ETNOGRAFÍA

Las barcas antiguas vuelven al Guadalquivir gracias a un proyecto etnográfico

Quizá algunos de los paseantes o gente que hacía deporte esta mañana temprano por la zona del Molino de Martos hayan visto a un hombre que en la otra orilla botaba una pequeña barca. Se trata del profesor de arte, naturalista y etnógrafo Rafael Pulido. Y la barquita no es una barquita cualquiera

Rafael Pulido botando la maqueta de antigua barca del Guadalquivir
photo_camera Rafael Pulido botando la maqueta de antigua barca del Guadalquivir esta mañana

Hoy ha tenido lugar un peculiar momento histórico. Las antiguas barcas del Guadalquivir volvían al río. No sucedía desde hace 50 años. En concreto una maqueta a escala 4/1. Su original sería de seis metros de eslora y dos de ancho. Está hecha con maderas recicladas de peral, azufaifo, fresno, pino gallego, eucalipto, acebuche y álamo blanco. Es fiel a las técnicas de carpintería de ribera y calafateado de hace muchas décadas. Se puede decir que es un pequeño prototipo para el siguiente proyecto: recuperar la auténticas de los barqueros que llegaron a tener una vida fluvial y pervivieron hasta casi los años 70 del siglo XX. Los más mayores los recordarán porque en al final se ganaban fundamentalmente la vida los domingos, cruzando a gente por el río para ver el fútbol. “A esta barca en Córdoba la llamaban de dos piqueras, es decir, que tiene dos proas, pues servía para cruzar en las dos direcciones”.

Nos explica todo esto Rafael Pulido, profesor en la escuela de artes Dionisio Ortiz, escultor, naturalista y etnógrafo por afición y vocación. Desde hace tres años se interesó gracias a un alumno por los oficios perdidos del río. Desde entonces está desarrollando una verdadera labor de recopilación de datos sobre aquellas personas para las que la barca era sólo un  aspecto más de su vida. Nos encontramos en el embarcadero de Miraflores, casi en frente del Molino de Martos: “Justo en el sitio donde estamos sentados, estas barcas servían principalmente para el tránsito de personas antes de que existieran tantos  puentes de una orilla a otra, también para sacar arena, pues había areneros que se metían y las llenaban para las obras de Córdoba, y por supuesto para la pesca: esa alimentación con peces de agua dulce se ha perdido totalmente”.

Rafael Pulido está realizando una colosal labor de memoria oral, indagando en cuáles pueden ser los herederos de los barqueros, pues ya no queda ninguno del oficio pero sí los hijos que vivieron una vida distinta. “Eran familias fundamentalmente de los apellidos Caballero y Madero y gestionaban el Molino de Martos y el de San Antonio, ambos estuvieron habitados”. ¿Qué significa gestionar?: “Molían harina, construían barcas, eran barqueros...incluso hicieron las veces de socorristas; también magníficos nadadores y saltadores, pero todos, hombres y mujeres, hacían concursos de saltos desde el Molino de Martos”.

Barco de dos piqueras de Carlitos y El Portugués

Hubo un momento que el río estaba lleno de vida, y con él las sagas de barqueros y personas de vida fluvial. Como nos explica Pulido, por una parte se ha perdido gran parte de la fauna, como anguilas, esturiones, albures, sábalos o sabogas, especies migratorias autóctonas ahora en grave peligro de extinción. Pero esta situación procede de la industrialización del campo: “la agricultura intensiva, con el empleo de pesticidas, hizo que los ríos estuvieran cada vez más contaminados y con más sedimentos, a su vez la llegada masiva de gente que venía de los pueblos hizo que las aguas fecales aumentasen y esto inviable el bañarse...hoy en día está medio limpia, pero de aguas fecales, no de productos químicos”.

A principios del siglo XX había ya baños separados para hombres y mujeres cerca del  puente romano y noticias en los diarios de entonces (de hecho hay normativas sobre el baño en el río en Córdoba que datan de finales del siglo XVIII). Décadas más tarde la famosa playa de Miraflores, conocida como “Torrepelote”, juego humorístico entre el “torre” de Torremolinos y el pelote que costaba entrar, o sea, un duro. Entre esos hitos un río cuyas aguas eran parte de la forma de vida de la ciudad, no sólo un escenario turístico o para llevar al perro a jugar. 

“Estamos  solos, no hay nadie paseando por la orilla...el río es como una arteria aislada”, nos dice Rafael Pulido mientras recoge la barca que servirá para un modelo mayor.

Nota de la Redacción: La fotografía antigua está publicada en el grupo de Facebook "Barcas Cordobesas". Su descripción allí es la siguiente: "Barco de dos piqueras" de los pescadores Carlitos y el Portugués, de los años 50-60, varado en el Molino de la Alegría. Foto cortesía de J.A. Lara.