

Con la aparición de la Covid hubo dos años, 2020 y 2021, que no pudieron venir a España. ¿En esos dos años hubo ya algún niño que perdió del todo la oportunidad de venir a España?

Sí. Muchísimos. Además este año se ha hecho mediante corte y sólo han venido a partir de los nacidos en 2014. Por lo tanto, todos los niños de nueve años que les correspondía venir no lo han hecho ni lo van a poder hacer ya. Pero se ha hecho el corte en esa fecha y así se ha hecho. No obstante, nosotros, como Acansa, visitamos en una convención médica en Semana Santa los campamentos y vimos que esos niños y niñas que ya no podían viajar por cuestiones de edad y de criterios a la hora de viajar pero que tenían problemas médicos, los hemos evacuado y en Córdoba son 13 los que se quedan para tratar sus problemas sanitarios. Han prorrogado la estancia hasta que se les dé el alta y puedan volver a los campamentos.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿Este año, por tanto, ha sido especial?

Sí lo ha sido, porque después de dos años de parón volver a tenerlos aquí, volver a empezar con niños muy pequeñitos, de siete u ocho años, ha sido muy emocionante. Tristemente ha sido sólo un mes. No han podido venir más, pero es un mes muy intenso. Al menos sus revisiones médicas las llevan, así como su alimentación de manera correcta como cualquier niño o niña se merece con esta edad y no como la tienen ellos que dependen de la ayuda humanitaria y en estos dos años de pandemia la malnutrición allí se ha vuelto a ver, porque antes estaba eso más controlado con las caravanas y demás.

La pandemia no sólo causó allí estragos, por las condiciones higiénicas y sanitarias que había, sino que se bloqueó todo tipo de ayuda y no podíamos entrar. Hay que imaginarse lo que han supuesto para esa zona del mundo los dos últimos años. Por lo tanto, verlos otra vez entrar por estas puertas del Aeropuerto de Málaga, recibirlos fue tremendamente emocionante, la verdad.

Ha usado la palabra estragos. ¿Puede ser más específica?

Con la pandemia de la Covid-19 allí se han producido muchas muertes. El virus también entró. Muchas personas mayores, sobre todo, fallecieron. A lo mejor allí se podría haber solucionado si hubiera habido medios, pero allí están muy tocados de los bronquios por la arena y las tormentas de arena o los contrastes de frío y calor. Allí la situación se complica y se agrava, por ser el 'desierto de los desiertos'. El desierto más duro del planeta es éste, donde están los refugiados de Tinduf, en Argelia.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿La pandemia se ha cebado igualmente con las personas mayores?

Sí, claro. Los mayores son los que están más delicados físicamente hablando, con problemas de bronquios y han fallecido bastantes. Es que aquello es complicado. Aquí las medidas de higiene no son las mismas. Viven todos en una jaima y el tema médico escasea, las comisiones médicas no viajaban ni tenían medicación allí. Se bloquearon todo tipo de vuelos y de conexiones. Eso fue lo que provocó la pandemia.

¿Ni siquiera se les pudo enviar vacunas?

Nada. Nada. Me hace gracia que en España vacunarse era una opción voluntaria, con la soberbia propia del primer mundo, donde poderse vacunar o no es una elección, y allí directamente no se vacunan. Hubo muy pocas vacunas, creo que sólo un 2 o un 3% de la población está vacunada. Es una cantidad ridícula, pero es el mundo en el que vivimos. Allí no han podido elegir si vacunaban a sus hijos o no. Allí directamente no los podían vacunar.

¿El Gobierno español tampoco se movió para resolver el problema de vacunas con el pueblo saharaui, que parece que sigue siendo la provincia número 53 de este país?

Eso no te lo puedo asegurar. Sé que desde Cuba mandaron aviones con vacunas. La situación era muy delicada. Ya sabemos de qué parte se ha puesto el Gobierno, por lo menos si no el Gobierno al completo, sabemos que el presidente se ha puesto de parte del tirano, del lado de Marruecos, de los opresores. En caso contrario, de haberse celebrado el referéndum, esos niños no estarían aquí. Estarían disfrutando de sus playas y de su país, que es muy rico en recursos naturales.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿Cómo ve el futuro? Ponga usted el plazo que considere.

Bueno. Lo veo complicado. Con la postura política que está tomando el Gobierno. No sé. Me gustaría y quiero ser optimista. Quiero pensar que todo se solucionará y que estos niños podrán crecer, o al menos los hijos de estos niños, en un país libre y propio, y no en un campo de refugiados.

¡Los hijos!....

Sí claro, los niños de ahora no lo veo. Es que llevan 46 años de refugiados. La gente joven allí está ya desesperada, evidentemente, es muy duro. Es que 46 años se dice pronto, pero es largo de vivir.

¿La labor de Acansa se limita a la acogida de los niños y niñas en verano?

No, no, no. Tenemos dos vertientes: La humanitaria, que está clara, y es organizar y guiar comisiones médicas a los campos de refugiados. Trabajamos allí, porque está claro que en el territorio ocupado Marruecos no nos deja entrar. Trabajamos en materia bucodental, equipamiento escolar, caravanas con envío de material sanitario, educativo y alimentos no perecederos o las Vacaciones en Paz.

Y luego está la vertiente política. Está claro que esto es un conflicto político y nosotros estamos presentes o detrás de cualquier acto político, de reivindicación y lucha que tenga este pueblo. La única solución es adoptar una posición clara con la legalidad. No hay otra. Existen resoluciones de la ONU que piden que se celebre ya un referéndum sobre el futuro de este pueblo. Algo que tiene que decidir ese pueblo y nadie más. Pero en su caso decide todo el mundo menos ellos.

Nosotros, entre tanto, seguiremos apoyando desde aquí de todas las maneras posibles que haya un Sáhara libre; es nuestro objetivo en Acansa.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿De qué manera se mantiene Acansa?

Aparte de la aportación de los socios, se mantiene a base de proyectos como éste, de Vacaciones en Paz, a través de las instituciones públicas y también privadas. Hablo tanto de los ayuntamientos de la provincia, como el de la propia capital, la Diputación y también trabaja con nosotros Fundación Cajasur y la Fundación Arruzafa, a la que estamos tremendamente agradecidos, porque muchos de estos menores que se quedan este año van a ser operados allí gracias a esa fundación.

Hablamos de eso, entonces, de apoyo de entes públicos, sobre todo, y colaboraciones por parte de privados. Todo eso hace posible que se lleve a cabo nuestra labor.

Por supuesto, no podemos olvidar a las propias familias. Es que por mucho que colaboren contigo, si no hay familias solidarias como las que hay en Córdoba, y que han permitido este año que estos 113 niños y niñas han podido estar en verano alejados del desierto, a más de 46 grados a la sombra; sin ellos, no sería posible.

Me parece muy positivo que, frente a la actitud del Gobierno, haya ayuntamientos, que no dejan de ser otra administración electa, que sí colaboran y están metidos a fondo en esta materia.

Sí, y además de diferentes colores políticos. En realidad, ellos saben que detrás de Vacaciones en Paz hay muchas personas y muchas familias. Participan en proyectos como éste porque saben que hay mucho movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui. Es muy, muy grande. Se demostró cuando se celebró la última manifestación en Madrid contra la postura de Pedro Sánchez y cada vez que hay algo salimos a la calle y nos movemos a donde tengamos que ir para darles voz a quienes no la tienen. Ya que ellos no pueden gritar en las calles, ya estamos nosotras y nosotros para hacerlo.

Ha comentado que un mes es poco. ¿Antes venían por más tiempo?

Sí. Llegaban a finales de junio, el día 27, y se iban el 27 de agosto. Eran dos meses. Este año, por cuestiones burocráticas, no ha podido ser y se ha quedado en un mes. Pero bueno, el año que viene esperemos que se vuelva a retomar Vacaciones en Paz como se ha hecho desde siempre, con esos 60 días.

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También han estado ustedes apuntando a lo largo de estos últimos días que antes de la pandemia venían más niños y niñas en el programa.

Claro. Pero hay que pensar que este año ha sido como comenzar de cero de nuevo. Antes siempre contábamos con los niños repetidores más las familias nuevas. Y este año hemos hecho tabla rasa. Es verdad que hay familias repetidoras, pero no hay niños repetidores. Todos los que han venido son completamente nuevos. Aún así, nos hemos quedado sorprendidos de la capacidad de las familias que han decidido acoger. Son 113 en Córdoba después de dos años de parón y eso nos parece bastante buena cifra.

¿Este año, entonces, hay familias nuevas?

Bastantes. Han quedado super contentas y deseando que llegue el verano que viene. Tú le puedes hablar con palabras a la gente de lo que significa tener un niño o una niña en tu casa y compartir lo que tienes, pero hasta que no lo vives, por mucho que te expliquen no eres consciente de lo que es y de lo que significa. Eso es lo que se ha respirado en El Arenal en el día de la despedida. Se ha visto todo lo que te dan, lo que te llenan esos niños; es una experiencia muy bonita y enriquecedora.

Luego, a lo largo del resto del año, ¿mantienen contacto las familias con esos niños y niñas?

Sí. Por supuesto. Se ha colocado un repetidor con Wi-Fi, que no conecta todo el tiempo del día, pero de cuando en cuando hay conexión y se pueden enviar WhatsApp y hacer videollamadas y demás con las familias. También hay viajes de familias españolas a los campos de refugiados en diciembre. Son muchas las que van hasta allí tanto para volver a ver a los menores como para conocer a sus familias biológicas.

Aprovechamos los vuelos que organiza Acansa con otros proyectos y, así, las familias que quieran pueden viajar a los campamentos de refugiados y estar unas semanas con sus niños y conocer a sus familias. Los niños están encantados con que unos y otros se conozcan. Te enseñan su jaima, su cabra, su mamá y su papá, su mundo y lo que es su vida diaria.

Ana Ramos posa para Córdoba Hoy
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¿Las familias que viajan hasta allí qué sensaciones se traen de nuevo al volver?

Es un pelín complicado. Se enfrentan directamente a lo que los niños les han contado y lo que han podido ver en fotos. Es lo mismo que antes, hasta que no lo vives y compruebas en tus carnes la situación en la que están es complicado. Tú sabes que te vuelves y ellos se quedan en esa situación. Pero también se llevan esa alegría del reencuentro. Es un pueblo duro. Tú les preguntas cómo están y siempre te dicen que están bien, ¡madre mía! Y yo me levanto algunas mañanas con los cables cruzados y son todo quejas, y ellos aguantan lo que les echen y llevan así décadas...

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