Este viernes la Asociación Centro Histórico presentará de forma oficial los paneles informativos realizados tras la restauración del monumento, que servirán para dar a los cordobeses y visitantes una explicación de la evolución del monumento desde se construyó hasta la actualidad, de una manera comprensible y atractiva para cualquier ciudadano independientemente de sus conocimientos en patrimonio.
La colocación se llevó a cabo en meses pasados, pero las restricciones de reunión por la pandemia mundial no ha permitido realizar la presentación antes.
Pese a su importancia histórica y patrimonial, y tras haberse mantenido en muy buen estado durante más de un milenio, la eliminación en 1927 de la capa de mortero que protegía la fachada de esta torre-alminar supuso una degradación progresiva del edificio, llegando incluso a producirse peligrosos desprendimientos de la parte superior. Esto llevó a la colocación en 1997 de una malla de hierro que afectaba estética y materialmente al edificio.
Para revertir esta situación los componentes de la Asociación Centro Histórico de Córdoba: Rafael Martí, Elena Lechuga, Daniel López y Encarnación Prior, que han luchado durante años por su restauración, han promovido un proyecto de colaboración público-privada que finalmente ha llevado a la ejecución de las restauraciones actuales, aunando un proyecto integral de intervención que ha contemplado su estudio y difusión, con el apoyo académico de la Universidad de Córdoba (UCO) y el económico de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, el Ayuntamiento de Córdoba y la Diócesis de Córdoba.
La primera fase de limpieza y consolidación exterior se inició a finales de 2018 con un proyecto inicial planteado por el arquitecto Fernando Osorio, ejecutado finalmente bajo la dirección del arquitecto Francisco Vázquez con la empresa de restauración 'Antica Rehabilitación de Bienes Inmuebles S.L.', quienes también llevarían a cabo la segunda fase de restauración interior, realizada a finales de 2020.
En estas intervenciones el edificio recibió un preciso y cuidadoso tratamiento en sus cuatro caras exteriores y en su desarrollo interior, respetando su imagen y materiales originales. Entre otros aspectos, se procedió al cosido y sellado de grietas que amenazaban su integridad, eliminando diversas patologías de sus materiales y frenando el proceso de deterioro de sus sillares, ladrillos y revestimientos para garantizar su conservación estructural y estética.
Al interior se ha respetado la estructura metálica del siglo XX que aseguraba la estabilidad del edificio, habilitando la escalera original y dotando de iluminación funcional interna y ornamental externa al monumento. El estudio arqueológico realizado durante las distintas intervenciones, ha sido dirigido por el arqueólogo Rafael Blanco.
