XXXVIII Festival de la Guitarra de Córdoba

Esdrújulas miradas a la noche de las seis cuerdas

Jorge Drexler enamoró al público cordobés con un par de horas de buena música, experiencias personales y sentidas dedicatorias

¿Se han dado cuenta de lo bien que quedan las esdrújulas cantadas? No es sencillo hacerlo. De hecho, es bastante complicado, a no ser que se aporte el ritmo correcto a una enrevesada letra que coquetea con la brisa de la noche como batida de polvo de alas de mariposa. Hay dos maestros en este país que lo saben hacer como nadie. Uno es Joaquín Sabina, quien no pudo pasarse por Córdoba por razones de salud, y el otro es Jorge Drexler, que sí se pasó ayer por el abierto escenario de La Axerquía para ofrecer un recital cargado de poesía (habrá que invitarle algún día a Cosmopoética), mensajes que dichos de otro modo hasta ofenderían a determinadas mentes cerriles y, muy especialmente, sonidos experimentales de múltiples guitarras que vibraron naturales, pese a estar desnudas y expuestas al aire libre.

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba

Lo dijo el uruguayo (que hablar, habla mucho, con ese toque latino que enamora, pero remienda con el arte de la sabiduría que aporta el mucho viajar y aprender de todo con mirada de niño). "Es un privilegio tocar en un espacio abierto, después de una gira prolongada entre cuatro paredes". El de La Axerquía de ayer hizo el número 80 en un recorrido de escenarios que bien puede prolongarse hasta el infinito, porque Drexler (¿se han dado cuenta que va sin tilde y que, por tanto, lo pronunciamos mal?) ha sabido arroparse de una banda de excelencia, en la que uno de Montevideo (aunque residente en Madrid) no ha hecho ascos a incluir a un argentino (Javi Calequi), un bilbaíno (Borja Barrueta) y dos barceloneses (Martin Leiton y Carlos 'Campo' Campón, quien, además, es el productor del disco) para conseguir complicidades difíciles de lograr entre los nacidos en un mismo sitio.

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba 1

Rancheras existenciales, "como, de hecho, lo son todas", con una guitarra leona que supo rugir sin miedo al calor del verano cordobés; sambas que por vez primera sonaron en directo gracias a la calidad de los que le acompañaban con los instrumentos de seis cuerdas, o milongas escritas en décima espinela ("uno de los múltiples regalos que ha hecho Andalucía al mundo", Drexler dixit) pasaron por las tablas del teatro abierto en un concierto que funcionó a modo de péndulo emocional, porque tan pronto alcanzaba su cenit con un ritmo endiablado, como llegaba a su nadir con la suavidad del invisible paso de las horas y que en esta ocasión fue con la canción que da título genérico al disco que vino a presentar: 'Salvavidas de hielo' y que fue uno de los temas, si no el más, al que el público regaló con un número mayor de aplausos y ovaciones.

Al fondo del escenario una gigantesca boca de guitarra por la que se intuían las seis cuerdas protagonistas del Festival, y a través de la cual el artista y el público viajaron con la imaginación en el interior del cuerpo de una inmensa guitarra cruzando mares y desiertos, siguiendo los pies de las personas migrantes que no son de ningún lugar y que beben de todas partes, hasta alcanzar las estrellas bajo una brutal tormenta cósmica. Porque en sus letras no puede evitarse preguntar por el origen de una vida concentrada en un minúsculo punto de un infinito espacio sideral.

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba 4

Sorprende Drexler por una razón poderosa. Porque al escribir para otros cantantes determinados, cualquiera puede creer que los imita. Y no es así. Posee un don natural para las letras, llenas de mensaje y belleza sin empalagar (como hacen los que buscan profundidad en una oda). Por momentos parece que está tocando Ariel Rot por la energía de las guitarras y determinados compases que el argentino-español maneja como nadie.

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba 2

Pero Drexler (sigue sin acentuarse) es muy personal, difícil de repetir (que no de imitar), y en un concierto, donde logró reunir a más de 2.000 almas ("no recuerdo haber tenido nunca a tanta gente en Córdoba", señaló) que al final no pudieron evitar ponerse de pie para bailar los seis bises regalados, recordó a tres personas importantes en su vida: La doctora de Tacuarembó que le dio la vida, su madre, y que no hace mucho que abandonó este mundo; el chileno Víctor Jara, "a quien por fin se ha hecho justicia con la condena contra sus asesinos", y al maestro Sabina, quien le recomendó un día de diciembre de 1995 en Montevideo que abandonara la carrera de médico y se dedicara en Madrid a la música tras regalarle el consejo de escribir la 'Milonga del moro judío' en décimas.

Para él fue el tema 'Pongamos que hablo de Martínez' y para los cordobeses presentes el tema 'Silencio' con el que cerró un recital inolvidable.

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba 7

Jorge Drexler en el Teatro de La Axerquía de Córdoba 6