ÓPERA EN EL GRAN TEATRO

'Carmen', una víctima de la violencia de género del siglo XIX

El Gran Teatro acoge este fin de semana dos únicas funciones de la ópera Carmen de Bizet, con una reputada mezzosoprano en el rol, María José Montiel

carmen gran teatro
photo_camera Parte del equipo artístico de la ópera 'Carmen' junto a los responsables Ramón López y David Luque en el Gran Teatro; al fondo, el escenario ya montado para los ensayos.

No es fácil, y no siempre sale bien, reinterpretar a un personaje artístico de otra época con el código ético de hoy. Pese al riesgo, es lo que han decidido los responsables artísticos de la ópera Carmen de Bizet que podrá verse el viernes y el domingo en el Gran Teatro. Por fin vuelve el género grande -si es que hay un género chico- a Córdoba, y lo hace con la tercera ópera más representada del mundo en los últimos años (tan sólo por detrás de La Traviata de Verdi y La flauta mágica de Mozart) y con el protagonismo de una de las mezzosoprano que mejor conoce el rol de la habanera, María José Montiel. Lo primero lo atestigua Operabase, una monumental base de datos con representaciones operísticas de todo el mundo; lo segundo, las más de 130 veces en que la mezzo madrileña se ha puesto en la piel de la gitana.

Carmen es un personaje que puede parecer, a priori, veleidoso ("si tú no me amas, yo te amo", canta en la famosa Habanera). Es una de las femmes fatales que abundan en la historia de la ópera, como Salomé, Dalila, Amneris, Lulú... También es una mujer libre, tremendamente libre. Tanto, que "esa libertad le pasa factura"; lo dice la propia María José Montiel, que acaba de presentar la ópera en Córdoba.

Pero centrarse únicamente en el carácter de Carmen -fuerte, indómita y libre- sería casi como culparla de su destino. Porque Carmen es, hoy y hace 140 años, una víctima de la violencia de género, condenada a morir a manos de un hombre. "Es una mujer trabajadora -cigarrera en Sevilla- aplastada por el yugo masculino, que tiene que subsistir en un mundo de hombres", dice Montiel. Así era en 1875, cuando se estrenó la ópera, y así sigue siendo. Por eso el equipo artístico de esta versión de Carmen se afana en aprovechar las representaciones para denunciar la lacra social de la violencia de género. Lo resume la mezzosoprano con una frase, dicha con un leve tono de amargura en la voz: "El último acto de la ópera es brutal. O estás conmigo o te mato. Lo de todos los días".

Es sabido que Carmen muere a manos de Don José, un soldado enamorado de la gitana. El personaje es complejo porque, en medio del lirismo de una representación artística, se corre el riesgo de verlo como una víctima de las maquinaciones de una mujer. El tenor que lo interpretará en Córdoba, Albert Montserrat, lo tiene claro, y por eso ha querido "despojar al personaje de todo el lirismo, precisamente para destacar el carácter retorcido de Don José". Hasta Otelo, el celoso militar de Shakespeare -y mucho más tarde de Verdi-, le parece al cantante "un bendito al lado de este señor". Al menos, el moro de Venecia "tiene mejor fondo"; en el fondo de Don José lo único que hay es un maltratador.

La música de Carmen

Al margen de las interpretaciones que se le quieran dar a los personajes, en el aspecto puramente artístico la Carmen de Bizet es una composición memorable con una partitura de una gran belleza. Y muy del gusto del público actual, una ópera de repertorio -el mainstream, que dicen los posmodernos- que se sigue representando a lo largo y ancho de todo el mundo. Nada tiene que ver con su estreno, en 1875 en la Ópera Cómica de París. Allí el público estaba acostumbrado a ver funciones que respondieran al apellido del teatro; o sea, nada de dramas, llantos que no fueran de risa ni muertes. La de Bizet ocurrió poco después del estreno y no tuvo tiempo ni de intuir el éxito del que iba a gozar su Carmen.

Algunas de las arias más populares de esta ópera, como la Habanera (en realidad se titula El amor es un pájaro rebelde; al parecer, la cursilería aún estaba en boga en el XIX) o la Canción del toreador (que tampoco se llama así, pero que quizás explique por qué a los guiris les cuesta decir "torero"), fueron compuestas por Bizet sobre la marcha, en los ensayos previos al estreno, para atender las demandas de los empresarios y el público, tal como ha recordado el director musical, Lorenzo Ramos, también director de la Orquesta de Córdoba, que estará en el foso. Y curiosamente, ambas piezas están inspiradas en temas de autores españoles de la época, Sebastián Iradier y el sevillano Manuel García.

Ramos también considera que para entender bien Carmen es necesario abstraerse de la música y el lirismo, sobre todo en la escena final. "El espectador toma distancia" de lo que está ocurriendo al tratarse de "una obra de arte", pero "es necesario implicarse", ha dicho en la presentación de las funciones. El director considera que "Carmen es ante todo una mujer libre, y hay que defender la libertad de las mujeres".

Malos tiempos para la lírica

Ver una ópera en directo -tampoco en diferido- no es barato. Son producciones costosas por todo lo que conllevan de escenografía, ensayos, montaje, protagonistas, personal técnico y artístico... David Luque, concejal delegado de Cultura, lo sabe y por eso reconoce que "las entradas no son tan asequibles como en otros espectáculos, pero hemos puesto unos precios para hacer la ópera lo más asequible posible". Y es que si en el mundo de la cultura sólo se aplican "parámetros de rentabilidad no podríamos producir nada", ha dicho el concejal. Por eso "hay cosas que si no se hacen desde lo público corren el riesgo de perderse". La ópera es una de ellas.

Pese a todo, la política de venta parece haber tenido éxito, porque están vendidos casi todos los boletos. Aún quedan algunos en taquilla para las únicas dos funciones de ópera de la temporada, una auténtica joya musical: apresúrense.