CONCHA VELASCO REGRESA AL GRAN TEATRO

Concha Velasco da vida a una estremecedora Juana La Loca en el monólogo de Reina Juana

Dirigido por Gerardo Vera, el montaje llega mañana al Gran Teatro con las localidades agotadas

Concha Velasco durante la obra en su papel de Juana la Loca
photo_camera Concha Velasco durante la obra en su papel de Juana la Loca

Con su flamante y segundo Premio Nacional de Teatro en el bolsillo, Concha Velasco vuelve a Córdoba como protagonista de Reina Juana, un monólogo escrito por Ernesto Caballero y dirigido por Gerardo Vera -lo que constituye todo un trío de ases de la escena española- en el que compone un emocionante retrato de Juana la Loca. El Gran Teatro acoge mañana sábado 17 (20:30 horas) la única función programada, para la que ya están agotadas todas las localidades.

En el escenario, Juana I de Castilla, madre de los Reyes Católicos, madre del emperador Carlos I de España y V de Alemania, abuela de Felipe II y viuda de Felipe de Habsburgo, El Hermoso, se confiesa ante el público la noche antes de su muerte, acaecida el 12 de abril de 1555. Pese a sus títulos y su linaje, la soberana dice adiós a la vida encerrada en el castillo de Tordesillas, donde pasó cautiva sus últimos 46 años, primero por decisión de su padre, luego de su marido, y, finalmente, de su propio hijo. La reina que pasó a la historia como Juana la Loca justifica su situación, su lejanía de la realidad, su enajenación, por el gran dolor que siente al verse sojuzgada como reina y como mujer por los hombres de su vida, y siempre por razones de Estado.

Concha Velasco confiesa que sigue costándole trabajo hacerse mayor, pero aparece en escena con arrugas y la cara lavada para meterse en la piel de Juana, “a la que tendríamos que llamar la Indignada, porque ése es en realidad su estado”, afirma la actriz. “Era una pobre mujer maltratada; es la gran maltratada de nuestra Historia, la recluyeron para robarle la vida, la corona, la inteligencia... Pero ella no renunció nunca a ser reina. Nunca quiso pedir perdón, porque pensaba que era ella quien tenía en todo caso algo que perdonar”, concluye. La artista asegura que ha sido uno de los trabajos más duros de su vida, y reconoce que cree ser una buena actriz de comedia, “pero mis grandes éxitos han sido los papeles dramáticos".

Según Gerardo Vera, Juana de Castilla “es un personaje que, de haberlo conocido Shakesperare, sería sin duda la protagonista de una de sus tragedias”. La de una mujer, explica, que desde muy niña se ve arrastrada vertiginosamente por todas las turbulencias políticas y religiosas de su época. Una mujer destrozada emocionalmente por sus grandes contradicciones, por su rebeldía, por su fuerte personalidad y “por un enorme desequilibrio afectivo que cristaliza en ese paseo por el amor y la muerte que es su matrimonio con Felipe de Habsburgo”, añade. Pese a haber inspirado obras de

teatro, series televisivas, películas... Vera dice haber echado siempre en falta un tratamiento más profundo y más justo para este extraordinario personaje. Lo encontró, asegura, cuando leyó el texto de Caballero y supo que el proyecto saldría adelante con el talento de Concha Velasco, “una grande de la escena española, la luz que ilumina las partes más oscuras y dolorosas de un personaje que parece hecho a su medida”.

Por su parte, Ernesto Caballero, tras advertir que un texto de ficción no se debe tanto a la fidelidad documental como a las lógicas internas del relato, destaca que, en cualquier caso, su propósito como dramaturgo ha sido “crear un personaje poliédrico, sensible y perspicaz, decidido a sobrevivir al infortunio haciéndose fuerte en los infranqueables dominios de la irrealidad y la imaginación.” “Un sueño -concluye- felizmente cumplido por obra y gracia de una artista excepcional, Concha Velasco, reina y señora de esa balsámica conmoción que conocemos como teatro”.