MARÍA JOSÉ RUIZ, PINTORA

"El adjetivo contemporáneo no va unido a un estilo, va unido a un momento"

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photo_camera La pintora montillana María José Ruiz

El pasado 22 de enero se inauguraba la exposición 'Islas al mediodía' en la sala Vimcorsa. Miles de visitas desde entonces avalan un éxito inusitado de esta muestra colectiva de 'Córdoba contemporánea', grupo de diez artistas cordobeses, entre los que se cuenta María José Ruiz. Esta montillana, multipremiada y con obras en la Mezquita de Córdoba, el Centro de Arte Contemporáneo de Cittanova o la Accademia Internazionale dei Micenei, ambas en Italia, sorprende con un cuadro 'Alejandro y Pol'. En él se muestra al famoso diseñador Palomo Spain con su pareja. La sorpresa es por partida doble, porque el cuadro esconde otra que no desvelaremos. María José Ruiz nos recibe en su estudio de la Plaza de Las Tendillas, cuyas vistas envidiables, nos contará, la ayudan a paliar la soledad a la que le obliga su trabajo. 

Las instituciones y medios de comunicación se han volcado con un determinado concepto de arte contemporáneo muchas décadas. Un tipo de arte a veces con calidad, pero en demasiadas ocasiones cercano a la nada, la tomadura de pelo o directamente la mamarrachada absoluta. Llama la atención que sus cuadros parezcan al margen de todo esto y se sustenten en una pintura que se puede definir como barroca y que está relacionada con los antiguos pintores clásicos españoles, entre otros. ¿Cómo escoge este camino tan ajeno a las modas?

Es un estilo y una seguridad que vas adquiriendo con el tiempo. Qué pasa, que cuando hace veinte años te presentabas a los primeros concursos de pintura, pues casi, casi tenías que pedir perdón por ser figurativo o realista, por no ir en la onda del arte conceptual. En mis cuadros hay mucho concepto, mucha filosofía, mucha literatura... Pero estéticamente son realistas. He hecho incursiones en el expresionismo abstracto, en el expresionismo más puro o incluso en el abstracto, pero para mí el lenguaje realista es un lenguaje muy válido. Además, es un verdadero reto emitir un mensaje en el lenguaje en el que han hablado desde Velázquez a El Greco, pasando por muchos grandísimos genios. 

Esto se ve en los cuadros expuestos en 'Islas al mediodía', incluso en el cuadro de Palomo Spain.

En el cuadro en concreto de 'Alejandro y Pol' he querido hacer un canto a la historia del arte. Se refleja un tema muy poco tratado en el arte y por tanto moderno: Una pareja abiertamente homosexual. Hubo una interesante exposición al respecto en el Prado: 'La mirada del otro', donde se hacía un guiño a las relaciones ocultas, pero abiertamente no. Para este tema moderno he escogido sin embargo una composición renacentista: Piramidal y leonardesca. Y ahí he metido un elemento surrealista que el 90% de las personas no ven a la primera.

Es cierto que hay una sorpresa. Pero para quien no haya ido a la exposición o sepa sobre ello no haremos spoiler. ¿Cómo se consigue hacer pasar desapercibido ese elemento que está en nuestras narices?

Porque Leonardo es mucho Leonardo [ríe]. Hemos aprendido, entre comillas, a despreciar todo lo que han hecho antes que nosotros. Leonardo establece un tipo compositivo muy claro, por ejemplo en su Madonnas. Sus cuadros están llenos de triángulos por todas partes. En ese tipo de composición incluyo un elemento surrealista. Y el ojo pasa y no lo percibe. Es debido a la fuerza de la composición. 

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Comentaba, por seguir con la argumentación, que era un canto a la historia del arte. Está el tema homosexual, Leonardo...

Sí, el color tiende al barroco, por ejemplo el rojo de la cortina, o el azul murillesco, de Murillo, en esa falda. El ambiente, con el piano y el candelabro, es Romántico. Pero, a su vez, hay unas botas totalmente ochenteras o una gabardina con un aire napoleónico. 

Todo muy alejado del arte que se considera mayoritario desde hace mucho.

Hay arte conceptual muy bueno. Otro no ya es que me parezca ridículo, es que ni siquiera es arte o es algo sencillamente aberrante. Como ejemplo, está esa cáscara de plátano por 120.000 euros. Ha estado en el Art Basel de Miami, muchas veces es el continente el que hace que el contenido se considere arte. Esto lo refleja muy bien la película 'The square'. En el desarrollo de esa película se llega a ver cómo el supuesto arte puede rozar ya la suma violencia.

Los diez artistas de la exposición tienen estilos distintos, pero es evidente que todos tienen pericia, oficio y que parten de una formación clásica. Veo, por tanto, en su denominación como grupo, 'Córdoba contemporánea', una reivindicación sobre este asunto. 

Claro, porque somos artistas contemporáneos. Mi mensaje es contemporáneo. Mensajes contemporáneos son el comentado de la pareja homosexual, o mis cuadros sobre el maltrato, mi crítica al matrimonio infantil. El adjetivo 'contemporáneo' no va unido a un estilo, va unido a un momento. Que la gente califique de 'contemporáneo' por el estilo... Perdona, pero hay ya cierto arte conceptual que desde el Dadá o incluso antes se está haciendo, igual el arte abstracto, que tienen más de un siglo y en ese sentido no serían contemporáneos. 

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Parece que en sus cuadros se decanta en muchas ocasiones por hacer guiños humorísticos o se diría que directamente humor.

Sí. Por ejemplo 'Metamorfosis barroca' es un estudios del existencialimo tanto en la pintura como en la literatura. El personaje lleva el libro de 'La metamorfosis'. El modelo me contó que lo compró en la casita de Praga donde lo escribió Kafka. Y efectivamente hay un guiño a las pinturas barrocas de mujeres barbudas, pero en este caso es un hombre. Es una metáfora de la dignidad del ser humano, porque el personaje posa con total dignidad, es como una dama del Otoccento con su paz y parsimonia. En otro cuadro que hice, 'Terpsícore', que es la musa de la danza, una figura esbelta, yo hice una niña regordeta estirada en el sofá y con una Nintendo. O la 'Venus with apple', donde la manzana es un teléfono móvil Iphone de Apple. 

La primera vez que me puse de pequeña a dibujar fue copiando un cuadro de Modigliani

¿Cuáles han sido sus maestros?

Prácticamente todos los clásicos. La primera vez que me puse de pequeña a dibujar fue copiando un cuadro de Modigliani. Era mi preferido. Desde Modigliani a Tolouse-Lautrec, todos los grandes maestros italianos, empezando por Tizziano, y los españoles: Velázquez, y El Greco. De los grandes maestros holandeses me quedo con Van Dyck. He copiado mucha obra de estos grandes maestros. Yo aprendí copiando antes de entrar en la facultad. 

Empieza con Modigliani ¿pero cuándo descubre que le gusta lo suficiente como para estudiar y que es más que una afición?

Es una cosa muy curiosa. Porque a la hora de elegir una carrera escogí Derecho. ¿Por qué? Porque para mí una carrera era algo difícil, algo que te tenía que costar trabajo. Yo no daba ningún valor a ese supuesto talento. Hasta el punto de gastar millones de neuronas en Derecho [ríe].

¿Llegó a terminarla?

Sí. Y empecé a trabajar como abogada para el Ayuntamiento de Montilla en materias como planes de empleo. Cuando yo me vi haciendo cooperativas... No, no, no... No me gustó nada. Y ahí me di cuenta.

¿Cómo se tomó su familia la decisión?

Muy bien. Porque además mi padre dibujaba muy bien. Ellos me dieron una carrera sólida como Derecho. Pero claro, si tú tienes una inquietud... Antes o después va a salir. El Derecho te aporta cierta sabiduría sobre cómo está organizada esta sociedad. Y Bellas Artes es otro mundo. 

María José Ruiz, pintora

¿Dónde estudió?

Estudié primero en Granada, luego en Italia, después en Sevilla. Empezaba 4º por la mañana, de 08.00 a 15.00; y luego 5º por la tarde de 15.00 a 22.00. Estaba 16 horas seguidas delante del caballete. Había asignaturas que las tenía a la misma hora, montaba el caballete en una, el caballete en la otra, e iba y venía en los descansos del modelo. El periodo de la facultad fue muy divertido.

Los espectadores vemos las obras, pero no el trabajo cotidiano de un pintor, entendido como su jornada cotidiana, quitando esas típicas escenas donde el artista está frente al cuadro. Me refiero al día a día. Unos tienen su horario, por decirlo así, de oficina. ¿Qué hace una pintora como usted?

Los pintores somos muy bohemios y muy aristocráticos, hacemos lo que nos da la gana de la mañana a la noche [ríe tras remedar en broma ciertos ademanes exquisitos]. Eso tiene una parte positiva, pues eres libre. Y a la vez eres un poco pobre también, porque todo tiene un precio. Mi jornada de trabajo es exclusivamente con luz solar. En invierno pinto hasta poco más de las 17.00. En verano puedo estar tranquilamente pintando hasta las 21.00 o las 21.30. Así que me levanto, desayuno con mis amigas... Unos desayunos muy aristocráticos [ríe]. Y luego me voy a mi estudio y estoy prácticamente todo el día pintando hasta la noche. Pero claro, estás sola un día, sola una semana, sola un mes, sola otro año, otro año, otro año... Al menos mi estudio está en la Plaza de las Tendillas, así que abro la ventana y veo la vida, porque la pintura es la no-vida. La vida está fuera del estudio, la vida de pintor es un engaño o un autoengaño [ríe]. Pintar no es tan placentero, es duro, pero nosotros ahí estamos montándonos nuestras películas [ríe].

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¿Cuál es su técnica preferida?

Mi técnica preferida es el óleo. A veces con imprimación, con carga de materia más acrílica. El óleo me resulta muy afín, porque puedes ir para adelante y para detrás, puedes modificar constantemente, y yo modifico muchísimo. 

En su carrera, y por ejemplo en su propio estudio, se ven cuadros muy distintos entre sí. ¿Entre qué puntos de uno y otro lado pone los límites? Si se comparan algunas de sus obras parecen hechas por pintoras distintas en cierto modo.

Eso me lo han dicho ya una vez. Pero escojo los temas por inspiración del momento, lo difícil es quedarse con uno solo.

¿Trabaja normalmente por encargo o para exposiciones personales?

Combino las dos cosas. Ahora por ejemplo voy a empezar con retratos institucionales para el director de la Real Academia, la decana de la Facultad de Veterinaria, también pintura para obispos  o cardenales. Luego están los retratos de particulares. Y también lo que se me antoja hacer para mí.

El ensayista, articulista y novelista Félix de Azúa, autor de 'El diccionario de las artes', habla con frecuencia de cómo determinadas artes dejan de serlo debido a su evolución. Y así cuenta cómo la escultura, al salir de los templos -donde tenía una función informativa- pasa a ser algo eminentemente decorativo. También sobre cómo la poesía deriva hasta no tener el más mínimo peso social, desapareciendo y quedando completamente al margen. Son dos ejemplos en el caso de este autor donde considera que disciplinas que fueron arte ya no lo son, son otra cosa. En este sentido, ¿qué papel cree que representa hoy día la pintura? ¿Cree que se puede hablar de arte aún? ¿Es artesanía? ¿Es decoración?

Creo que la pintura sigue siendo un arte. Yo que he visto muchas veces cuando he estado por ejemplo en ARCO, donde vemos un poco de todo, he observado que en las salas o galerías donde está la pintura hay un especial respeto e interés del público. Llega un momento en el que pasas todas la vorágines, llegas a la pintura y haces [María José Ruiz pone un gesto entre asombro y calma] ¿verdad? Y te da la sensación de que estás ante una especie de condensación del tiempo o ante algo que transmite una virtud estética difícil de explicar, pero perfectamente observable. Por algo se siguen empleando técnicas de hace siglos en la época de las miles de posibilidades informáticas.

En ese sentido ¿no le ha picado la curiosidad por hacer alguna incursión en la informática con la pintura?

No, pero porque me duelen mucho los ojos. No me inspira. Pero sí que puedo adelantar que voy a hacer una incursión en otras técnicas mezcladas con pintura. No adelanto nada por superstición [ríe].

Córdoba Contemporánea ha puesto en marcha esta exposición. Previamente expusieron en Alemania. ¿Qué viene a partir de ahora? ¿Tienen unos objetivos claros o se reunirán ocasionalmente para exponer?

Como tenemos la exposición bien organizada nos gustaría dar una vueltecita y hacerla Madrid y Barcelona. Ya hay ofertas en este sentido. Luego esperamos pasar por un pequeño periodo de calma para hacer nueva obra.

"Como tenemos la exposición bien organizada nos gustaría dar una vueltecita y hacerla Madrid y Barcelona"

'Córdoba Contemporánea' está compuesta por una serie de amigos, no sé si contemplan incluir más miembros.

Desde el principio nos preguntaban, ¿por qué no hay más mujeres? Bueno, en principio yo cuando voy a tomar café no digo "cuántos hombres van y cuántas mujeres, ah, entonces no voy". Somos un grupo de amigos. Se pensó meter más gente en general, incluidas mujeres. El problema es que ya es bastante difícil mover para exposiciones a diez personas. Hay que contar con que todos puedan asistir a las reuniones, con que todos tengan obra en ese momento... Así que primero tendremos que andar nosotros diez un poquito.

Desde el primer momento en la exposición rompieron con esa tónica de "yo soy el artista y expongo y vengo a la inauguración y ya está", acercándose al público con las visitas guiadas y descartando por completo cualquier asomo de altivez o de distancia.

Teníamos previstas algunas visitas de colegios. Pero el día de la inauguración vimos no sólo muchísimo interés, que si esto qué significa, que si esto qué es, sino que se quedaba gente fuera de tanta que había. Fue una aceptación enorme desde el principio. Entonces empezamos con las visitas guiadas, que han sido tal éxito que ofrecemos dos los sábados: una a las 11.00 y otra a las 12.15 horas.

¿Están en ellas todos los artistas?

Lo intentamos. Al menos siempre hay varios. Y si falta alguno lo suple el comisario, Félix [se refiere al periodista Félix Ruiz Cardador], que se lo sabe todo [ríe]. Estamos trabajando incluso en una visita guiada para invidentes. 

Pocas exposiciones hay en Córdoba tan exitosas como esta. ¿Qué cree que tiene para que haya interesado de esta forma?

Seguramente hemos llenado una expectativa que tenía la sociedad cordobesa. Se junta, además, el hecho de que hay obras de calidad con que nosotros somos cordobeses y el público cordobés ha sido muy consciente de que hay que apoyar a los artistas de la tierra, porque Córdoba la hacemos entre todos. 

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Parece que esta exposición ha atraído a muchas personas que nunca, o muy pocas veces, habrían ido a una exposición.

Eso es lo más bonito. Es que la sala Vimcorsa ha llegado a ser un punto de encuentro. Hay gente que queda allí. O que por la mañana va con unos amigos y por la tarde repite con otros. Lo curioso es que tienen que apagar las luces para que la gente salga de la sala en la hora de cierre. Pero totalmente a oscuras. 

Como en las discotecas antiguamente.

Exacto [ríe].

Como sucedía entonces en las discotecas van a tener ustedes que poner sevillanas para que la gente se vaya. 

Sí [ríe]. Pero es que luego la gente se queda en el patio y las tienen que echar del patio [ríe]. Estamos muy contentos. Se ve que había una laguna que se necesitaba cubrir.

Hay obras muy llamativas en la exposición, sobre todo esculturas de otros autores, que hacen pensar en la posibilidad de otra muestra , pero en las calles. No sé si han pensado en ello.

Mmmmmmm. Sí, sí, sería ideal. Las esculturas es verdad que se prestan muchísimo. Ya exponer lienzos en la calle sería más complicado. Pero te digo una cosa, cuando veo mis cuadros más bonitos es cuando van por la calle, porque es el tipo de luz que más le pega a mis cuadros. En realidad me encantaría sacarlos en procesión [ríe].

¿Con costaleros?

Yo puedo pintar en el cuadro al nazareno [ríe].

Si tuviera tiempo no me importaría ser diseñadora de moda

Quería preguntarle por una faceta suya que hemos descubierto en su estudio al hacer las fotos. Allí nos ha enseñado unos abrigos que usted misma confecciona. No sabíamos de su afición por la costura.

Sí, me encanta coser. Me aficioné en los años 80, con toda esa Movida en la que tenías que ir a la última y era todo una locura y una sinfonía maravillosa de la moda. Pues ahí con 15 años empecé. Pero todo venía de mi infancia, cuando las costureras venían a mi casa me quedaba fascinada. De niña tenía mis muñecas recortables, a las que les hacía cientos de vestidos. Y luego les hacía vestidos a las muñecas de la época, a la Nancy y todas estas. Y luego pasé a hacer los vestidos para mí. Si tuviera tiempo no me importaría ser diseñadora de moda. 

Para concluir, ¿tiene algún proyecto a la vista en materia de exposiciones?

Una. Sólo puedo decirte que fuera de España. Y no puedo contarte más por superstición. Que si no luego no sale.

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