En el año 2003, un proyecto de seguimiento arqueológico para la instalación de un colector de agua residuales, dirigido por María Isabel Gutiérrez, encontró un necrópolis romana en la Avenida del Corregidor. Al proyecto se incorporó otra arqueóloga, Sonia Vargas, que ha ofrecido en el Museo Arqueológico una charla sobre algunos de los hallazgos encontrados. Se trata de una serie figuras de terracota, es decir, arcilla cocida, que se introducían en las tumbas.
Las protagonistas de la actividad conocida como "La pieza del mes" son varias figuras que suponen un «símbolo de la vida interrumpida, de virginidad y doncellez», como explica Vargas, puesto que se colocaban en las tumbas infantiles, normalmente de niñas. En el caso de la necrópolis de Corregidor se hizo un estudio antropológico preliminar para identificar el sexo del individuo y la edad aproximada, pero habría que hacer un estudio más profundo para determinar las causas por las que murieron.
Vargas apuesta en general por realizar un estudio de todos los ajuares de la necrópolis, sobre todo por otros objetos encontrados que generan interrogantes, como «un pequeño ungüentario de alabastro muy raro, ya que no suele ser un elemento habitual es los ajuares funerarios, es de importación, normalmente procedente de la zona de Egipto y es muy caro, lo singular es que apareció en una tumba muy pobre». Según la arqueóloga eso ofrece una idea de «cómo el romano invertía en sus ajuares, cómo protegía su vida en el más allá». De hecho la tumba era una simple fosa en la tierra.
En el caso de las terracotas, las tumbas reflejaban un mayor esfuerzo de trabajo, «pero no son tumbas de sillares, sino de mampuestos, de cantos que estaban recubriendo la fosa».
Tanto las terracotas como el ungüentario forman parte de la muestra sobre peinado romano que se puede ver en el Museo Arqueológico.