RAFAEL BLÁZQUEZ. ACTIVISTA CONSUMADO

"O vamos por la vía de la sostenibilidad y de la planificación, o bien vamos por la vía del batacazo"

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
photo_camera Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy

Activista hasta la médula, Rafael Blázquez, de 56 años, nació en el Sector Sur, pero a los cinco años se mudaron a Parque Cruz Conde, donde pasó su infancia y adolescencia. Allí se crio con compañeros como Juan Andrés de Gracia, actual presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano, o Juan Carlos Aguilera.

"De muy jóvenes, con 14 años, montamos una asociación juvenil, y desde entonces uno ha estado organizado de forma activa". Blázquez aprovechó sus días de concejal en el Ayuntamiento de Córdoba para advertir, en varias ocasiones, con gráficas en mano, que la cuestión energética nos iba a acabar dando un disgusto. Como suele ocurrir, nadie le escuchó lo suficiente, y hoy se ha llegado hasta donde se ha llegado.

Lejos del consabido y dolorosamente condescendiente "te lo dije", Blázquez opta por animar a un cambio real, "de verdad", aunque urgente, de mentalidad. Un cambio que requiere mucha más solidaridad e inteligencia natural de lo que se está dispuesto a conceder: Pero no es que lo diga él; es que la naturaleza misma se ha pronunciado. Donde no hay más rascar es imposible sacar más. "Y de eso tenemos que ser conscientes de una vez".

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
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El activismo le viene a usted de tiempo atrás.

Vengo de un grupo de Cruz Conde que con 14 años nos organizamos y hasta montamos algunos pollos con repercusión mediática en su día, sobre todo buscando locales donde poder reunirnos y hay constancia de ello en las hemerotecas de los medios de comunicación y en ese grupo había otros compañeros que hemos seguido continuando camino, como Juan Carlos Aguilera que está ahora en Puente Genil y ha sido compañero de la plataforma Stop Desahucios, y esa gente de alguna época hasta ahora.

Lo suyo le ha llevado incluso al Ayuntamiento.

Sí. Entre medias hubo también unos 12 o 14 años en el movimiento de objeción de conciencia, también participación activa en el Consejo Local de la juventud, en el movimiento cooperativo, en la Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara unos años en la junta directiva y luego en 2011 arrancó el 15-M y ahí estuvo uno desde el primer momento.
No lo dudaba. Lo raro es que no hubiera estado.

Incluso antes de que ocurriese se lo comentaba a los compañeros de la Federación y les decía que había que estar muy atentos porque estaba a punto de pasar algo (se ríe).

¿Lo suyo le viene también de familia?

Mi abuelo era un señor muy inquieto, muy leído, muy preocupado por la realidad del mundo en el que vivimos, mi madre, también, pero luego también uno como ha entendido la vida y en el grupo de gente con el que se ha criado creo que tiene mucho que ver con eso: Con entender la vida así, con un compromiso con la comunidad básicamente y que la historia se está moviendo y que nos acercamos a momentos cruciales y había que estar muy pendientes ante todo lo que podía venir.

En el 15M tenía muy claro, junto con otros compañeros, que ese ánimo, ese deseo de generar procesos, que se generan en torno a necesidades, y había una cosa que estaba pasando en ese momento con muchísima fuerza y era la formación de un movimiento para intentar resolver la crisis de 2008, que era básicamente rescatando a la banca y desahuciando al pueblo.

"Desde el 15M montamos la Plataforma Stop Desahucios y en eso hemos estado en primera línea durante mucho tiempo y a tope en esa batalla"

Desde el 15M montamos la Plataforma Stop Desahucios y en eso hemos estado en primera línea durante mucho tiempo y a tope en esa batalla. En 2015 surgió esta oportunidad, esta ola de movimiento municipalista por todo el país, en muchas ciudades se fraguaban en candidaturas que pretendían hacer política de otra manera y en Córdoba lo plasmamos en una agrupación de electores. Yo no es que tuviera pensado haber pasado por la política institucional, porque siempre estuve en la otra, pero bueno me convencieron de que diera el paso, con la compañera Ana Colau lo había hablado un par de años antes, cuando se pasó por Córdoba, con un acto de la Plataforma.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
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¿Va en serio?

Ella fue la que lideró este movimiento municipalista arrancando en Barcelona. Un par de años antes lo habíamos hablado los dos y entendimos que no era el momento, pero al año siguiente se desencadenaron los acontecimientos; ella tiró para adelante en Barcelona y al final fue una ola en la que acabé entrando yo también, porque entendí que en ese momento era lo que procedía y el compromiso con mi comunidad la mejor manera de plasmarlo era dar el paso al frente y presentarme.

Antes de continuar por este camino hacia el Ayuntamiento, hábleme un poco de su formación. ¿Usted qué es exactamente?

Yo, lo que es formación reglada acabé el Bachillerato. Empecé a estudiar Sociología años después por la Universidad a Distancia y no acabé la carrera. Tengo formación diversa, como que soy instalador proyectista de energía solar, que lo hice hace muchísimos años. Hice muchos cursos por ejemplo de temas de agroecología, apicultura, cuestiones relacionadas con educación ambiental, con cambio climático, y en todo eso he estado en formación permanente desde hace muchísimo tiempo.
De hecho, incluso formación en coatching y en cuestiones sobre comunicación, que son asuntos que me apasionan.

Pero si me preguntas dónde he aprendido más, tengo que decir que ha sido justamente en el activismo, en los distintos movimientos en los que me he implicado con la gente y que hemos estado trabajando por tejer redes comunitarias, que tan importantes son en la época del movimiento de objeción de conciencia, en la época de las asociaciones juveniles, o en el 15M con Stop Desahucios o con el movimiento vecinal, con el que sigo colaborando en la Federación.

"Pero si me preguntas dónde he aprendido más, tengo que decir que ha sido justamente en el activismo, en los distintos movimientos en los que me he implicado con la gente"

Usted me comentó un día que llegó a hacer carpintería.

Desde los 16 años he estado trabajando. De hecho, el instituto lo acabé de noche porque trabajaba de día y mi jornada laboral era larga (se ríe) y carpintero es una de las cosas que soy. En la Escuela de Artes y Oficios hice ebanistería y durante nueve o diez años de mi vida he estado de carpintero en una cooperativa y el serrín forma parte de mi ADN.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy

Vamos directamente a su época de servidor municipal. Usted en un par de ocasiones mostró gráficas en las que alertaba ya de lo que estaba pasando a nivel energético. Tengo la sensación de que lo que ya advertía entonces no era tan grave como lo que está pasando ahora.

La verdad es que mostré gráficas más veces. Lo que pasa es que rescaté esas dos en mi Twitter, porque recordaba que en esos dos plenos saqué las gráficas, pero no fueron las únicas ocasiones. Recuerdo que en esos años hablar de que nos acercábamos a un escenario decreciente de recursos energéticos era algo que no era una creencia, sino que era absolutamente demostrable y que no nos estábamos preparando para ello. Lo saqué en 2016, en el debate sobre el estado de la ciudad, y en 2018, en torno a una moción que presentamos sobre el olivar superintensivo y tratar de que se prohibiera la recolección nocturna porque mataba a muchas de las aves que allí dormían. Hablamos de eso y de que había que cambiar de modelo agrícola y era sacar a la luz la situación, porque no tiene sentido impulsar ese modelo hacia una fórmula que requiera cada vez más petróleo y cada vez más recursos energéticos, porque no vamos a tener más recursos energéticos. 

En esas dos ocasiones, saqué gráficas de este tipo que en alguna gente provocaba que dijeran "ya está éste con la cantinela de siempre". Pero hoy en 2022 (se ríe con ironía) creo que se ve de otra manera.

Y tanto. ¿Pero ya entonces era tan grave? Quiero decir, ¿las gráficas ya demostraban lo que está ocurriendo hoy?

Hombre, la Agencia Internacional de la Energía, a regañadientes, ha ido reconocimiento que en efecto habíamos superado el pico de producción de petróleo. El pico de petróleo convencional lo superamos en 2006, pero no se reconoció hasta 2010. Los 70 millones de barriles de petróleo que consumíamos al día en 2006 y que ya no había manera de producir y era convencional, empezó a subir el precio del petróleo. Evidentemente fue una de las causas de la crisis que arrancó en 2008 y era que el precio de la energía se había disparado.

Pero lo que ocurrió a partir de entonces es que otros petróleos, como el fracking o los pesados de arena bituminosa, empezaron a ser algo rentable explotarlos y hasta 2018 el descenso del petróleo convencional ha sido compensado, o incluso superado, por el consumo del fracking. Pero es que a partir de 2018 ni entre el convencional, el fracking o los pesados juntos frenan el descenso. Va para abajo, y eso se veía venir para quien quisiera verlo, claro.

"A partir de 2018 la producción global de petróleo, convencional, fracking o pesado, va para abajo y estamos a las puertas, si no las hemos cruzado ya, del pico de producción de gas"

¿No le sorprende, entonces, que haya sido tan rápido, por decirlo de alguna manera? Por entonces, las facturas de la luz y del gas no estaban por las nubes como ocurre hoy para el consumidor de a pie.

Lo que ha pasado con la factura de la luz, que se ha disparado, ha sido a consecuencia del gas, que tiene otros ritmos de superación del pico de producción, pero que está en ésas también. El pico de producción de petróleo convencional fue superado en 2006, pero el del gas, si no la hemos superado ya estamos a las puertas de hacerlo.

El precio de la electricidad se debe a un sistema perverso por completo, porque pagamos el kilovatio hora al precio de la generación más cara del último kilovatio/hora que entra en producción, aunque sea poco o el menos relevante, aunque la mayoría de la producción eléctrica esté en renovables y sea más económica, el gas dispara esa factura y se ha disparado el precio del gas. Eso ha provocado ese precio desorbitado de los kilovatios/hora.

Es una cuestión que ahora, justamente, se ha peleado en Europa para poder desvincular, al menos en España y Portugal, el precio del kilovatio/hora respecto de la producción de gas y habrá que ver luego la letra pequeña de cómo eso se pone luego en práctica y cómo se hace de forma efectiva. Pero desde luego era y es imprescindible dar un paso en esa dirección.

Ahora bien, todo el mundo tiene que saber y ser consciente que esto no es decir "¡Eah! Ya hemos arreglado el problema". Para nada. Ni remotamente. Lo que hemos conseguido es paliar la situación, que había que hacerlo, porque había que ponerle freno como fuera, pero que sepamos que no va a haber cada vez más gas, como no habrá cada vez más petróleo, sino que será al revés, cada vez habrá menos de todo.

Eso hay que saberlo y convendría que en algún momento la sociedad estuviera preparada para hablar de ello claramente.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy

Bueno, más que hablar, actuar, ¿no?

Claro, para actuar. Pero previamente lo normal es hablar. Lo que ocurre es que durante muchísimo tiempo hablar de ello, como a mí me ha tocado, era difícil. Es algo que he comentado con compañeras. Un ejemplo es lo que hablé con Yayo Herrero, una compañera ecologista y una referente de este país, que le pregunté qué hacemos, cómo seguir diciendo lo que pasa y lo que se nos viene encima habiendo tan poca receptividad a escuchar que no va a ser posible crecer indefinidamente.
Y ella me respondía, y yo estaba de acuerdo, que había que seguir una y otra vez diciéndolo, y actuando hasta que llegara un momento en que las circunstancias serían distintas y los mensajes muchas veces caerían en tierra más fértil.

"A pesar de las reticencias, hay que seguir lanzando el mensaje porque llegará un momento en que caiga en tierra fértil"

¿A lo mejor (o a lo peor) el problema no era porque el mensaje formaba parte de ese ‘rojerío peligroso’ que siempre está advirtiendo de forma agorera el desastre por venir y a la que mucha gente les resta importancia precisamente por repetir de forma insistente un mensaje que no gusta?

Yo creo que no por una sencilla razón. Fíjate que en lo de ‘rojerío’ ha habido una cuestión que históricamente lo del desarrollismo ha sido algo común no sólo en el mundo más conservador, sino también tuvo su momento en todo el espectro político. Y ha sido más bien de la parte que hemos llamado durante mucho tiempo los alternativos, que eran los que no estaban ni con lo que había en el Pacto de Varsovia ni con lo que había en la OTAN y que planteaban algo distinto pero insostenible y diferente a lo que se estaba planteando, de ese mundo es de donde realmente viene esta cultura de plantear que no vamos a poder crecer ilimitadamente.

Es cierto, pienso yo, que en el espectro de la izquierda se es más receptivo a este mensaje, pero por la cuenta que nos trae, habrá que entenderlo desde todos los ámbitos.

Póngame algún ejemplo de algunos países de los alternativos que ha comentado, sin estar alineados con nadie y donde comenzó a lanzarse la alerta.

No hablaba de países. Me refería a personas. Ese concepto de alternativo hacía referencia sobre todo en un momento en que estaba todavía la guerra fría y parecía que o tenías que estar con Moscú o con Washington. Y había gente que no queríamos ninguna de las dos cuestiones que se nos estaba planteando (se ríe). En ese mundo andaba como parte de esta historia y de aquello todavía algunos venimos y nos sentimos herederos. Somos de aquella cultura que no queremos ni una cosa ni otra.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy

Si hoy tuviera que presentar otra gráfica como aquéllas, ¿qué se teme que iba a mostrar?

¡Buf! Habría que elegir. Hay una gráfica que me parece muy ilustrativa que hace referencia a lo que se planteó en París respecto al cambio climático. Cuando se plantearon el escenario que teníamos que tener de repercusión de emisiones de gases de efecto invernadero si queríamos garantizar más o menos que la temperatura de la Tierra no se incrementase en mucho más de grado y medio. Y eso es una gráfica que muestra una trayectoria ascendente como hasta ahora, es decir incrementando los gases de efecto invernadero sin parar. Y, por otro lado, el camino que tendríamos que llevar si queremos garantizar el futuro de las generaciones presentes y venideras. Esa línea de emisiones de gases invernaderos es descendente.

"Lo que se acordó en París frente al cambio climático era que teníamos que pasar de las 50 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente que teníamos como emisiones en 2020 a 25 en 2030 y prácticamente a cero en 2050"

Lo que se acordó en París frente al cambio climático era que teníamos que pasar de las 50 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente que teníamos como emisiones en 2020 a 25 en 2030 y prácticamente a cero en 2050. Hacer eso es la garantía de tener esperanza en que las generaciones presentes y futuras tengan un clima, un futuro, una mínima expectativa de no entrar en los escenarios más catastróficos.

Eso es lo que se marcó en París, y hoy por hoy entrar en esa gráfica, en esa dirección, en ese descenso tan pronunciado sólo es pensable porque, para mí ojalá fuera porque voluntariamente quisiéramos hacerlo, pero mi esperanza es que la conjunción de crisis que vivimos, o sea el hecho de que realmente no va a ser posible extraer cada vez más cantidad de petróleo, de gas o de carbón, sino cada vez menos, eso nos ayude a entrar en ese camino, que es el único viable para las generaciones futuras.

Entonces, vayamos a lo práctico. ¿qué hay que hacer?

Bueno, lo primero es que habría que afrontar el cambio de paradigma con valentía, con claridad e incluso a todos los niveles, también en el discurso político. Porque, claro, uno que se presenta a las elecciones y vende que si se le vota todo va a crecer mucho más es falso. En algún momento habría que plantear que se puede crecer en defensa de los derechos humanos, en garantizar los servicios públicos, en que todo el mundo tenga techo, comida, educación, sanidad... En todo eso se puede crecer, como en el hecho de que seamos más felices. Hay un montón de cuestiones en las que se podrían crecer, pero no en términos económicos absolutos y de un mayor consumo de energía y de materiales, porque no es posible. Estamos topando con los límites físicos del planeta.

Por tanto, lo primero que habría que hacer es hablar claro; no mentir, básicamente.

Ya, pero ahí tenemos el ejemplo del ministro Alberto Garzón al que por hablar de eso, precisamente, lo están crucificando.

Claro. Yo pienso que las cosas que ha dicho, por ejemplo, en el tema del consumo de carne, son cuestiones que están avaladas por lo que está diciendo Europa, por lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) y demás. Lo que pasa es que la contestación se hace tergiversando lo que se ha planteado. Pero no hay que sorprenderse. Va a pasar siempre. Digas lo que digas, te van a dar.

"Por tanto, lo primero que habría que hacer es hablar claro; no mentir, básicamente"

Para mí, lo interesante de todo este revuelo alrededor de plantear algo tan simple como que habrá que comer menos carne  y que esa carne sea de ganadería más sostenible, cosa que yo afirmo y cualquiera que sepa algo del tema firmaría y lo estamos defendiendo a muchos niveles, es que al final se habla del asunto. Si no se hablara de ello es lo peor de lo peor.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
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Lo de Garzón era un ejemplo. Es que cuando usted dice que se tiene que hablar claro, ese alguien se echa a temblar, porque en primer lugar no llega a su meta de responsabilidad política desde la que poder actuar (no le votan, sencillamente) y una vez que llega, les ha pasado a todos ustedes, no es tan sencillo poner en práctica lo que uno defiende.

No, no. Por supuesto. No es tan sencillo. A veces, en cuestiones concretas hay obstáculos no sólo ya a nivel político, sino incluso a nivel técnico en los distintos estamentos. No digo ya en gente que toma decisiones, sino en muchos otros niveles, porque todo está impregnado de un mismo paradigma y la cuestión es que no hay solución para avanzar hacia un futuro mínimamente digno manteniendo las mismas cosas que hemos venido haciendo.

Yo pongo muchas veces como ejemplo que en realidad todo esto lo sabemos desde el año 1972, que se publicó el informe 'Los límites del crecimiento' (un informe encargado al Instituto de Tecnología de Massachusetts por el Club de Roma) y que fue un estudio muy bien planteado, que venía a decir básicamente que si seguíamos como estábamos entonces (los años 70' del Siglo XX) llegaría un momento en que no tendríamos más recursos, sino que tendríamos menos. Y nos ponían en estas fechas en las que ahora estamos justamente que estaríamos entrando en escenarios muy complejos de solventar y que no tenñía solución alguna.

"El estudio 'los límites del crecimeinto', de 1972, venía a decir básicamente que si seguíamos como estábamos entonces llegaría un momento en que no tendríamos más recursos, sino que tendríamos menos"

Ojalá entonces hubiéramos iniciado un camino para planificar otro mejor mundo posible. Lo que ocurre es que justamente, aunque en el 73 tuvimos ya la primera crisis del petróleo (un año después del informe) también en 1973 tuvimos episodios como el golpe de Estado en Chile y que en un país que intentaba planificar su economía se dijo que aquí no se planifica nada, aquí sólo el mercado manda y como todo el mundo sabe el mercado como tal no existe, sino que existen los mercaderes.

Desde entonces hasta acá, ha sido convivir constantemente con eso. Es decir, a nivel científico saber que por aquí no hay salida y a nivel político imponer que hay que seguir avanzando por ahí y dejar que esto vaya como tenga que ir y a ver qué pasa. Pero a eso ya hemos llegado.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy

¿Y ahora, qué?

Cuando yo hablo de esto, lo primero que siempre he dicho, antes y ahora, es 'no a la guerra'. Lo primero. Porque cuando se entra en estas situaciones hay gente que nos van a querer hacer que entremos en eso. Y las élites, antes de perder su capacidad de controlar su parcela de mundo, van a querer que nos matemos los unos a los otros. Por tanto, lo primero es tener un convencimiento y una férrea decisión de que no queremos militarizar más, que no queremos apostar por eso, sino que tenemos que encontrar otros caminos. Eso, lo primero.

¿Ahora? ¿Qué soluciones? ¡Ojalá tuviéramos todos las soluciones! Porque como hemos tardado tanto en llegar a esta situación, no habrá una solución, sino que habrá muchas. La otra cuestión es tener claro y apostar por ese cambio de paradigma y asumir que no vamos a ir a más consumo de energía y a más consumo de recursos, porque no va a ser posible y que tenemos que diseñar propuestas compatibles con un decrecimiento. Espero que sea un decrecimiento regenerativo, es decir que, aunque estemos decreciendo en el consumo de energía y de recursos, aprovechemos toda nuestra actividad para regenerar mucha parte del daño que hemos ido haciendo. Y en eso tendrán que ver retos tan increíblemente grandes como cambiar la manera en la que tenemos de producir, distribuir, almacenar y desperdiciar comida.

Porque ésa es una de las claves que tenemos que hacer. Eso lo tendremos que cambiar. Es muy importante la soberanía energética y otras soberanías, pero la soberanía alimentaria es absolutamente clave. Y tenemos que hacer todo eso de una manera muy diferente. No va a haber más abonos nitrogenados, sino que habrá bastantes menos. Esto ya antes lo hablaba uno y podían reírse, pero ahora no tiene uno que insistir mucho, porque está clarísimo y hay un problema enorme, porque de un día para otro nos encontramos con que no va a haber más abonos nitrogenados.

"Es muy importante la soberanía energética y otras soberanías, pero la soberanía alimentaria es absolutamente clave"

Al planeta le viene muy mal que se usen los abonos nitrogenados, con lo cual esperemos que esto sirva para aprovechar la situación y avanzar hacia otra manera de hacer las cosas. Y a la gente le diría: ¿Soluciones? Pues que todo el mundo se ponga, que para mí ha sido siempre una forma de vida, pero ahora tiene más sentido todavía, a cultivar las relaciones comunitarias, las redes comunitarias, el apoyo mutuo, porque a la hora de la verdad no va a haber nadie que nos saque las castañas del fuego.

Y en ese momento, esas redes comunitarias nos van a hacer sentirnos mejor, ser más felices y tener un colchón social al que agarrarnos. Y eso es importante también. Es lo más importante, si me apuras.

Así que no hay una solución, hay muchas. Hay un cambio de conciencia, hay medidas políticas y esperamos que cada vez gente más valiente pueda hablar de estas cosas sin tener que ser señalado. Y hay todo un trabajo que hacer desde lo comunitario, desde ese apoyo mutuo, que es la clave de poder avanzar.

Rafael Blázquez posa para Córdoba Hoy
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Muy en relación con eso, la última cuestión: ¿Eso se ha de ejecutar a nivel global o es mejor que se vaya haciendo estado por estado o, incluso, zona por zona dentro de casa estado?

Bueno. Yo creo que eso se tiene que hacer por cada barrio.

Hasta ese punto hay que descender, entonces.

Claro. Tiene que hacerse a todos los niveles. Pero lo primero de todo es saber que va a ocurrir. Lo que tiene que tener claro la gente en este dilema es que vamos al decrecimiento sí o sí. O vamos por la vía de la sostenibilidad, por la vía de la planificación, o bien vamos por la vía del batacazo. Ya está. Ésas son nuestras opciones. De momento, todo apunta a que queremos ir por la vía del batacazo. Desde gente que estamos en este mismo camino hacemos una llamada a ir por la vía de la planificación, del apoyo mutuo, de la solidaridad y eso es lo que debemos intentar.

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