JOSÉ MARÍA FLORES. DIRECTOR DE POLÍTICA ENERGÉTICA DE LA UCO

"Como decía mi catedrático, el vatio más barato y el más ecológico es el que no se produce"

José María Flores posa para Córdoba Hoy
photo_camera José María Flores posa para Córdoba Hoy

La subida en el precio del gas y la energía eléctrica está llevando a muchos a tratar de ser lo más eficientes posibles, cada uno y una en su ámbito, para no acabar desplumados literalmente con facturas astronómicas. Y ya no es sólo restringir el consumo, sino también poner en marcha algunos consejos de eficiencia, que a nivel individual pueden resultar nimios, pero a nivel estatal la cifra de ahorro sería astronómica.

En Córdoba tenemos la suerte de contar en la Universidad de Córdoba con un departamento de Política Energética y Campus, que lidera el profesor titular de Tecnología Electrónica José María Flores. Con él hemos contactado para tratar de ver si de alguna forma se pueden reducir las facturas. Y, aunque la respuesta es positiva, también es verdad no es un ahorro excesivo. Pero esto es como el mar, compuesto de gotas y cada una de ellas conforma un todo que sí puede suponer un ahorro potencial ingente. Algo que recuerda sobremanera a los anuncios estatales de la época franquista, en plena crisis del petróleo de la década de los 70 del siglo pasado, y que decían: "Aunque usted pueda pagarla, España no puede", en un claro contexto de evitar a toda costa el derroche energético.

Hay pequeños gestos y mucha lógica básica en los consejos que nos regala el profesor. En nuestra mano está el aplicarlos. De hecho, la idea de esta entrevista surgió hace ya un buen puñado de años, durante la celebración de la Noche Europea de los Investigadores en los jardines de la Pérgola, con un equipo de investigación que mostraba en un cartel consejos para prolongar la vida de ordenadores portátiles, móviles y tabletas...

José María Flores posa para Córdoba Hoy
José María Flores posa para Córdoba Hoy

Es un buen momento para que alguien que sabe de estas cosas nos recomiende a los legos cómo ahorrar energía en el hogar. Nos vendrían bien unos cuantos consejos, aunque sean nimios.

Recuerdo que cuando entré en la Universidad mi catedrático de entonces decía que el vatio más barato y el más ecológico era el que no se producía (se ríe), y eso que mi catedrático era una persona que estaba en el mundo. La verdad es que eso es cierto. La energía que consumimos actualmente es excesiva en muchas ocasiones. No quiere decir que sea innecesaria, pero sí hay veces que es excesiva.

En cuanto al ahorro energético podemos decir que hay multitud de acciones, trucos, consejos y a veces es sólo aplicar la sabiduría popular de las abuelas que nos ahorraría muchas de las pérdidas que hay en cuanto a lo que es el consumo energético.

Pues no se las calle y díganos algunos de esos trucos, por favor.

No hace mucho me sorprendió alguien que decía por radio o televisión que se había disparado recientemente la venta de productos de tejido polar y me decidí que lo normal es que en invierno lo normal es abrigarse. Por tanto, una de las cuestiona fundamentales para afrontar una situación energética es adecuarse bien al entono. El dicho indica que es imposible caminar en calzoncillos en invierno por casa y en verano ir con abrigo. Tenemos que adecuarnos a que la confortabilidad en un ambiente hermético es diferente a estar pasando frío en verano y calor en invierno. Se trata de estar cómodo y adecuarse a las circunstancias de temperatura interna frente a los rigores externos que haya en un momento determinado.

Básicamente, en verano lo suyo es tener un ambiente ventilado y fresco, que palie los rigores estivales y en invierno se trata de abrigarse, porque de esa manera ñunicamente hay que tener un ambiente interno cálido, pero no infernal.

Lo que está contando es casi una verdad de Perogrullo.

(Se ríe) Pues eso que es tan de Perogrullo y tan de sentido común hay muchos entornos donde no se concibe el hecho de que el termostato en invierno se ponga a 26 grados, que es algo inaudito, porque hay que estar por debajo de los 24 y en verano el termostato también ha de estar a 24 porque a 18 sigue siendo un crimen. Eso que es tan de sentido común no es tan común que sea asumido por muchas personas.

Hay gente que sí, pero por ponerte un ejemplo, nadie estaría cómodo en un centro comercial si en verano estuviese por encima de los 25 grados. Ni nadie entraría en un comercio en Navidad si dentro tuviese que quitarse el abrigo o la bufanda e incluso el jersey.

De hecho, en Córdoba ir al cine en verano implica literalmente helarte y hay gente que se lleva ropa de abrigo para aguantar la sesión.

Correcto. Es precisamente evitar eso. Es algo más de sensación personal que de temperatura científica o física como parámetro o dato de lo que es el calor en un entorno.

Eso es una solución pasiva: En verano vamos más ligeros de ropa y en invierno, más abrigo. Eso requiere sólo seguir un hábito.

En cuanto a lo que sería en materia de electrodomésticos, es fundamental el control de los llamados 'consumos fantasma'.

Eso, en estos tiempos, me temo que alude a todos los consumos porque los precios dan miedo a cualquiera...

Para ahorrar energía, simplemente lo que hay que hacer es usarla bien. Tener un ordenador, tener un equipo de recarga cargándose de forma continua, es decir no desconectándolo de la red cuando termine su ciclo de carga completa, si bien hace que el equipo no se cargue más de la que ya tiene almacenada sí produce que el cargador siga consumiendo energía el tiempo que esté conectado de más, ya sean minutos o incluso horas.

No digamos ya los cargadores enchufados constantemente en la pared.

¿También consumen?

Sí. Un cargador que no está alimentando una batería a la que tiene que suministrar energía tiene un consumo de funcionamiento.

José María Flores posa para Córdoba Hoy
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¿Aunque no distribuya energía a un aparato?

Eso es así, porque se trata de un dispositivo electrónico que tiene un regulador y unos sensores. Esos pequeños dispositivos funcionan y al funcionar consumen energía. Así de simple. Otra cosa es que no consuman el 100% de la capacidad que tiene de suministrar energía a la batería. Pero pueden estar consumiendo un 1 o un 2%. Que es muy poco, pero son muchos los que puede haber en una casa en esas circunstancias.

Cuando yo era joven (ya tengo una edad) en los domicilios había un teléfono fijo, dos a los sumo si había empresa incluida; había un televisor, había una radio... Hoy, en cambio, en una casa con cuatro miembros, probablemente haya cuatro teléfonos móviles o incluso alguno más, puede que quede un teléfono fijo. Hay mínimo dos ordenadores o tres, algún tableta si no hay un par de ellas, y televisores es probable que tengamos entre dos y tres. Todos esos equipos puestos en modo stand-by, o sea constantemente conectado a la red sin estar funcionando o cargando están consumiendo.

La diferencia que hay entre un teléfono móvil, un ordenador y un televisor es la finalidad. Internamente funcionan de un modo parecido. Son microprocesadores que sirven para captar información y ordenarla para escuchar la voz, escuchar música, navegar por Internet o sirven para capturar información de antena y reproducir una película o un programa de televisión, porque muy probablemente estemos conectados a una plataforma que nos envía esa información por Internet. Por tanto, estamos consumiendo, porque el router de Internet también consume constantemente energía.

Pero no podemos tampoco desconectar todo, ¿no?

Quizá todo no, pero sí bastantes equipos que no estemos utilizando. Si la casa es totalmente domótica, donde un asistente gestiona el control de la temperatura, la iluminación y demás no podemos desconectarlo. Pero hay muchas ocasiones en las que muchos de los equipos que usamos de cuando en cuando están permanentemente conectados para cuando queramos utilizarlos.

Vale, y frente a eso ¿qué consejo nos puede dar de carácter práctico?

Cualquier dispositivo que no sea de uso continuo, como terminales que tienen modo stand-by, desconectarlos de la red cuando no se usen o bien conectarlos a una regleta y poner un interruptor de corte de suministro para cuando no se use.

Todo aquello que sea controlable con un mando a distancia y no se use tendría que estar desconectado de la red.

Por el consumo fantasma que antes ha mencionado.

Hablamos que en el caso de un televisor el consumo fantasma puede ser un 1 o un 2% en el consumo general de ese televisor. Lo mismo ocurre con un ordenador en el modo de espera o cualquier dispositivo de encendido con mando a distancia.

Pero, profesor, ¿merece la pena? Quiero decir, si es tanto el ahorro como para tener ese cuidado con los aparatos eléctricos de casa.

Es que ése es el quid. Otra cosa sería saber si el ahorro energético tiene una rentabilidad económica frente a la comodidad en el uso. Y eso es algo que cada persona, de forma particular, tendría que evaluar y valorar. Yo sé, por ejemplo, que apagar el televisor de forma constante, con un interruptor durante un mes (como, de hecho ocurría antiguamente) me va a suponer un ahorro total de alrededor de unos 4 vatios diarios, que son 120 vatios al mes. Vamos a ponerle una cantidad: Medio kilovatio hora me supone un gasto a precio tope de mercado que en un mes muy caro puede suponer una media de 240 euros el megavatios; esos son 24 céntimos el kilovatio, pues sería un gasto de 12 céntimos.

Eso sin incluir el fijo de la energía, los impuestos y demás. Realmente el ahorro es muy pequeño. Pero eso sería el de un equipo sólo. Pongamos que son muchos. Sin embargo, los peores consumos que hay en una vivienda vienen al hilo de los que hablábamos al principio, es decir los vinculados al confort térmico en la vivienda, y ésos son los equipos de frío y de calor. Ésos sí que tienen un consumo con un impacto muy alto. Estoy hablando también de los equipos que enfrían o calientan la comida: Frigoríficos, congeladores, las cocinas, los microondas, los hornos. Y también hablamos de lo que sería el mantenimiento del entorno de temperatura de fuera de la vivienda.

Por ejemplo, es muy común ir al frigorífico y abrirlo a ver con qué te encuentras. El aire frío es un fluido como el agua, por tanto abrir la nevera implica abrir un punto de escape en un contenedor de fluido y éste se fuga. El aire frío que se escapa del frigorífico, que durante dos o tres segundos es muy poco, tiene que volver a ser regenerado dentro del aparato. Cuanto más tiempo esté abierta la puerta, más frío tiene que regenerar.

Igual pasa, por ejemplo, con cualquier otro elemento. Si estoy cocinando y quiero guardar una reserva para más adelante, que es muy común en los hogares cocinar para varios días, si no esperas a que esa comida se enfríe antes de meterla en el refrigerador o congelador supondrá que el aparato ha de hacer el esfuerzo extra de enfriar eso desde una temperatura de cocción.

Está claro que hay que dejar que se enfríe antes de meterlo en la nevera.

Evidentemente. No sólo eso, es que además va a crear en el frigorífico o en el congelador una serie de fenómenos como son la aparición de la escarcha que, a su vez, van a disminuir la eficiencia energética de nuestro dispositivo. Y va a consumir más al enfriar que antes.

Otra cuestión más. Por ejemplo en una casa que esté refrigerada y calefactada. Lo normal es ventilarla a diario para cambiar el aire y que vuelva a entrar oxígeno. Es una muy sana costumbre que hemos adquirido con la pandemia. Ventilar está bien, pero hacerlo a las siete de la mañana, cuando esta la casa calefactada es provocar un contraste entre una temperatura exterior de 7 u 8 grados frente  los 18 que puede haber en el interior. Ese contraste hace que haya mucho choque térmico, y, por tanto, tener ventilando la casa un tiempo superior a dos, tres o cuatro minutos supone una fue térmica muy elevada, y sin que haya una gran ventilación.

Lo mejor, por tanto, sería esperar un tiempo a que la diferencia entre las temperaturas del interior y del exterior no fueran tan grandes.

Sí. Hay que tratar que la temperatura exterior sea un poco más parecida a la de dentro. Lo digo porque cuatro minutos de ventilación es suficiente para que una estancia esté ventilada por completo, y si queremos hacerlo más rápido, ventilación cruzada, entre dos puntos opuestos para generar corriente. Si no lo queremos cruzar, la estancia que se vaya a ventilar se cierra la puerta de acceso y abrir la ventana. Sólo se ventilaría esa estancia evitando fugas del resto de la casa.

Otro tema son las estancias desocupadas.

José María Flores posa para Córdoba Hoy
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¿Qué pasa con esas habitaciones vacías?

Si se calefactor o se enfrían está claro que consumen una energía que no se emplea y nadie aprovecha. Siempre que sea posible hay que seccionar o abrir o cerrar la calefacción o refrigeración de una habitación que no se usa nunca o muy poco. Eso permite calentar o enfriar muchos metros cúbicos de aire que si estuviese todo en pleno régimen de calefacción o refrigeración.

 ¿Todo esto que me está señalando las placa ustedes allí¿ ¿Cuando ustedes se marchan a casa desconectan los ordenadores y demás? A ver si va a ser que en casa del herrero, hay cuchillos de palo...

¿Cuando dice allí a qué se refiere?

Al trabajo.

Evidentemente, los consejos que le estoy dando son los mismos que nosotros aplicamos y comunicamos a los demás de la comunidad universitaria. Cada cual después es muy libre de hacer lo que considere. Contamos con nuestra corresponsabilidad para hacer que nuestra segunda casa también sea eficiente y, por tanto, consuma lo menos posible.

De todos modos, aunque lo que estamos comentando alude a pequeñas cantidades, sumando todos los hogares, con todos sus ordenadores y electrodomésticos, las oficinas y demás centros de trabajo con sus aparatos, el ahorro final para un estado me da que puede ser enorme. No digamos ya a nivel comunitario.

Son números que realmente se me escapan. Haciendo un símil, podríamos decir que pasa igual que como con el agua. El consumo energético que tienen los hogares es mucho más pequeño que el que tienen las industrias. Hace bien poco, hablando de la protesta de los hosteleros y comerciantes por el precio de la energía, decía el dueño de un bar que un local de 50 metros cuadrados tenía una factura mensual de electricidad de 2.500 euros, creo. Mientras que un piso de 50 metros cuadrados no llegaría ni siquiera a alcanzar el 20% de esa cantidad.

El consumo mayor en materia energética se refiere a la actividad industrial y la comercial. Al igual que el consumo de agua en vivienda sigue siendo alrededor de un 5%, mientras que el consumo más grande se lo llevó la industria y la agricultura, es decir los procesos productivos. Por tanto, es muy difícil que el impacto global que tenga el ahorro energético en los hogares sea comparable con lo que se podría hacer en la industria. Son procesos que son altamente demandantes de energía, y cambiar un proceso productivo es algo mas complicado que mantener cerrada la venta o ventilar cinco minutos en vez de 10, o apagar el stand-by en el televisor.

De acuerdo, pero ¿qué le aconseja a alguien que tenga un bar o un restaurante?

¡Uf! No sería capaz ni de meterme. Lo digo porque todo depende del modelo de negocio. Cuando una persona tiene una actividad ha de mantener un servicio y éste  requiere atender las necesidades de un cliente. Si éste quiere que la comida le llegue caliente al plato tiene que calentarla y si el cliente quiere estar confortable el Decreto Ley del mes de agosto orientaba que la temperatura se debería adecuar a los parámetros externos. Y todo eso entra dentro de la actividad productiva. Si bajo o subo un grado y pierdo mis clientes, tengo un problema: No tengo entonces con qué pagar ese grado que me ahorro. En ese aspecto es muy difícil cambiar un proceso productivo.

Entonces ¿no hay nada que hacer?

No he dicho eso. Es más, tengo que decir que no es nada extraño, y lo sé por experiencia por tener mucho trato con muchas empresas, que muchas de éstas emplean mucho esfuerzo, mucho dinero y mucha inventiva y ayuda de los programas estatales y europeos en adecuar sus procesos productivos a sistemas más eficientes y mucho menos exigentes en cuanto a la energía necesaria para su funcionamiento.

De todos modos, profesor, por lo que nos está diciendo, está claro que el ahorro esta en nuestras manos.

Por supuesto. El problema es lo que comentamos a veces en los corrillos: Que para ahorrar muchas veces hay que gastar. Si queremos tener un equipo más eficiente en materia energética, evidentemente tenemos que gastar dinero en ese nuevo equipo y dejar de usar el que tenemos. eso requiere un esfuerzo económico que no todo el mundo puede afrontar ni todo el mundo puede hacerlo al nivel necesario para que eso suponga un grandísimo impacto en el consumo energético global.

Renovarse o morir. Pero vamos a intentar incentivar un poco a la gente a no derrochar. Quizá haya que hacer ver que esos 12 céntimos que hemos dicho antes puede suponer que disminuyan la vida eficiente de los aparatos como las tabletas o los móviles y ordenadores portátiles. Digo al revés, su vida útil se prolonga con un buen uso energético.

Por supuesto. Todo lo que está bien empleado supone, cuanto menos, una adecuación al uso y, por tanto, es útil. Hay mucha campaña últimamente muy interesante sobre el desperdicio alimentario. Todo el mundo entiende que tirar un plato de comida cuando sobra antes se consideraba un 'crimen'. Nadie piensa por ejemplo que abrir una ventana y ventilar una habitación en invierno sea un 'crimen', que claro está que no lo es ni nadie va a la cárcel por ello, pero sigue siendo otra clara forma de desperdiciar. Quizá falte la conciencia de ser capaces de entender que la energía es un despilfarro cuando se emplea mal.

¿Y cuánto más puede durar un móvil, una tablet, un portátil, si se carga exactamente lo que tiene que cargarse y no más?

Seguro que esos estudios sobre baterías los está llevando a cabo algún compañero mío y los tiene hechos. Es cierto que los ciclos de carga de un móvil, sobre todo de carga y de descarga, en función de cómo se hagan esos ciclos sí afectan a la vida útil de la batería. Lo que se llama el número de ciclo de vida. Dependiendo de la tipología de las baterías, si son de litio o del tipo que sea tiene unos ciclos óptimos de carga y descarga. Por ejemplo, a partir de por encima del 30%, por debajo del 30 y todo dicen que nunca se deben votar al 100%. Eso aumenta la vida del aparato. Pero, claro, eso implicaría leerse las instrucciones de los equipos (se ríe).

José María Flores posa para Córdoba Hoy
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En cualquier caso, no viene mal cargarlo, desenchufarlo cuando la batería está al completo almacenada y desenchufar el cargador al llegar a ese punto.

Eso siempre. Los consumos fantasma, las cosas que consumen sin ningún tipo de utilidad, son totalmente prescindibles. Puedo entender que una persona con problemas de movilidad o que esté más a a gusto con un mando a distancia, pueda no apagar un televisor o un aparato de música si su uso es esporádico y discontinuo, porque tiene al menos un sentido. Hay una finalidad en todo eso y es la rapidez para la puesta en funcionamiento de un ordenador o un televisor.

Pero tener un cargador puesto de manera constante en la red es el mismo tiempo que tardo en enchufar el conector USBC o el conector iPhone a mi teléfono. El gesto es el mismo.

Todo eso suena un poco a cuando se abre el grifo de agua caliente y se consume ya gas y hasta que se calienta se está perdiendo combustible. Bastante.

Sí. De hecho, hubo un equipo que tuvo su momento de 'gloria'  por lo innovador que fue y que era un reciclador que reciclaba el agua en el calefactor mientras no alcanzase la temperatura del termostato. Recirculaba el agua y sólo salía por la ducha cuando alcanzaba la temperatura deseada. Esos seis segundos iniciales, que en invierno pueden ser muchos más, de hasta 15, según zonas, no contaban como agua consumida porque no salía. Se estaba recalentando el mismo agua hasta que debía salir a la temperatura optima por el grifo. Se trataba de un equipo que no era barato, pero ahorraba agua y combustible.

Vendría de perlas para los tiempos actuales.

Es como todo, una inversión para conseguir un ahorro. Además se puede adquirir por cualquiera y están en venta. Ocurre lo de siempre: El usuario evalúa el coste y el ahorro en una balanza para decidir si le merece la pena. Los habrá que digan que el ahorro de 15 céntimos por ducha suponen muchos años de amortización de la inversión y los habrá que piensen que es un beneficio global al no consumir energía de más. Cada cual tiene sus criterios par optar por un camino u otro.

Como yo les digo a mis alumnos: Si hubiese una solución buena única sólo habría una opción. Sin embargo, el mercado ofrece tantas opciones como soluciones válidas se piensa que hay, y ahí entran otros muchos factores en consideración.

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