La afición blanquiverde está harta. No es el primer año que su paciencia se ve desbordada por la apatía de una plantilla en el campo y sin resultados a nivel deportivo. No es tampoco la primera temporada en la que tras una primera vuelta medianamente buena, el equipo se desinfla, pierde aire y forma y deja de creer en un sueño o, más prosaicamente, un objetivo, que suele empezar siendo el ascenso para pasar a ser el mantenimiento de categoría o la acuciante responsabilidad de no descender, como podría ser el caso.
Sin poder olvidar tampoco la situación del club, con movimiento en la directiva y en el banquillo (hoy mismo podría anunciarse cambio de entrenador), la afición ideó su protesta: Una concentración ante la Puerta 00 del estadio de El Arcángel y aguantar hasta el minuto 12 sin entrar para que las gradas medio vacías mostraran a las claras el descontento de los seguidores blanquiverdes.
Como buenos aficionados, los cordobesistas no pudieron evitar incluso, una vez ya en sus asientos, tratar de animar a los suyos en aquellos lances (pocos) de pundonor por parte de alguno de sus jugadores. Pero la rabia estalló en el minuto 51 y la grada, con la entrada más pobre en lo que va de temporada, con algo más de 8.000 espectadores (incluidos los del Huesca), abucheó a los suyos mientras mostraban pañuelos blancos, no de tregua, sino de bochorno.
El divorcio entre afición y jugadores podría acabar siendo un desastre para el Córdoba CF, pero en este caso es el equipo el que tiene que reaccionar y, al menos, salvar los platos para una nueva temporada en la misma categoría. Quedan muchos puntos en juego (51) y muchos partidos (17) todavía para no caer en el agobio y hay tiempo suficiente para reaccionar. Pero para ello, hay que echarle arrestos.
