SEMANA SANTA EN LA CAPITAL

Capirotes Arenas: 87 años dando forma al cartón para dar servicio ya a tres generaciones de nazarenos

Inmaculada es ahora la propietaria, tras la jubilación de José Arenas, que nació en una de las habitaciones del taller
Inmaculada Arenas en una prueba con un cliente
photo_camera Inmaculada Arenas en una prueba con un cliente

Capirotes Arenas es una tienda que lleva funcionando en el Centro de la capital cordobesa 87 años, desde que el abuelo de Inmaculada Arenas usó parte de la vivienda familiar ubicada en un callejón de la calle Alfonso XIII para empezar a fabricar las cartillas de racionamiento que se pusieron en marcha tras el golpe de Estado de 1936.

Hoy en día se dedica a fabricar capirotes de cartón, "somos los únicos que lo hacemos", además de vender capirotes de rejilla, "que fuimos los primeros en traerlos a Córdoba hace ya 10 años", y otros elementos y aromas típicos de la Semana Santa cordobesa. La tienda parece un museo, porque toda la maquinaria que hay allí tiene más de un siglo y, además, José Arenas, hijo del fundador, pese a estar ya jubilado, sigue apareciendo por allí para echar una mano.

"No puede dejarlo; es su vida. Es que nació en esta habitación", explica Inmaculada. "Hasta que me muera aquí", remata él.

José Arenas con el retrato de su padre, que inició el negocio en 1936
José Arenas con el retrato de su padre, que inició el negocio en 1936

Inmaculada Arenas, por tanto, es la tercera generación de hacedores de capirotes de cartón y muy probablemente la última, porque nadie más en la familia se ha interesado por esta labor artesanal. Recuerda lo lamentable que resultó el confinamiento de la pandemia en 2020, con todo cerrado, sin Semana Santa y sin ventas. También recuerda con mucho mejor sabor de boca la recuperación de las calles y cómo la gente cogió con ganas la Semana de Pasión. "Este año tenemos las mismas perspectivas, más o menos lo mismo que el año pasado", señala.

Y es que hacer las cosas bien tiene un problema: Un capirote puede durar toda la vida siempre que no se moje, sirven de un año para otro y se suelen cambiar como quien cambia de calzado cuando el zapato ya se ha amoldado tan bien a la forma del pie que entra solo. Simplemente, la gente renueva, pero no necesitaría hacerlo.

"Ayer mismo me vino una muchacha con uno de rejilla de hace 20 años y tenemos otro capirote para arreglar de 1985; si me apuras esto no es negocio". Pero el caso es que todos los años se hacen ventas, bien sea porque se ha cambiado de hermandad, porque haya hermanos nuevos o se haya perdido quizá en una mudanza, que han sido varios los casos.

Inmaculada Arenas y José Arenas en una parte del taller
Inmaculada Arenas y José Arenas en una parte del taller

Al contrario que en Sevilla, donde, como explica Inmaculada, la inmensa mayoría de nazarenos "es todo tela-propiedad, por lo que no tienen que ir a alquilársela a la hermandad", en Córdoba sí se hace. Y eso es por la costumbre de cambiar de procesión más a menudo. "Aquí un año sales con el Prendimiento que lleva una altura de capirote, el año que viene salgo en el Buen Suceso, que lleva otra, o en el Santo Sepulcro que también varía", por eso un capirote no te sirve para todo.

Aparte de la suya, en la capital hay más tiendas que venden capirotes. Está Clámide, "que abrió en San Andrés hace 10 o 12 años"; en San Lorenzo está la Tienda del Cofrade, "que llevará unos cuatro años", y hay una tercera muy cerca de la suya, en Alfonso XIII, Todo Cofrade, que "antes estaba en Padre de Gracia y lleva aquí dos años". La diferencia con las demás es que "a nosotros nos vienen muchas personas en plan abuelos con hijos o abuelos con hijos y nietos, porque, después de tantos años de funcionamiento, venir aquí es una tradición".

La propietaria compara los capirotes de cartón, "que los elaboramos sólo nosotros y que tratamos de que el cartón sea fino para que n o peses mucho", con los de rejilla, que los compran y venden. Los últimos más cómodos porque se abre y se cierra con velcro; llevan incorporado una especie de solideo que se adapta a la cabeza con una cuerda; es más flexible; lleva su ribete en la frente y permite la transpiración. "El único 'pero' es el precio, que es más caro", señala. Cuestan entre 15 y 16 euros, mientras que uno de cartón oscila entre los 5 y los 6 euros.

para hacerlos, el cartón "lo compramos en Sevilla, Barcelona o Madrid" y suministran, incluso, a algunos pueblos de la provincia, como Cañete de las Torres, Lucena, Peñarroya o Fuente Palmera. "Fuera de la provincia, no, porque hay ya tiendas y hay un proveedor que se mueve por todas partes", explica.