PILAR PINEDA, NUEVA SECRETARIA GENERAL DE LA PLATAFORMA DEL VOLUNTARIADO DE ESPAÑA

«La buena voluntad no es el voluntariado»

Pilar Pineda, secretaria general de la Plataforma del Voluntariado en España 4
photo_camera Pilar Pineda, secretaria general de la Plataforma del Voluntariado en España

La Plataforma del Voluntariado de España tiene desde hace muy poquito secretaria general cordobesa. Se trata de Pilar Pineda, que lleva vinculada a este tipo de acciones camino de cuatro décadas. Responsable de la plataforma en Córdoba empezó su labor cuando ni siquiera se empleaba la palabra "voluntario". Mucho han cambiado las cosas desde entonces, hasta el punto de que más de 80 asociaciones de muchas clases están reunidas en la provincia en torno a la entidad. Su nuevo nombramiento tuvo lugar en la asamblea general ordinaria de la celebrada el 16 de diciembre. Tiene una vigencia de cuatro años.

¿Cómo se ha tomado el nombramiento?

Estoy un poco confusa con todo este despliegue de medios con el nombramiento [ríe]. La junta directiva estatal se ha renovado ahora. Yo estaba trabajando con ella desde hace cuatro años en una vocalía...

¿Qué vocalía?

No se llamaba de una manera específica. Trabajaba desde ella con las universidades, empresas y la Administración General del Estado. También he estado trabajando en el nuevo código ético que casualmente aprobamos el otro día. Y he estado muy involucrada en la certificación de competencias de voluntariado, algo que se está dinamizando mucho desde la Unión Europea. Esto es algo que me gusta y que me ha interesado siempre. Luciano Poyato, que era presidente y sigue siéndolo, me animó a presentarme a la secretaría. En realidad ahora estoy en la estatal como representante de la plataforma andaluza. Armando Rotea, el presidente de la andaluza, me dijo "como te vayas a la estatal de secretaria sigues siendo igual de secretaria aquí..."

Más trabajo por tanto.

Sí. Por eso me sorprendía que me felicitase tanto la gente [ríe]. Ya hablando en serio, es más trabajo pero es ilusión. Pero no por un cargo. Si algo me ha enseñado la plataforma estatal es a saber la suerte que tengo al poder debatir asuntos de trascendencia y con personas que han sido referentes para mí toda la vida, ya sea del Movimiento contra la Intolerancia, MPDL o Cáritas, entre otros muchos.

¿Cuándo se acercó por primera vez al mundo del voluntariado?

Llevo haciendo voluntariado 37 años. Empecé muy jovencita.

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¿Dónde empezó?

En un grupo de menores que trabajaban como educadores de calle del Ayuntamiento de Córdoba en unos campamentos de verano. Los niños son una de mis pasiones con diferencia. Entonces ni se hablaba de voluntariado. Eran colaboraciones o apoyos. Yo me comprometía con los monitores de los grupos de los chavales que estaban haciendo cosas, por ejemplo deporte. Fue antes de cumplir 18 años, cuando empecé magisterio, por lo que ya iba un poco encaminada a ello. Luego ya empecé a trabajar en Cáritas Diocesana. Ese fue ya mi primer trabajo remunerado como educadora de calle.

Que por cierto, como ocurriese en la crisis económica, en esta sanitaria parece que de nuevo Cáritas se convierte en algo así como el salvavidas de muchas ciudades.

Esa capacidad de acción es uno de los grandes valores de Cáritas gracias a su distribución por las Cáritas Diocesanas parroquiales. Están en primera línea, al pie del cañón. Y te diré algo personal no vinculado a Cáritas: independientemente de ideologías e incluso religiones siempre ha habido una tendencia a acercarse a la Iglesia cuando un ser humano tiene una necesidad. Podemos entrar en un millón de debates pero la Iglesia siempre ha estado ahí y es un rol que tiene. Yo además no renuncio de mi fe y mi conexión con la acción católica ha sido siempre muy fuerte, al igual que mi compromiso personal. 

Comentaba antes que no se hablaba en sus inicios de voluntariado siquiera. ¿Qué cambios fundamentales ha visto en este ámbito? 

Un cambio tremendo. Pero no solamente del voluntariado. De todo. Yo a veces flipo. No sé si flipo se puede decir [ríe]. Todo ha cambiado en el ámbito de lo social para bueno. Lo que antes hacía una entidad, casi siempre grande y renombrada, ahora lo hacen muchísimas, atendiendo además a muchas personas de forma específica. Surgen además plataformas y federaciones para encauzar ese trabajo colectivo mediante sinergias. Es cierto que la política nos ha llevado a la vez a atomizarnos desde el concepto 'divide y vencerás'. Ha habido mucha guerra, pelea y enfrentamiento. 

¿En qué sentido?

La Administración se ha ocupado de provocar un ambiente al estilo de que existe un pastel que hay que repartir. Y no sólo lo ha provocado, sino que ha estado constantemente recordándolo. De hecho ahora mismo, con toda la reconversión que se hizo del IRPF a nivel estatal con el 0'7 desde hace tres años...ha sido catastrófico. Y eso que el movimiento asociativo ha estado muy bien, porque en principio parecía que nos íbamos a tirar de los pelos. Y es que se potenció una evaluación de ti contra mí.

Se refiere a un tipo de evaluación generado por la Administración...

Sí, es una decisión política. Y me da igual el color. Es un intento de atomización propiciada por la acción política. Te pondré un ejemplo. Yo trabajo en la gerencia de Albasur, una asociación dedicada a las personas con discapacidad intelectual. Pues bien, puedo llegar a leer BOJA's con doce convocatorias de consejerías distintas. Cada una va a los suyo. Y en muchos casos son contradictorias, es decir, una potencia cosas que no están en otra y ambas son necesarias, pero si optas por una ya no puedes optar por la otra. Es clientelismo en cierto modo, algo con lo que hay que tener mucho cuidado porque somos entidades sociales y no podemos hacer política de partido.

Pilar Pineda, secretaria general de la Plataforma del Voluntariado en España

¿Las asociaciones y plataformas pueden hacer algo para combatir esta forma de hacer las cosas?

Nos quejamos más que...iba a decir una preñá [ríe]. Por ejemplo, la plataforma estatal lleva también la presidencia de la plataforma del tercer sector. Ahí estamos un montón de organizaciones y no sólo de voluntariado. Y se ha hecho una campaña bestial de presión política, con cartas, llamadas al Ministerio...Pero hasta que eso llegue de vuelta a una asociación de personas relacionadas con enfermedades del riñón que trabajan en un pueblo de la provincia de Córdoba... eso se pierde. Y no me refiero al dinero, sino a la fuerza.

¿Es posible tener más independencia de ese poder político? Hablo por ejemplo de colaboraciones con empresas o patrocinios que hagan viable desprenderse de esa vinculación con la Administración.

Ojalá no tuviésemos que estar vinculados a la Administración, esa es la gran apuesta que las organizaciones deberíamos de hacer. Es que además hay que plantearse si vale la pena. Te pondré un ejemplo. En Andalucía, con respecto al IRPF, ha habido subvenciones de 250 euros. 

Una minucia.

Claro. ¿Y la asociación por qué lo coge? Pues porque a lo mejor con ese dinero puedes hacer unos trípticos informativos. En ese sentido quizá tenemos que plantearnos empezar a pensar de otra manera. Ya hay mucha gente cambiando. No podemos seguir mirando a la Administración como el único foco de apoyo económico. Tenemos que empezar a buscar a las empresas privadas o apoyarnos en las aportaciones personales. En la página de cualquier asociación de un país anglosajón hay una sección en la que pone "dona". En España no. Incluso cuando lo hace alguna asociación parece que se ve mal: "uy, me está pidiendo". Tengo constancia de proyectos españoles que se financian con más facilidad pidiendo ese dinero en Inglaterra que con un "dona" aquí. Parece como si nos creyésemos muy poco lo que nos dicen. Y las asociaciones debemos hacer un análisis sobre hasta qué punto también es responsabilidad nuestra porque no hemos sabido vender nuestro producto, aunque sea ese un concepto empresarial, es decir, quizá no hemos sabido transmitir lo que tenemos, que va más allá de lo que hacemos concretamente, porque una determinada asociación puede trabajar con personas con discapacidad, pero su misión es transformar la sociedad. Aunque cada asociación esté en su bungalow -no me gustan los reinos de taifas, me gustan más los bungalows del cámping [ríe]- todas aportan al colectivo. Y creo que tampoco hemos sido capaces de presentar proyectos conjuntos con facilidad. Aunque cuando nos sentamos nos salen a chorros. Pero nos cuesta mucho y además nos topamos con muchas pegas burocráticas.

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¿Cuándo nace la plataforma del voluntariado en Córdoba?

Nació hace 21 años. Pero dejó de funcionar. La Agencia Andaluza del Voluntariado tenía coordinadoras en cada provincia. Aquí era Maite Velasco. Desde ese organismo se puso en marcha hace 13 ó 14 años una serie de cursos dentro de una escuela permanente. Allí me incorporé como formadora. Se decidió entonces impulsar de nuevo a la plataforma, lo que coincidió también con un fuerte compromiso por parte de la ONCE. Estamos en esta oficina gracias a ellos. En la primera asamblea que tuvimos estábamos cuatro asociaciones. 

Y ahora hay...

83.

Ha crecido mucho en apenas año y medio. Recuerdo cuando hice un reportaje en julio del año pasado que había 67.

Y son de todo tipo.

¿Cómo funciona la plataforma?

Hay dos vertientes una con respecto a las asociaciones y otra para los voluntarios.

Empecemos por la primera vertiente, la de las asociaciones. 

Hacia las asociaciones trabajamos mediante cursos de formación o a través de asesoramiento, por ejemplo si necesitan un determinado documento. También hay un grupo de trabajo muy fuerte que es el grupo de responsables de voluntariado. En la Ley de Voluntariado se consiguió incluir la figura del responsable del voluntariado. Es una persona referente para las personas que hacen voluntariado. Hacen un seguimiento de los voluntarios y los voluntarios pueden llamarle o consultarle. 

Y con respecto a los voluntarios...

Las personas que quieren ser voluntarias escriben, llaman o vienen. En muchas ocasiones llegan derivados por una asociación a la que han acudido con la intención de ser voluntarios. Y la asociación los desvía primero hasta aquí porque desde hace años hacemos el curso de iniciación al voluntariado. Antes lo hacía cada asociación y luego vimos que era mejor centralizarlo.

¿Es obligatorio?

Es muy recomendable. Es una o dos tardes según el perfil de la persona.

En ese sentido, ¿hay un perfil del voluntario?

No. En esos cursos te encuentra mujeres y hombres, jóvenes y mayores, con estudios o sin estudios. De todo.

Para hacer voluntariado en general o voluntariado en una determinado sitio no todo el mundo sirve

A la hora de encauzar a estos potenciales voluntarios ¿prima la labor asistencial?

No, aquí nos ocupamos de desmontar esa creencia. Te pondré un caso reciente como ejemplo. Vino una mujer que quería trabajar con mayores. Pero era profesora. Y finalmente aprovechó su profesión para el voluntariado. Está dando clases de refuerzo para niños en Las Palmeras. ¿Por qué no lo pensó antes? Porque conocía solamente en su entorno a una asociación de mayores. Así que cuando llegan aquí los voluntarios les ofrecemos las posibilidades que están relacionadas con lo que pueden hacer o tienes. Con los responsables del voluntariado además trabajamos lo que llamo "saber decir que no". Para hacer voluntariado en general o voluntariado en una determinado sitio no todo el mundo sirve. Yo de chica me fui al hospital con mi hermana, que estaba haciendo prácticas de auxiliar de enfermería. Yo tendría doce años. Y aprendí, y lo digo con cierto dolor...

Que no podría hacer medicina.

Ni medicina ni nada cercano al cuidado directo de una persona. ¿Dónde me siento fuerte? Con los papeles. Ahora pregúntame si me gustan.

¿Le gustan los papeles?

No me gustan [ríe]. Pero me manejo muy bien con ellos y llevo toda la vida. Mi valor está ahí, en la administración de documentos. No te puedes ni imaginar cuántos estatutos he hecho en mi vida.

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Por tanto se desmonta la vinculación entre el voluntariado y lo asistencial. O sea, el voluntariado se enfoca mucho según las facultades del voluntario. En ese sentido, ¿hay facultades, aptitudes, trabajos o carreras que sean más necesarias? No sé si medicina, enfermería, magisterio o...

El papeleo. De nuevo el papeleo. Es que es muy coñazo. Y para cualquier cosa tienes que mover cielo y tierra: registros, actas, subvenciones...el apoyo documental es básico. Hace años tuvimos un proyecto con gente de Cajasur jubilada. Si ellos supieran lo bien que nos vienen en las asociaciones y lo que les queremos se sentirían de muerte [ríe]. Lo  que para cualquiera sería un mundo ellos te lo hacen en cinco minutos. Y los vamos a adorar [ríe]. Ese es el gran tapón de las asociaciones, el agobio por un papel. Al margen de eso lo conveniente es poner a disposición de las asociaciones lo que tú sabes hacer. Uno tiene que poner a disposición los dones que tiene. Los dones, eso me ha salido muy eclesial [ríe].

Hay cursos para voluntarios, leyes, códigos etc, ¿por qué está tan reglamentado este mundo si lo que quiere un voluntario es ayudar?

Yo que soy madre de la ley andaluza...lo veo supernecesario [golpea la mesa exageradamente de broma mientras se ríe]. 

¿Cuál es entonces la razón o las ventajas de todo este control? ¿En qué beneficia por ejemplo a la persona que necesita la ayuda?

Pues para la persona que necesita la ayuda la ley supuso en su momento un revulsivo. ¿Por qué? Porque reconoce su derecho a que con ella se haga o no voluntariado. Por primera vez reconoce el derecho a rechazar el voluntariado, es decir, si yo soy la persona que necesita ayuda y no quiero que Pilar la voluntaria venga conmigo, pues no va a ayudarla. Eso que parece tan evidente y natural no lo era en el mundo de la acción voluntaria.  También la ley marca claramente que el voluntariado no es un empleo ni prácticas. Lo deja clarísimo. Por otra parte otros reglamentos o los cursos permiten comprobar el equilibrio personal del posible voluntario. Cómo vas a dar ayuda emocional a una persona si no tienes equilibrio emocional u otras aptitudes. Te pondré un ejemplo. Yo he trabajado con personas con discapacidad intelectual. Hay una en concreto que va en silla de ruedas. Tiene parálisis cerebral. Y me dice "cuántas veces hemos hablado tú y yo sobre que tengo que sentirme igual, y sin embargo la voluntaria Fulanita lo primero que me ha dicho es que le doy mucha pena". La voluntaria X o Fulanita tiene muy buena voluntad, no lo discuto, pero la buena voluntad no es el voluntariado. Hay asociaciones que exigen unos perfiles muy fuertes. Y las entiendo, porque a veces se han cometido abusos al introducirse en ellas un pederasta. Las leyes, reglamentos o cursos intentan evitar estos casos también.

Hablaba de que la buena voluntad no es el voluntariado.

Eso se ha visto con la pandemia. Allí empezaron: ¡voluntariado! ¡voluntariado! ¡voluntariado! Ha sido solidaridad. Toda acción voluntaria es solidaria. Pero no toda solidaridad es voluntariado. Si ayudas a tu vecina de abajo no es voluntariado, es que eres un tío chapó y te preocupas por la gente. Para que sea voluntariado tienes que estar en una organización que además tenga un programa de voluntariado.

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Le que quería preguntar por dos cuestiones que mencionó al principio. La primera: que hay un nuevo código ético. ¿En que se diferencia del anterior?

Es más una guía para la ética. Se aprobó el otro día y en breve decidiremos cómo hacer su seguimiento. Se basa en valores que parten de los derechos humanos. No es una guía de puntear si cumples o no cumples como si fuera un sistema de calificación, sino una reflexión para una asociación.

La segunda cuestión es la certificación. ¿En qué consiste?

Desde la plataforma estatal hay un programa, el certificaplus, que se incluye en otro programa europeo. Se han identificado una serie de competencias transversales de fácil desarrollo en la acción voluntaria y su reconocimiento. Si eres voluntario, la intención es evaluarte sobre trabajo en equipo, capacidad de comunicación etc. Son ocho competencias. Pero no me preguntes por todas que no me las sé de memoria [ríe].

¿Para qué serviría esa certificación?

Esa es la gran pregunta. Hay además voces en contra de esto, y las incorporo igualmente al proceso de debate. La pregunta es ¿si el voluntariado es altruista para qué vamos a reconocer las competencias con un título? Lo cierto es que con el trabajo voluntario adquieres destrezas y se reconocerían.

Hay que resaltar que en un voluntariado haces cosas que jamás imaginabas que ibas a hacer

Imaginemos que ya tengo mi certificado de voluntario. ¿Qué me aporta?

En España ahora mismo nada. En Europa mucho. Sirve muchísimo para tu currículum personal, para tu contratación en un trabajo ordinario. De hecho mucha gente se presenta con competencias profesionales adquiridas a través del voluntariado. Los recursos humanos europeos lo tienen mucho en cuenta. Hay que resaltar que en un voluntariado haces cosas que jamás imaginabas que ibas a hacer. Y aquí hay otro campo de batalla potente: al voluntariado hay que dejarle cancha en el equipo de la entidad, como parte muy activa, ya que el voluntariado tiene mucha frescura. No hay que limitarse a decirle al voluntaria "tú ahí, tú haz esto".

¿Qué características ha de tener el voluntariado con todo este asunto de la certificación para diferenciarlo de otras labores como el trabajo propiamente dicho o las prácticas?

El voluntariado no se hace en empresas o administraciones públicas. Siempre en asociaciones de carácter social. Y nunca es remunerado. El voluntario además tiene el derecho a que su labor sea reconocida cuando se vaya de la entidad. Y en general tiene derechos y también deberes.

¿El voluntariado llena o es duro a veces?

Para mí la acción voluntaria es una contribución directa a mi felicidad. El día que me amargue lo dejaré. Esto intento transmitirlo mucho.

Cuando damos por terminada la entrevista para CÓRDOBA HOY, Pilar nos pregunta "¿pero no vamos a hablar de la parte personal?" Y nos cuenta que todo el camino recorrido, incluida la decisión que le llevó a aceptar la secretaría general, parte del apoyo de su familia. "La educación que me dieron mis padres me llevó a hacer algo por las personas". Y así nos recuerda a su padre Pepe, ya fallecido, o su madre Rosa. "Ellos me dieron el empujón". También menciona a su esposo Carlos y su hija Elena, con quienes se reunió el fin de semana en el que tomó la decisión de dar el salto a la organización nacional. "Mamá, p'alante", me dijeron. Dicho y hecho.

  


 

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