Las cuentas son claras y justas. Hay que ganar ocho partidos, la cifra que se traslada desde la dirección deportiva del club para conseguir el objetivo de la salvación. Y Romero, que no quiere que a la permanencia se le ponga pinta, disfraz, de milagro, adelanta, antes de viajar, mañana, a Tenerife, que “esos 8, 9 o 10 partidos que tenemos que ganar, queremos que sean los antes posibles. Ojalá sean los nueve próximos. Afrontamos cada partido como el partido que hay que ganar”. Y ese el domingo, en el Heliodoro.
Hacia la Isla, entre dificultades, los de Romero, con “ilusión extra, por todo lo que estos días se haba generado, por todo lo que el mundo transmitía. Había rápidamente que cambiar el chip y preparar el partido lo mejor posible.” El técnico blanquiverde considera la cita como las enésimas anteriores. “Estamos ante otra final, con sentimiento de oportunidad y esa es la energía que debemos tener allí, con el convencimiento pleno de que vamos a conseguirlo”.
Un equipo más compenetrado
El equipo se va conociendo. Es la segunda semana con los refuerzos. “Cuando hay tanta ilusión y ganas de que salgan las cosas, es muy importante el hecho de conocerse, saber futbolística y personalmente las características de cada uno, eso ayuda. Noto que cada segundo vamos mejorando en ese sentido y, al final, ese es un margen de mejora que tenemos amplio, pero no tenemos tiempo”. Le llega el CD Tenerife, tambaleado y con estreno en el banquillo, la incertidumbre de a qué, con quiénes y cómo jugará Joseba Extberría. “Manejamos los matices que imaginamos que el rival nos puede dar. En este caso, no tenemos un patrón, concreto a la que acogernos. En esta semana, me he ocupado más en lo que ha pasado en el último partido, integrar a los jugadores nuevos lo máximo posible”.
“Cuando hay un cambio de entrenador están como más alerta los jugadores. Tiene una muy buena plantilla con respecto a la temporada pasada. Están en la situación de no estar consiguiendo lo que esperaban. Vamos con esa mentalidad de que ese tipo de cosas que no sabemos muy bien si influyen positiva o negativamente, con nuestro trabajo, esperemos que les perjudique a ellos”. La diferencia, entre uno y otro, ambos mal, puede ser mental. Romero la explica a la perfección. “Considero que los que vienen de estar muy abajo, al final, es cómo que estamos acostumbrado a convivir con ese tipo de situaciones y a poco que nos cambien las cosas y nos acerquemos a la salvación, la vamos a encontrar como una oportunidad y algo positivo. El que viene en línea descendente, lo ve como una amenaza. Entonces, en ese tipo de situaciones nos vamos a ver beneficiados”.
