Seis años después de que el Festival Flora diera en 2017 sus primeros pasos de la mano de Zizai y el Ayuntamiento cordobés, el alcalde, José María Bellido (PP), le ha tenido que dejar claro hoy a la directora del Festival, María Van den Eynde, que "más que humildes, debemos estar orgullosos", porque, entre otras cuestiones, esta quinta edición (en la pandemia se frenó en 2020), "forma ya parte de la Marca Córdoba y es el centro del Otoño Cultural de la ciudad".
Unas palabras que aliviaron visiblemente a la organizadora de un evento que ella misma ha calificado de "único en el mundo", que acapara la implicación de casi todas las instituciones (el Gobierno central sigue sin aparecer) y que cada vez crece más en tamaño, calidad y actividades, además de prestigio.
¿Que en qué se nota? Sin ir más lejos para la presente edición se presentaron 76 solicitudes, un poco más que en 2021, pero "mucho más elaboradas y desde lugares más remotos". Y ejemplo de ello es que aterrizaron ideas procedentes de Singapur, Armenia o Australia. No en balde, Bellido ha insistido en que este evento "nos proyecta hacia el mundo y nos permite ser singulares, diferentes y auténticos".
Más ejemplos del crecimiento gradual de Flora es que hay ya un centenar de instituciones y empresas que participan de un modo u otro con el Festival. De ellas, 80 son de Córdoba, y no de extrañar, porque no deja de ser un evento que se vive intensamente a nivel local, pero hay también algo más de una una veintena del exterior, y eso es un dato significativo.
"Córdoba necesita que se piense en ella, porque tiene un presente y un futuro que tiene mucho que decir", en palabras de Van den Eynde (quien, junto al director artístico, Emilio Ruiz Mateo, prácticamente se sienten como en casa en la capital cordobesa), a la sombra, eso sí, de un pasado abrumador y a veces asfixiante, pero que no deja de ser un escenario patrimonial de excelencia para enmarcar la creación floral.
Si el año pasado, con la pandemia de la Covid aún coleando, se registraron en torno a 200.000 visitas en seis días de exhibición de la obra a concurso, María Van den Eynde ha estimado que lo lógico es pensar que como mínimo se alcanzará la misma cifra, si bien "está claro que vamos a por todas, esta edición es muy redonda y cada año vamos creciendo más", por lo que no es de extrañar que los 'Goya de las Flores' supere con creces esa cifra en 2022. Por lo pronto, en cuatro años se calcula que ha congregado a casi 1.200.000 visitas.
A nivel material, la pasada edición supuso una inversión de 462.000 euros y para la actual "la cantidad es un poco mayor", ha señalado la responsable de Flora. El alcalde, en este punto ha añadido que la inversión municipal, como principal patrocinador del Festival, es de medio millón de euros (IVA incluido) para éste y el próximo año, 2023, por lo que realiza el esfuerzo de cubrir una cantidad muy cercana al 50% del coste de organización y puesta en marcha.
Emilio Ruiz ha sido el encargado de desgranar un muy completo programa para llenar las jornadas entre el 17 y el 20 de octubre, además de poner los dientes largos con algunos detalles del avance de lo que se verá este año en Córdoba: Un ciclo de cine con cuatro películas (el año pasado se probó con una proyección); 62 actividades paralelas (10 de ellas en el nuevo programa off; cinco espacios envidiables para el concurso (Viana, Patio de Los Naranjos, Arqueológico, Patio del Reloj de la Diputación y el Palacio de Orive); otros tantos artistas de prestigio (Cordero Atelier, María Eugenia Diego-Kokon, Emma Weaver, Maurice Harris y el japonés Yuji Kobayashi, que, en palabras del director artístico, es "uno de los más importantes de estos cinco años"); conferencias a cargo De Santiago Beruete y Ángel Lora; la Escuela Flora en el centro sociocultural Luciana Centeno; visitas guiadas, la Guerrilla Floral o una exposición de maquetas en el Museo Arqueológico, denominada 'Arqueología y Botánica', que "va a dejar boquiabiertos a los visitantes".
También el C3A se une a la fiesta de las flores con una muestra fuera de concurso a cargo del artista Federico Guzmán, bajo el título de 'Reloj estacional', en la entrada del espacio cultural justo donde hasta no hace mucho estaba el olivo de Yoko Ono.
