Quien no conozca al Córdoba CF de esta temporada no podrá decir que vuelve repetitivos los adjetivos que califican de impotencia una actuación tras otra. Se vuelven propias sus apariciones, sus gestos indistintamente del césped. Tiene interiorizada la manía del desajuste en la parcela de atrás y aquello penaliza la ofensiva, que está bien tratada. Pero es una balanza triste destartalada, un roto en un traje que desecha una presencia formal y hace entender hasta dónde le sube el barro. Lo intenta. Le echa cara. Desliza fina manera. Lucha. Lo localiza, pero no consigue despojarse de lo que falla. No demuestra ser peor que su rival en multitud de veces. Pero multitud de veces pierde o la suerte cojea si no ambas. En La Romareda (1-0) le delataron en una jugada al cuarto de hora. Y ni haciendo lo que debe pudo borrar el destrozo. Que da un paso delante, y a la siguiente jornada, no consigue dar otro. Sigue sin norte fuera de casa. Quien no conozca al Córdoba CF de esta temporada.
Se les suponía a Zaragoza y Córdoba tintes de matices iguales. Cortados, parece, por el mismo patrón. Así lo demostraron dos equipos que sufren mucho cuando le atacan. Y se dan al ataque. De ahí lo frenético de noventa y cinco minutos. Son frágiles, pero tienen aliento. Y en ello basan su irregularidad. Igualdad hasta para fallar dos penalties, uno por bando. Igualdad en casi todo, menos en el marcador. Lo que manda. Hablar de renovación necesaria y express en cinco días confirma apelar a una ilusión dramática y que lo que tiene el Córdoba CF no da para salvarse. Con la victoria, el Real Zaragoza se atestigua en zonas mansas a definir el embarque.
Hasta tres cambios presentó un once blanquiverde con esquema clásico. Romero mantuvo a los que ganaron al Albacete Balompié, en los que viene confiando e introdujo a dos fijos que estaban de regreso, Edu Ramos en la izquierda y Javi Galán. Introdujo, además, la joven apuesta de Aguado, descubrimiento para el gran público que le viene resultando y en quién confió su la titularidad, en parte también, por el imprevisto repentino del hueco en la medular que dejó Caballero y la adaptación relámpago del técnico.
Salió el Córdoba CF tronando por la izquierda con el recorrido potente del extremo Galán. Provocó una falta apetitosa para Javi Lara en primer aviso. Salió un equipo blanquiverde arriba, impidiendo la salida zaragozana y reclamando el balón en los dominios blancos. Sin miedo en un estadio, La Romareda, cuya historia achanta, pero no están los blanquiverdes para temores, ni guardarse un mínimo de entrega. La sacan. El cimiento defensivo es otro tema, temblón ante la presencia blanca apenas rondaba el área de Kieszek.
El primer contratiempo fue serio. Edu Ramos dejó el campo a las quince minutos roto de dolor, en camilla. La rodilla. De reajuste, Fernández pasó a la izquierda y entró Loureiro. En el desconcierto, la pillería maña al saque de una falta, un pasillo en la zaga rosa, la carrera hacia el gol de Pombo, que acertó. Directo a la moral califa, el uno a cero. Otro tanto que se permitió dócil. Otra llamada a remontar.
Salvadores Kieszek y Álvarez
Asumió el gol con entereza. No bajó la vista, el Córdoba CF, tragando minutos de recomposición y empuje, aunque se diera de bruces con la buena disposición del Real Zaragoza. Galán, Jovanovic y Guardiola no supieron terminar en éxito el peligro. Quedaron en intención algunas faltas colgadas por Lara. Más fé, que fútbol. Poca elaboración. Resolución en el lado maño, cómodo y centrado. Y se encontró con un penalty por manos de Joao en una contra. Pudo haber matado Borja Iglesias el partido a los treinta y seis. Pero Kieszek no quiso. Lo paró. Y con su estirada a la derecha despejó una agonía blanquiverde hasta el final, aún lejos.
Le dio tiempo, aunque los maños siguieron creando pánico en cada avance desde mitad de campo, en cada aproximación. Verdasca, de lejos, y Pombo, estuvieron cerca de redimir el error de Iglesias antes de ir al descanso, cuando el Córdoba CF se mostró reconocible: fueron un bloque partido; fuerte en la mordida y trémulo en el empaque. Fueron el Córdoba CF, en el mal sentido.
Siguieron llegando los de Naxto González queriendo sentenciar y abriendo el partido a la velocidad en un pasillo de área a área peligroso y atractivo, beneficioso a los descarados. Febas, incesante. Jovanovic y Galán, incisivos. Se dio acceso a un estilo directo de los dos equipos. Y entre idas y galopadas, un fallo en la entrega de Lara en la medular propició un avance maño que terminó en el pie, salvador, de Kieszek. La que tuvo Zapater completamente solo en el segundo.
Buscó, sin otra, presencia ofensiva Romero. Sacrificó lo que sostuvo Vallejo por lo que inventaría Markovic. Ganó balón, pero sin sustancia. El Real Zaragoza, replegado, repelió los intentos cada vez más débiles, más cansados. González permitió el debut de Alfaro. Y el fichaje maño, coincidió con su hermano justo antes del penalty que provocó Jovanovic. El onubense se dispuso a lanzarlo. Y emulando a Kieszek, lo detuvo Cristian Álvarez. Ahí estuvo el empate. Le siguió un quiero y no puedo. Exhaustos. Los maños encerrados. Los califas apretando. Por el centro. Por banda. Cinco de descuento. Sin camino.
DATOS DEL PARTIDO
REAL ZARAGOZA: Cristian Álvarez; Benito, Grippo, Verdasca, Lasure, Eguaras, Zapater, Febas (min. 83, Araujo), Javi Ros (min. 74, Alfaro), Pombo (min. 93, Jesús Valentín) y Javi Iglesias.
CÓRDOBA CF: Kieszek; Caro, Joao, Fernández, Javi Galán; Edu Ramos (min. 15, Loureiro) (min. 76, Alfaro), Vallejo (min. 67, Markovic), Javi Lara, Aguado; Jovanovic y Sergi Guardiola.
ÁRBITRO: Sagués Oscoz. Comité Vasco. Amonestó por parte del equipo local a Verdasca. Y por parte del equipo visitante a Fernández y Joao.
GOLES: 1-0 (min.18) Pombo.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada veinticuatro del Campeonato Nacional de Liga 1|2|3 disputado en el Estadio de La Romareda ante 12.429 espectadores.
